“Ruth Beitia da el salto a la política”. Así se ha reflejado en algunos titulares la sorprendente apuesta de Pablo Casado para encabezar la candidatura del PP en Cantabria a las elecciones autonómicas del próximo mes de mayo, estableciendo un juego de palabras con la modalidad de atletismo en la que ha cosechado tantos títulos.
Pero lo cierto es que, más allá de su exitosa carrera deportiva, la medallista olímpica también cuenta con una amplia trayectoria política que no se caracteriza precisamente por su notoriedad y trascendencia. Más bien ha pasado inadvertida, hasta el punto de que, a pesar de ocupar un escaño en el Parlamento cántabro durante ocho años, solo ha intervenido en una decena de ocasiones en los plenos.
Concretamente, en esta última legislatura, Beitia tan solo se ha subido en cuatro ocasiones a la tribuna, ha registrado ocho preguntas por escrito, y ha presentado una moción y siete Proposiciones No de Ley (PNL), a lo que hay que sumar once iniciativas conjuntas con el resto de miembros del grupo popular.
Se trata de una actividad muy pobre, ejercida desde la segunda fila y alejada de los focos mediáticos y del debate político de actualidad. De hecho, se desconoce su ideario puesto que en las distintas comparecencias y entrevistas no se posiciona al respecto y declina profundizar en ciertos temas de calado, centrando la mayor parte de sus declaraciones en el deporte, sobre el que establece paralelismos constantes con la política. Lo que sí es conocido es su mala relación con el líder del PRC y actual presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla (PRC), con quien ha tenido algún roce públicamente.
Por otro lado, durante esta legislatura, Beitia se ha ausentado hasta en cuatro ocasiones de los plenos: en julio de 2015, dos veces en marzo de 2016 -meses antes de las Olimpiadas de Río- y en diciembre de 2017, esta última para acudir a los Premios As del Deporte en los que fue galardonada por su medalla de oro en los citados Juegos.
Y es que la carrera deportiva de Beitia ha eclipsado su actividad política, que arrancó de la mano del exlíder del PP y expresidente de Cantabria, Ignacio Diego, quien apostó personalmente por ella en esta faceta. Como consecuencia de ello, la saltadora, que anunció su retirada del atletismo profesional con 38 años en octubre de 2017, se ha mostrado siempre fiel a su mentor desde que María José Sáenz de Buruaga le arrebatara la presidencia por cuatro votos, en un polémico Congreso Regional que desencadenó una guerra en el seno del partido que dos años después sigue más candente que nunca.
'Estoque' para la dirección nacional
Desde entonces, Beitia ha formado parte de la facción crítica con la nueva dirección, que ha cargado con dureza públicamente en reiteradas ocasiones contra ella y que ha llevado el cónclave varias veces a los tribunales con acusaciones de pucherazo. De hecho, a la recién elegida candidata de los populares cántabros se le abrió un expediente disciplinario por negarse a facilitar la portavocía del grupo parlamentario -ostentada por el diputado 'dieguista' Eduardo Van den Eynde- a la actual presidenta del partido.
No obstante, ferviente taurina y aficionada a 'Juego de Tronos', la medallista olímpica no se imaginaba acabar sirviendo de 'estoque' para la dirección nacional para debilitar políticamente a la todavía máxima responsable del partido en Cantabria, asaltando así el 'trono de hierro' de la candidatura a la próxima cita electoral. Y es que en una entrevista con Juanma Trueba para El Mundo en junio de 2017, cuestionada por si se siente un valor dentro de la cantera del PP, respondió que “sí”, pero que podía entender que “como deportista sea la última de la cola”.
Asimismo, tras recibir la llamada de Pablo Casado en septiembre del pasado año para formar parte de su Ejecutiva, maniobra que también escoció en la dirección regional, aseguró en una entrevista en El Diario Montañés, preguntada por si Buruaga debía ser la candidata, que “no tenía opinión al respecto”.
“A nivel personal… A ver… No es una opinión certera, no tengo ningún tipo de opinión al respecto, hay que confiar en el partido a nivel nacional”, dijo concretamente, antes de responder sobre si le gustaría ser cabeza de cartel: “No soy una persona que le guste abanderar algo. Durante mucho tiempo he estado siendo líder en mi prueba y la capitana de la selección y me apetece aunar fuerzas y ayudar. No es algo que me haya planteado”.
Sin embargo, su reciente nombramiento ha dado oxígeno al sector 'dieguista' que se veía más fuera que dentro del partido a pocos meses de las elecciones y ha caído como un jarro de agua fría en la dirección regional, calificado como “un golpe de Estado de Génova” por alguno de los más cercanos a Buruaga, quien finalmente ha decidido no dimitir y claudicar ante la imposición de Madrid.