La presentación del polémico diseño del artista urbano Okuda San Miguel para el faro de Ajo y la polémica pública que se ha desatado en Cantabria en torno a detractores y defensores de esta intervención ha hecho que pase desapercibido algo que las autoridades que auspician el proyecto -Autoridad Portuaria de Santander, Gobierno de Cantabria y Ayuntamiento de Bareyo- sugirieron en su presentación sin completar del todo: el municipio lleva años impulsando un proyecto de ocio turístico basado en el golf en un entorno privilegiado que prevé inversiones privadas por un total de seis millones de euros, muy lejos de los 75.000 que costará la participación de Okuda.
Y es que detrás del faro de Okuda hay, pues, una referencia expresa a un parque escultórico, que también ya fue anunciado en reiteradas ocasiones en el pasado, y una nada expresa referencia a un nuevo emporio turístico que, sobre el modelo de la sudafricana Sun City, dote al municipio de un campo de golf y hoteles.
La referencia a la ciudad sudafricana del juego y el ocio de alto standing no es caprichosa. Viene tomada expresamente de la planificación que el Ayuntamiento de Bareyo ha hecho para su nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). En el documento, que data de 2015 y está en trámite de aprobación, ya se cita el parque escultórico, el campo de golf y la citada inversión privada de seis millones de euros.
En la memoria económica del citado PGOU de Bareyo, que aún no ha sido aprobado definitivamente, se cita bajo el epígrafe de “Campo de Golf Cabo de Ajo SG. 2.16.”, que el suelo para hacerlo realidad procederá del “desarrollo de los sectores SUDR-1, SUDR-2, SUDR-3 y SUD I-1”, que se ejecutará durante el tercer cuatrienio de vigencia, es decir, a largo plazo, y que tendrá una financiación estimada en seis millones de euros. ¿Quién pondrá ese dinero? “Particulares”, refleja el plan.
Un nuevo Plan General
Si la nueva imagen del faro lleva velocidad de crucero y está previsto que empiece a ser realidad en un mes, el Plan General del municipio costero se arrastra con el correr de los años en una marcha ya accidentada.
El penúltimo documento, pero que es la base sobre la que se están aplicando modificaciones todavía hoy, fue redactado por la empresa Dirsur y aprobado inicialmente en 2015. Es en ese documento en donde se recogen las expectativas de desarrollo futuro, incluido un parque escultórico y la “industria del golf”, y en donde se cita expresamente como ejemplo el de Sun City, una especie de Marina D'Or que inicialmente se construyó en un bantustán ante la prohibición del juego (por “inmoral”) en el país del apartheid sudafricano, y que con el tiempo se ha convertido en un referente mundial de turismo de alto poder adquisitivo en torno a la oferta combinada de campo de golf, cuatro hoteles de lujo y dos casinos.
El Plan General que salió del Ayuntamiento de Bareyo en 2015 tuvo su primer encontronazo con la Comisión Regional de Ordenación del Territorio y Urbanismo (CROTU), que introdujo cambios sustanciales que no sentaron nada bien en el Consistorio entonces presidido también por el regionalista Javier de la Hoz: cambio de emplazamiento del polígono industrial por su afectación paisajística, creación de dos corredores verdes que imposibilitan la unión de núcleos de población y rechazo a numerosas alegaciones vecinales a las que el Ayuntamiento había dado el pase por buenas.
La reintroducción de estas modificaciones de la CROTU dividió al Consistorio en 2018, que perdió la unanimidad anterior, aunque nadie votó en contra: el PP se abstuvo. Actualmente, y según ha confirmado el propio Ayuntamiento, el PGOU se encuentra nuevamente en manos de la CROTU. Este es el penúltimo trámite antes de que vuelva al Pleno de la Corporación para obtener su visto bueno definitivo.
Según informó recientemente, la Dirección General de Urbanismo confía en aprobar esta legislatura un total de ocho planes generales de ordenación urbana, entre los que se encuentran los de Ribamontán al Mar, Santa Cruz de Bezana, Cabezón de la Sal, Ruesga, Meruelo, Piélagos, Argoños y el citado de Bareyo.
Un Sun City 'ñero'
El desarrollo de un campo de golf, a situar en el Cabo de Ajo, es una decisión a la que el equipo redactor del Plan llegó tras barajar tres escenarios de desarrollo en el municipio. El finalmente elegido “debe constituir el primer paso para poner en pie una industria vinculada al juego del golf, cuyo paradigma es la ciudad sudafricana de Sun City”, como se indica en el PGOU de 2015 que salió del municipio de Bareyo.
Pero el Plan General prevé más cosas. En él se incluye un parque de viviendas tope de 2.899 que albergaría una población máxima de 8.516 habitantes si estuviesen todas ellas ocupadas. A ello se suma la oferta de plazas hoteleras, que supondría un máximo de 3.736 visitantes con máxima ocupación. En total, la población máxima que contempla el desarrollo del PGOU asciende a 12.287 personas, incluyendo población residente y temporal.
“Por tanto, se propone crear un cierto colchón de 350 viviendas sobre el mínimo de viviendas necesario estimado (460)” y “con el objetivo de disponer de los equipamientos de un municipio de 3.000 habitantes, por un lado, y de conseguir cubrir los déficits históricos por otro, se proponen las siguientes actuaciones:
- Desarrollar el campo de golf.
- Dotar a Ajo de las instalaciones deportivas al aire libre de las que carece.
- Dotar a Ajo de un nuevo centro escolar.
- Prever la futura construcción de un nuevo consultorio médico.
- Ejecutar una residencia geriátrica.
- Definir nuevos aparcamientos en Ajo.
- Convertir la finca del faro del Cabo de Ajo en museo de escultura al aire libre.
- Buscar una ubicación para un depósito municipal de residuos inertes.
Los redactores del Plan General también dieron pistas sobre el alcance del citado campo de golf ((SURD) SG-2.16), el cual tendrá una extensión de 846.750 metros cuadrados, cuyo terreno se clasifica como suelo urbanizable residual.
Protección integral del faro
Volviendo al colorista proyecto de Okuda, el Plan General en ciernes otorga al faro de Ajo una protección integral, un concepto que ha llevado a organizaciones políticas como Izquierda Unida o proteccionistas como DEBA a hablar de “presunta prevaricación” y criticar agriamente el proyecto del artista urbano para este hito marítimo.
El propio PGOU define lo que considera protección integral. Ha de ser protegido íntegramente lo que “afecta al conjunto de edificios y elementos cuya conservación desde el planeamiento urbanístico deba ser máxima en función de su interés histórico-artístico y sus valores etnográficos”.
Y abunda más, citando las obras admisibles que se pueden llevar a cabo: “Son aquellas ligadas a la restauración, conservación y consolidación así como acondicionamientos parciales que no afecten a los elementos arquitectónicos, escultóricos o decorativos más significativos. Se prohíben las obras de ampliación, sustitución y nueva edificación, afectando la protección a toda la parcela y los elementos que contenga (arbolado y jardinería)”.
Si el proyecto de Okuda para el faro de Ajo afecta o no a “los elementos decorativos más significativos” del faro entra dentro ya de lo interpretable, pero en cuanto al entorno del faro, está incluido en el catálogo autonómico de paisajes relevantes, elaborado en noviembre del 2018 por la CROTU, un órgano capital en la Ordenación del Territorio, que es competencia del Gobierno de Miguel Ángel Revilla (PRC), gran impulsor de la reforma del faro.