Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Cambiar el modelo, reducir los desequilibrios
La recuperación económica ha llegado ya a Cantabria, por fin. Según la Contabilidad Regional, que acaba de publicar el INE, la actividad económica en nuestra Comunidad creció un 1,2% en 2014, un 2,6% en 2015 y un 2,3% en 2016. Estas cifras, sin embargo, son bastante inferiores a las del conjunto de España, que creció dos décimas más que Cantabria en 2014, seis más en 2015 y nueve más en 2016. La diferencia supone unos 210 millones de euros menos de actividad económica en nuestra Comunidad (el equivalente a una décima parte de nuestro PIB industrial). Lo preocupante, no obstante, no es el dato, sino la tendencia: como explicaré a continuación, la falta de dinamismo de nuestra economía está vinculada a la profundización de nuestros desequilibrios productivos y territoriales.
Empezaré por estos últimos. El mapa 1 muestra la creación de empleo en Cantabria entre 2013 y 2016, por municipios. En color verde se representan aquellos donde el empleo se ha incrementado de manera importante, con una tonalidad más oscura cuanto mayor haya sido dicho incremento; en amarillo, aquellos donde no ha habido variaciones destacadas; en naranja, los municipios donde ha disminuido el empleo; y en rojo, aquellos donde lo ha hecho con particular intensidad. Como se observa, la creación de empleo se está concentrando enormemente en torno a Santander y los municipios más próximos. Aparte de ello, casi todos los demás municipios donde se ha creado empleo de manera significativa se encuentran en la costa, en particular en la Oriental.
En sentido contrario, entre los municipios que lideran la pérdida de empleo en los tres últimos años destacan Torrelavega (junto con otros cercanos como Reocín y San Felices de Buelna) y Reinosa, además de Marina de Cudeyo. Se encuentran en este grupo, y no es un hecho a pasar por alto, las dos ciudades que, hasta hace pocas décadas, lideraban un potente eje industrial en nuestra Comunidad. Por otro lado, en prácticamente todo el interior de Cantabria son muy pocos los municipios donde se ha creado empleo de manera significativa; de hecho, en muchos de ellos incluso se han perdido puestos de trabajo desde 2013, en gran medida por la crisis de uno de sus tradicionales recursos, como es la ganadería.
El gráfico 1, donde agrupo los municipios de Cantabria en grandes áreas, muestra el peso de cada una de ellas tanto en los nuevos empleos creados en los tres últimos años (la barra verde) como en el empleo total existente en la Comunidad (el cuadrado rojo). Como se observa, de los alrededor de 10.000 puestos de trabajo netos creados en Cantabria desde 2013 (una cifra aún muy insuficiente para revertir los alrededor de 45.000 perdidos en los cinco años anteriores), casi la mitad se concentra en la capital; otra cuarta parte corresponde a la franja de municipios próximos a la costa que va desde Miengo y Polanco hasta Astillero y Penagos (que denomino Costa central). Tanto Santander como la Costa central tienen un mayor peso en los nuevos empleos creados que en el total de los existentes, lo cual refleja que la preponderancia de estas dos áreas en la economía regional se está incrementando notoriamente. Trasmiera y la Costa oriental (con el 17,1% de los nuevos empleos) y la mucho más modesta en su dimensión económica Costa occidental (con el 5,7%) también están ganando algo de peso. Por el contrario, Torrelavega y la Cuenca del Besaya y el resto del interior de la región están perdiendo cada vez más importancia. Estas dos áreas solo están aportando, respectivamente, uno de cada 50 y uno de cada 20 nuevos empleos creados en Cantabria, muy por debajo de lo que les correspondería de acuerdo con su peso.
La economía de Cantabria, por tanto, se está inclinando cada vez más hacia la costa y, dentro de ella, hacia el centro. Es como si tuviéramos dos Cantabrias: una, por encima de la Autovía del Cantábrico y sin alejarse mucho de la A-67 o la S-10, donde la actividad reverdece tras la crisis; otra, el resto de la Comunidad (donde aún vive más de la mitad de la población y cuyo territorio representa nada menos que el 95% de la superficie regional), que muestra un estancamiento o, en determinados casos, un declive que se profundiza. El creciente desequilibrio territorial de Cantabria lleva consigo, además, un no menos preocupante desequilibrio productivo, el cual explicaré a continuación.
El gráfico 2 muestra el peso de varios sectores de actividad en los nuevos empleos creados en Cantabria en los tres últimos años (la barra roja) y en el empleo total existente en la Comunidad (el cuadrado verde). Hay dos sectores cuya contribución a los nuevos puestos de trabajo es claramente muy superior a la que les correspondería de acuerdo con su peso en el empleo existente: la hostelería, con el 17,7% de los empleos creados desde 2013; y las actividades administrativas y servicios auxiliares, con el 16,1%. Son, por tanto, los dos sectores hacia los que se orienta exageradamente la actividad económica que se está generando en Cantabria. Actividades, por lo general, con baja productividad y valor añadido. Por el contrario, otras actividades con elevada productividad como son la industria y los servicios incluidos en la categoría denominada otros servicios privados (que recoge, en general, actividades que requieren una elevada cualificación) están perdiendo peso.
