Luis Bezeta (Santander, 1976) lleva más de 20 años haciendo videoarte y 14 organizando el Picknic Film Festival, que es un clásico ya en el verano cultural de la capital de Cantabria. Inasequible al desaliento, adquirió el veneno del arte en Berlín en la década de los 90 y todavía no se ha desecho de él. Ni quiere. Ha tenido dos galerías y numerosos premios; pero también sinsabores, abandonos y un mercado como el de la videocreación que conoció su momento álgido antes de la crisis de 2008 y nunca se ha vuelto a recuperar. Pero él sigue y dentro de unos días inaugurará la decimocuarta edición de su festival, que se desarrolla del 16 al 27 de agosto en Santander, una cita con solera a la que se han presentado más de un millar de creaciones de todo el mundo.
La obra artística de Luis Bezeta ha obtenido, entre otros, el Premio Miquel Casablancas, el Premio de Videocreación Madatac, el Gran Premio del 49º Salon Européen des Jeunes Créateurs y el primer Premio de Videoarte en Arte Laguna de Venecia, entre otros muchos. Ha cursado estudios en el Instituto de Medios Cinematográficos de Berlín, en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC), de Realización y Producción de Cine-Video-TV en IDEP, de Barcelona, y tiene estudios de Ciencias Físicas por la Universidad de Cantabria y la FU de Berlín. Sus trabajos han sido seleccionados y premiados en certámenes de artes plásticas y festivales de cine, y su obra ha sido expuesta en galerías, museos y centros de arte, además de formar parte de diversas colecciones. Fue director y fundador de la Galería Demolden Video Project y, previamente, del Pandemolden Club, Laboratorio de Arte; y es el alma mater del Picknic Festival de Santander.
Me gustaría que me presentara a Luis Bezeta como persona y artista.
Soy un enamorado del cine que empezó haciendo cortometrajes y, por mis gustos personales, poco a poco me fui hacia el videoarte. Leer sobre el surrealismo y las corrientes de los años 30, las vanguardias, me hizo identificarme con una manera de expresar sentimientos e ideas.
Usted se introdujo en el mundo del cine en la sala de la Filmoteca de Cantabria, en Santander. ¿Cómo pasó del patio de butacas a coger una cámara?
Cuando estudiaba en la Universidad, en Santander, mi familia me regaló una cámara y tenía una necesidad instintiva de hacer cortos. Eran los años 1997 o 1998. En el año 2000 me fui de Erasmus a Berlín y fue un revulsivo total: conocí gente y me sentía allí más de allí que aquí de aquí. Estudié Ciencias Audiovisuales y grabé allí el vídeo, 'Imagine', que me ha dado premios y premios por toda España. De ahí, me dediqué a la videocreación, el videoarte. Mi estancia en Berlín me sirvió, por un lado, para conectar con el mundo del arte y, por el otro, personalmente, me sirvió para pensar que lo que hacía tenía valor.
En aquel entonces, el videoarte era pujante.
Tuve la suerte de estar en el sitio correcto en el momento adecuado. Volví de Berlín con la cabeza en ebullición. Se acababa de caer el Muro y era una ciudad que no era como el resto de Alemania, como si hubiera vuelto a los años 60. Cuando volví de Berlín inauguré Pandemolden, en la calle Perines de Santander, que abría los viernes y sábados y allí organizaba exposiciones.
Quiso abrir en Santander un espacio como los que había conocido en Berlín, ¿qué tal le fue?
Bien. Luego ya pasé a Demolden, en la calle del Carmen, con una idea más madurada solo enfocada en el videoarte. Allí traje vídeos de Bigas Luna, de Ampudia... Después me fui a Barcelona por razones de trabajo, pero seguí muy en contacto con el mundo del arte.
¿El videoarte tiene su público con las pocas posibilidades que hay de verlo habitualmente?
Sí, además cuesta un poco de entender, pero la gente va a verlo y hay mucho interés.
¿Y sigue haciendo vídeos?
Sí. Ahora estoy con la idea de organizar alguna exposición.
¿En qué momento se encuentra el videoarte actualmente?
No está en su mejor momento. Claro que hay cosas interesantes y hay gente que sigue haciendo vídeo, pero a veces es más complemento de una exposición que por sí mismo. A veces parece que el artista está por encima de un espectador que no entiende hasta que lee la explicación y a mí eso no me gusta. Me gusta que el espectador vea y sienta. Me gusta hacer lo que le hace sentir, reír y aflorar lo que lleva dentro.
¿Cómo está comercialmente el mercado?
Ha bajado. El vídeo atrajo más interés en un momento de la burbuja económica en donde circulaba mucho dinero. Hubo un momento en que tanto museos, como centros de arte y coleccionistas estaban en una euforia que arrastraba a la gente. Con la crisis bajó y no se volverá a los niveles de antes. Ahora sigue habiendo coleccionistas, pero no hay la 'alegría' que había entonces.
¿Cómo surgió el Picknic Festival?
En Pandemolden hice el primer Festival de Cortometrajes y, después, con Demolden, me volvió la idea de un festival. El primer año fue de cortometrajes, videocreación, animación... El segundo año, como en aquel entonces estaba la candidatura de Santander como Capital Europea de la Cultura, recibí ayuda y se convirtió en un Festival de Cine. Con la derrota de la candidatura y la crisis, todo se vino un poco abajo, pero yo seguí.
¿Después de 14 años haciendo el Festival ha pensado en dejarlo?
Después de tantos años, pienso que sería una pena que no se hiciera. No doy mi brazo a torcer porque con todo lo que ha costado llegar hasta aquí... como para tirarlo todo por la borda... No estoy cansado, más bien me cuesta encontrar un poco más de apoyo. No hablo solo de dinero, sino de implicación para que, después de todo lo que ha costado, se apoye el festival.
¿Cómo es la edición de este año?
Cada año es mejor que el anterior porque, de conocerlo, la gente ve que tiene solera y un sello personal. Sabe que se apuesta por un cine más experimental, de autor. En esta edición vamos a proyectar en la Filmoteca de Cantabria, en la Biblioteca Central de Cantabria, en el Centro Cultural Doctor Madrazo y en el Casyc-Up.
Me imagino que haya una fase de selección previa.
Sí, llegan muchísimos trabajos, cada año más, de todos los continentes. Llegan cosas muy interesantes y el nivel no decae, al revés. Hay festivales que exigen que el trabajo no esté estrenado y hay festivales que te abren la puerta de festivales más grandes. Claro, el Picknic no está en ese punto de estreno, aunque nos llegan premieres. Llegan trabajos buenísimos y de gran nivel.
¿Cuántos ha recibido este año?
Cerca de un millar de todo el mundo. La selección queda condicionada por los espacios y las fechas disponibles y eso hace que haya trabajos muy interesantes que no entran en la selección.