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La presión popular consigue cambiar el nombre del colegio Primo de Rivera en Ampuero tras años de protestas

El colegio Miguel Primo de Rivera, en Ampuero, ahora es el colegio Ampuero. Este cambio ha sido aceptado por la Consejería de Educación y ha sido consecuencia de la presión que en tal sentido han venido manteniendo la comunidad educativa del centro y los vecinos del municipio.

Aunque la figura del dictador no se ve afectada por la Ley de Memoria Histórica, relacionada con el golpe de Estado de Francisco Franco y la posterior represión del régimen, la Consejería de Educación ha considerado que dicho nombre no es apropiado en los tiempos actuales y ha aceptado cambiarlo por el nombre del pueblo, después de que la comunidad educativa lo pidiera por tercera vez el pasado mes de mayo.

Miguel Primero de Rivera, padre del fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera, dio un golpe de Estado y protagonizó una dictadura en España entre 1923 y 1930, que se caracterizó por su autoritarismo, la defensa de valores ultracatólicos y la represión de libertades como la de prensa.

Un grupo de vecinos de Ampuero había impulsado un cambio de nombre del colegio. El claustro de profesores del centro había elevado ya por su parte una propuesta para que el centro llevara el nombre de la localidad. La dirección del centro trasladó la confirmación de la propuesta del plenario a la Consejería a primeros de este mes.

La ley avala que los gobiernos regionales inicien el proceso para modificar la denominación de un centro educativo aunque el procedimiento habitual es que lo pida cada colegio, como así ha sido en este caso.

La campaña en Ampuero fue promovida por colectivos, vecinos, profesores y padres del centro y consistió en la remisión de escritos a la dirección del centro, el Ayuntamiento y la Consejería de Educación pidiendo el cambio de nombre.

Según han declarado los promotores del cambio, el nombre de un dictador que, a su vez es “padre del fundador de la Falange y de la creadora de la Sección Femenina, no es compatible con una educación democrática e igualitaria para todo el mundo”.

“Es un deber moral. Es la imperiosa necesidad de no homenajear ni dar legitimidad a una persona que decidió que la democracia no era el mejor camino. Es la creencia de que una de las mayores victorias de la ciudadanía es habernos dado entre todas un sistema educativo público, gratuito, con voluntad universal y peleas constantes por la búsqueda de la calidad, y el nombre de un dictador no representa ninguno de los valores que promueve la escuela en este país”, se justificaba en la petición de cambio.