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Cantabria necesita un cambio en el modelo productivo
Las reacciones ante los malos datos de empleo del último año en Cantabria, publicados hace unos días, han sido unánimes, reflejando la gran preocupación existente en torno a la situación de la economía y el mercado laboral de nuestra región. Compartiendo dicha preocupación, este artículo realiza un análisis más a largo plazo de la economía y el empleo de Cantabria para, a partir de la comparación con otras comunidades autónomas más exitosas, detectar algunas claves para la mejora de nuestro modelo productivo.
El indicador más habitualmente utilizado para analizar el progreso económico de un territorio es el PIB por habitante, que se calcula dividiendo el valor de la producción (el PIB) en un periodo de tiempo (generalmente, un año) entre su población. En el año 2000, el PIB por habitante de nuestra región era casi 7 puntos inferior al promedio estatal. Entre 2000 y 2014, la economía cántabra ha evolucionado peor que la española, perdiendo otros 3 puntos en relación a la misma. En este periodo, 12 comunidades autónomas han tenido una mejor evolución económica que Cantabria, mientras que únicamente a 4 les ha ido peor.
La evolución de Cantabria, por tanto, no ha sido buena. No obstante, hay que hacer dos puntualizaciones importantes en relación al indicador utilizado. En primer lugar, el PIB por habitante en ocasiones aumenta favorecido porque el territorio en cuestión partía de un nivel económico muy bajo y se acerca algo al resto (caso, por ejemplo, de Extremadura). Por otro lado, este indicador también puede crecer debido a una caída o estancamiento de la población (su denominador) en lugar de por un aumento de la producción, como ha ocurrido en Asturias y en Castilla y León, caracterizadas por su declive demográfico.
Por ello, tomo como modelo de referencia para Cantabria aquellas regiones que reúnan tres características: 1. Un mayor nivel económico que la media nacional; 2. Una mejor evolución en los últimos años; y 3. Que lo hayan conseguido aumentando también la población y el empleo. Solo hay tres comunidades autónomas que cumplen simultáneamente esas tres condiciones: Madrid (un caso particular que se beneficia mucho de ser la capital, atrayendo empresas y trabajadores cualificados), el País Vasco y Aragón. En lo que llevamos de siglo, mientras Cantabria ha perdido 3 puntos respecto a la media estatal en su PIB por habitante, el País Vasco ha ganado 8 puntos, consolidando un liderazgo económico que ya tenía inicialmente; Aragón, por su parte, situado ligeramente por encima del promedio nacional al inicio, ha ganado otros 5,5 puntos respecto al mismo en estos años.
En 2014, la tasa de empleo (el porcentaje de la población que tiene un empleo) en el segmento entre 16 y 64 años fue, en nuestra región, 2,2 puntos inferior a la vasca y 1,5 puntos menor que la aragonesa, según la EPA. Con la misma tasa de empleo y evolución económica reciente que Aragón, Cantabria tendría actualmente casi 6.000 empleos más y un PIB unos 1.100 euros más alto por habitante. Si la referencia fuera el País Vasco, la ganancia sería de más de 8.000 puestos de trabajo y más de 1.600 euros por habitante. Ante ello, las preguntas que seguramente nos surgirán son: ¿Cómo lo hacen estas dos regiones? O, mejor dicho, ¿qué hacen? (¿a qué se dedican?).
El gráfico 2 describe el peso que tienen, en Cantabria, el País Vasco y Aragón, varios sectores económicos de especial interés, a partir de la afiliación a la Seguridad Social de diciembre de 2015. Del análisis comparativo se desprenden cuatro elementos clave:
1. La industria. En Cantabria, el 14,1% del empleo radica en este sector, frente al 19,1% en el País Vasco y el 16,7% en Aragón. Necesitaríamos casi 10.000 empleos industriales más para alcanzar el porcentaje vasco y casi 5.000 para llegar al aragonés. Entre 2008 y 2014, Cantabria ha perdido unos 12.000 empleos industriales, casi un 30% de los inicialmente existentes. Aunque en el resto de España ha ocurrido algo similar, el problema particular de nuestra industria es que no se está recuperando: en 2015, casi 8 de cada 100 nuevos empleos en el País Vasco y más de 20 de cada 100 en Aragón se crearon en la industria, por apenas 4 de cada 100 en Cantabria.