La industria y los servicios intensivos en conocimiento son las actividades que lideran las economías de las regiones más exitosas de Europa. En cambio, en Cantabria, la industria solo ha contribuido a crear el 0,1% de los nuevos empleos; es decir, prácticamente nada. Algo mejor le ha ido a la rama donde se incluyen los servicios de mayor productividad, que ha aportado el 12,8% de los nuevos puestos de trabajo, si bien por debajo de su peso en la economía regional. Por otro lado, el sector primario, otro de los puntales tradicionales de nuestra economía, aunque muy venido a menos desde hace décadas, no solo no está contribuyendo a la creación de puestos de trabajo, sino que los está perdiendo. En el último año, el valor medio de la producción de un trabajador español (la productividad) aumentó un 0,5%, lo cual es muy poco. Pues bien, en Cantabria no solo no aumentó sino que se redujo un 0,4%. Esto no significa que los cántabros con un empleo trabajemos menos, sino que nuestra economía se está orientando cada vez más hacia actividades que aportan menos valor, llevan asociada una menor remuneración y, con ello, tienen menor capacidad para impulsar otras actividades y el conjunto de la economía.
Los datos reflejan, en resumen, que el crecimiento económico que está teniendo lugar en Cantabria está profundizando los preocupantes desequilibrios territoriales y productivos existentes en nuestra Comunidad. Llevamos décadas perdiendo lo que en su momento fueron los buques insignia de nuestra economía y que la situaban tradicionalmente entre las más avanzadas de España: la industria y el sector primario. El problema es que no se está produciendo un relevo adecuado, el cual debería estar liderado por actividades de alta productividad y valor añadido tanto en los servicios como en la industria, como ocurre en todas las regiones avanzadas de España y de Europa. Nuestra economía, que hace 30 años contaba con una producción por habitante un 5% inferior a la media estatal, está ahora un 10% por debajo. En este tiempo, Cantabria se ha inclinado demasiado hacia la costa y, en paralelo, ha otorgado un protagonismo excesivo a los sectores hacia los que esta se ha orientado, como el turismo, la construcción y, en general, actividades de bajo valor añadido. Mientras, el interior ha quedado cada vez más vacío de actividad económica, de empleo y de población joven, y nuestro otrora potente eje industrial Besaya-Campoo ha sufrido un tremendo declive. Santander y los municipios de su entorno han quedado como prácticamente el único polo relevante de actividad económica, no por su capacidad para atraer actividades de alto valor añadido en la industria y los servicios de alta cualificación (claramente insuficiente), sino por la ausencia de otros polos siquiera remotamente comparables.
Los vientos de la economía soplan ahora favorables. Es buen momento para repensar los cimientos de nuestra estructura productiva, con un horizonte a largo plazo. Para que no vuelva a derrumbarse con el primer temporal. Para tratar de potenciar una especialización más en línea con la de las regiones más avanzadas de España y de Europa, en lugar de caminar hacia la de las más atrasadas. Para impulsar la existencia de múltiples ejes de actividad económica en nuestra Comunidad en lugar de uno solo, y para favorecer con ello también una mayor diversidad productiva, aprovechando múltiples potenciales. Para evitar que el interior de la región se convierta en uno de los desiertos más verdes y más bonitos del mundo. Es importante plantearse todo ello porque Cantabria necesita algo más que mes y medio al año de avalancha de turistas, chalets inundando la costa y jóvenes cualificados haciendo las maletas. Somos capaces de hacer cosas más valiosas, actividades con mucho más potencial para impulsar el empleo y la calidad de vida en nuestra Comunidad. ¿Por qué no intentarlo?
La recuperación económica ha llegado ya a Cantabria, por fin. Según la Contabilidad Regional, que acaba de publicar el INE, la actividad económica en nuestra Comunidad creció un 1,2% en 2014, un 2,6% en 2015 y un 2,3% en 2016. Estas cifras, sin embargo, son bastante inferiores a las del conjunto de España, que creció dos décimas más que Cantabria en 2014, seis más en 2015 y nueve más en 2016. La diferencia supone unos 210 millones de euros menos de actividad económica en nuestra Comunidad (el equivalente a una décima parte de nuestro PIB industrial). Lo preocupante, no obstante, no es el dato, sino la tendencia: como explicaré a continuación, la falta de dinamismo de nuestra economía está vinculada a la profundización de nuestros desequilibrios productivos y territoriales.
Empezaré por estos últimos. El mapa 1 muestra la creación de empleo en Cantabria entre 2013 y 2016, por municipios. En color verde se representan aquellos donde el empleo se ha incrementado de manera importante, con una tonalidad más oscura cuanto mayor haya sido dicho incremento; en amarillo, aquellos donde no ha habido variaciones destacadas; en naranja, los municipios donde ha disminuido el empleo; y en rojo, aquellos donde lo ha hecho con particular intensidad. Como se observa, la creación de empleo se está concentrando enormemente en torno a Santander y los municipios más próximos. Aparte de ello, casi todos los demás municipios donde se ha creado empleo de manera significativa se encuentran en la costa, en particular en la Oriental.