Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Los adioses
Son complejas las despedidas, una bifurcación de caminos que abren nuevos senderos. Hay adioses sinceros que dan las gracias por los tiempos compartidos, plagados de buenos deseos al que parte de nuestro lado. Los hay lentos, que se deslizan por la comisura de los labios como lagrimas solitarias; son adioses postergados, melancólicos, anunciados. También hay adioses sonoros, portazos del alma que cierran las puertas a nuevos reencuentros. Los hay dulces, llenos de caricias y besos porque saben que son meros paréntesis de vidas que se volverán a unir. Los hay terribles; despedidas que desgarran y arrasan todo a su paso convirtiendo los recuerdos en tierra quemada donde nada bueno volverá a prender.
La política está escasa de adioses. Algunas contemplamos estupefactas como ese “aferrarse al sillón” nos regala titulares de viejos dinosaurios que se resisten a dejar de opinar de lo divino y lo humano, manchando más si aún cabe el tensionado panorama de la política de este país. Resurgen de sus cenizas anunciando el apocalipsis zombi de los pactos de gobierno, esgrimiendo la estabilidad y la cordura frente a los que van a desangrar España a ritmo de iniciativas bolivarianas. Como si ellos no la hubiesen saqueado antes durante estos cuarenta años de democracia, a base de corrupción y corruptelas, hasta dejarla en los huesos y pasto de la ultraderecha.
Un adiós ha marcado estas pasadas elecciones. Rivera se nos fue, con una despedida cargada de la responsabilidad de quién se supo capitán de un barco que estrelló en las aguas de la ambición. Pomposa, mayúscula, como todo lo que hizo en su vida al frente de C’s. Ha sido la marcha de quién creyó ser presidente y no supo conformarse con pactar un gobierno con el PSOE, de quién creyó poder liderar el centro derecha derechizándose tanto que se lo ha merendado VOX.
Y ha sido de esos adioses que devoran todo a su paso, dejando un ‘partido esqueleto’ que ha perdido 47 diputados con lo que eso supone: hay que reconfigurar el organigrama, colocar en puestitos a los imprescindibles que perdieron el escaño, tapar las fugas de las ratas que abandonan la nave, solucionar los enormes problemas económicos que la perdida de subvenciones supone y además pretender seguir siendo determinantes en la configuración del nuevo congreso. Ahí es nada. Además de intentar dejar de girar como una veleta según vayan los aires de la opinión publica patria. La herencia recibida de un hijo del Ibex, fruto del marketing y el show con adoquines va a ser difícil de gestionar, máxime cuando cual Rey Sol el partido era él.
Cantabria no es una excepción. El pacto para la constitución del consistorio santanderino ya evidenció las diferencias de los representantes de la capital cántabra con Madrid. Ceruti aceptó el abrazo del PP con una aparente pinza en la nariz y no han dejado de surgir desencuentros en estos escasos meses de andadura municipal. Ahora nos cuenta el concejal que ese acuerdo de gobierno no debe darse por seguro, se filtran actas internas en las que se denuncian las tensiones en sus relaciones con el Partido Popular, cesan a toda la Junta Directiva de Santander por mandato divino de la Comisión de Garantías, les surgen los problemas con los nombramientos de directores generales, se tiran de los pelos por recolocar a los diputados que se han quedado en la cuneta después de estas generales…vamos, lo que viene siendo un partido en descomposición, o por lo menos es lo que aparenta.
Como todo lo que se descompone, tiene varios caminos: ser un magnifico compost para que surja algo nuevo de sus restos o seguir apestando hasta que se caiga a pedazos siguiendo la senda de a quien fagocitaron en su ascenso, el malogrado UPyD. Les diría que no se preocupen, que ya ven que Rosa Diez enseguida encuentra acomodo. Y si no se puede seguir dando espectáculo a golpe de tuit. Que las hay que les cuesta un adiós.
Son complejas las despedidas, una bifurcación de caminos que abren nuevos senderos. Hay adioses sinceros que dan las gracias por los tiempos compartidos, plagados de buenos deseos al que parte de nuestro lado. Los hay lentos, que se deslizan por la comisura de los labios como lagrimas solitarias; son adioses postergados, melancólicos, anunciados. También hay adioses sonoros, portazos del alma que cierran las puertas a nuevos reencuentros. Los hay dulces, llenos de caricias y besos porque saben que son meros paréntesis de vidas que se volverán a unir. Los hay terribles; despedidas que desgarran y arrasan todo a su paso convirtiendo los recuerdos en tierra quemada donde nada bueno volverá a prender.
La política está escasa de adioses. Algunas contemplamos estupefactas como ese “aferrarse al sillón” nos regala titulares de viejos dinosaurios que se resisten a dejar de opinar de lo divino y lo humano, manchando más si aún cabe el tensionado panorama de la política de este país. Resurgen de sus cenizas anunciando el apocalipsis zombi de los pactos de gobierno, esgrimiendo la estabilidad y la cordura frente a los que van a desangrar España a ritmo de iniciativas bolivarianas. Como si ellos no la hubiesen saqueado antes durante estos cuarenta años de democracia, a base de corrupción y corruptelas, hasta dejarla en los huesos y pasto de la ultraderecha.