2. Los servicios de alto valor añadido. En Cantabria, según la EPA, el 44,5% de los trabajadores tiene educación superior, por el 54,4% del País Vasco. En relación al porcentaje de la comunidad vecina, nos faltan más de 22.000 trabajadores cualificados. ¿Cómo puede existir esta diferencia si Cantabria, históricamente a la cabeza de España en la extensión de la educación, sigue contando junto con el País Vasco con la menor tasa de abandono educativo del Estado? Porque nuestra región ofrece muchas menos oportunidades laborales a los trabajadores mejor formados y gran parte de ellos, especialmente los más jóvenes, se van. Es una sangría dramática para nuestra comunidad, que pierde con ello su mejor activo: su capital humano. Los servicios, en particular los de alto valor añadido y mayor productividad, constituyen actualmente el grueso de los nichos de empleo para las personas altamente cualificadas. Pero Cantabria, por ejemplo, necesitaría contar con unos 3.500 empleos más en actividades profesionales, científicas y técnicas, y casi 3.000 más en educación, para igualar el peso que tienen estas actividades en el País Vasco, reflejado en el gráfico.
3. La construcción. Este sector, de baja productividad relativa, tiene un mayor peso en Cantabria que en el País Vasco y Aragón. El desequilibrio era mucho mayor antes del estallido de la burbuja inmobiliaria: entre 2000 y 2008, según el INE, la construcción llegó a suponer el 13,7% del empleo en Cantabria, más de 4 puntos por encima del dato vasco y casi 3 más que el aragonés. Y parece que este patrón tiende a repetirse: 11 de cada 100 empleos creados en nuestra región en 2015 fueron en la construcción; en Aragón fueron 10 de cada 100, mientras que en el País Vasco no se creó empleo en el sector.
4. Los servicios de bajo valor añadido. El peso de estas actividades, también de baja productividad relativa, es mayor en Cantabria que en las dos regiones de referencia: el comercio concentra el 17,9% del empleo en nuestra región, 2 puntos más que en el País Vasco y 1 por encima de Aragón; la hostelería aporta otro 8,9%, casi 2 puntos más que en las otras dos regiones; y los servicios administrativos y auxiliares, con un 8,1%, se sitúan más de un punto por encima de los datos vasco y aragonés. En 2015 este desequilibrio se ha acentuado: en Cantabria, 20 de cada 100 nuevos empleos se han creado en el comercio, por 11 en el País Vasco y 10 en Aragón; 17 de cada 100 nuevos empleos, en la hostelería, por 12 y 10, respectivamente, en las otras dos regiones; y 15 de cada 100 en actividades administrativas y auxiliares, por 10 y 5, respectivamente, en las comunidades vasca y aragonesa.
En definitiva, los datos reflejan cómo el declive económico de Cantabria está muy relacionado con su estructura productiva, que adolece de un desequilibrio: carecemos de suficientes actividades de alto rendimiento económico. Este desequilibrio, además, se está haciendo más profundo. La comparación con las regiones más exitosas refleja que el déficit productivo de nuestra región se concentra en dos ámbitos: los servicios de alta cualificación y la industria.
Cantabria tiene un gravísimo problema de falta de empleo: necesitaríamos crear 25.000 puestos de trabajo para alcanzar el promedio europeo de tasa de empleo. Aunque todos los sectores han de contribuir a ello, nuestro modelo de crecimiento ha de reorientarse para que, como ocurre en las regiones con mejores resultados, los servicios de alta cualificación y la industria pasen a liderar nuestra economía y la creación de empleo. Lograr esto será la clave para el desarrollo económico de Cantabria en las próximas décadas; para conseguir que los jóvenes no solo estemos cada vez mejor formados, sino que podamos tener oportunidades de vivir aquí y de contribuir al progreso de una región que no debería conformarse únicamente con ser bonita.
Las reacciones ante los malos datos de empleo del último año en Cantabria, publicados hace unos días, han sido unánimes, reflejando la gran preocupación existente en torno a la situación de la economía y el mercado laboral de nuestra región. Compartiendo dicha preocupación, este artículo realiza un análisis más a largo plazo de la economía y el empleo de Cantabria para, a partir de la comparación con otras comunidades autónomas más exitosas, detectar algunas claves para la mejora de nuestro modelo productivo.
El indicador más habitualmente utilizado para analizar el progreso económico de un territorio es el PIB por habitante, que se calcula dividiendo el valor de la producción (el PIB) en un periodo de tiempo (generalmente, un año) entre su población. En el año 2000, el PIB por habitante de nuestra región era casi 7 puntos inferior al promedio estatal. Entre 2000 y 2014, la economía cántabra ha evolucionado peor que la española, perdiendo otros 3 puntos en relación a la misma. En este periodo, 12 comunidades autónomas han tenido una mejor evolución económica que Cantabria, mientras que únicamente a 4 les ha ido peor.