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¿Y Cantabria?
El debate interno en Podemos en torno al rumbo que el partido morado deberá tomar a partir de su próxima Asamblea Ciudadana Estatal ya ha comenzado. La Asamblea, conocida como “Vistaalegre II”, tendrá lugar en febrero de 2017.
En la primera Asamblea Ciudadana, los documentos que resultaron vencedores estaban pensados para afrontar el frenético ciclo electoral que se avecinaba en España, tanto en la estructura organizativa como en el rumbo político. Concentración del poder en la cúspide, centralismo hipertrofiado y estructura jerárquica fueron algunas de sus principales características que perduran hasta la actualidad. Sin embargo, a día de hoy, pasado ya ese ciclo electoral con resultados nunca imaginados para fuerzas populares, toca repensar aquel modelo.
El debate podría ser muy rico. Discutir sobre qué tipo de estructura organizativa es la mejor para la nueva fase y cuál es el mejor camino para conseguir el objetivo compartido de alcanzar la victoria, dan para mucho. Sin embargo, con la interesada ayuda del relato de los grandes medios de comunicación, esta posibilidad se está transformando en una disputa entre dos grandes corrientes identificadas cada una con uno de los dos grandes referentes de Podemos: Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.
Citaba a los grandes medios, pero no podemos obviar que las principales razones para que esto suceda surgen de la propia organización de Podemos. La estructura vertical y centralizada salida de la primera Asamblea Ciudadana ayuda a que esto suceda. En las Comunidades Autónomas, los militantes y simpatizantes de Podemos tienden a enmarcarse en el debate, antes de iniciarlo, en función del referente con el que se identifiquen más. Esto acaba cercenando las posibilidades de un debate real. Los temas presentes se estrechan y la dirección de las propuestas es unidireccional. En el debate, se reproduce la estructura radial de la red de comunicaciones del Estado, con la Calle Princesa ejerciendo de kilómetro cero. Como consecuencia, las propuestas desde las realidades más cercanas, o bien escasean, o bien son directamente inexistentes y se producen grietas entre los compañeros.
Esto último es lo que considero que está sucediendo en Cantabria. Esta semana hemos podido ver como algunas de las cabezas visibles del partido en nuestra Comunidad entraban públicamente en el debate, situándose en una de las dos grandes posiciones existentes. Unos firmaban el manifiesto cercano a Íñigo Errejón y otros apoyaban la propuesta encabezada por Pablo Iglesias. Desde luego, toda persona inscrita en Podemos tiene el derecho de apoyar lo que considere oportuno. Y, en el caso de cargos públicos y orgánicos del partido, me parece honesto que así se haga. Pero la ausencia de debate sobre el futuro de Podemos más allá de estos alineamientos me parece que muestra los déficits del partido en Cantabria. Que las principales caras visibles de Podemos en nuestra tierra entren al debate de esta forma, no ayuda a que en nuestros pueblos y ciudades los militantes y simpatizantes puedan debatir sobre el papel de Cantabria tanto en el futuro del partido como del Estado.
Se repite mucho en este debate que “el Podemos que salga de Vistaalegre tiene que anticipar la España que queremos a futuro”. Pues bien, si esta afirmación es cierta, los propios dirigentes y cargos públicos cántabros de Podemos son quienes no están otorgándole el protagonismo merecido y necesario a nuestra tierra, nuestra gente y sus problemas, en la discusión abierta.
Uno de los temas que de momento no están en primera línea pero que serán ineludibles a corto plazo, es el territorial. Que el centralismo vigente en Podemos no tiene más recorrido es algo que compartimos casi todos. Que la necesidad de federalizar el partido es acuciante, también. Pero, y del papel que Podemos Cantabria jugará en la estructura del nuevo Podemos, ¿quién está hablando? Si nosotros mismos no lo abordamos, no esperemos a que desde Madrid nos tengan en cuenta. Es aquí desde donde deberían discutirse propuestas en este sentido, dibujando qué papel queremos jugar en el futuro de Podemos y qué relación queremos tener con la estructura estatal. Si queremos ser un partido cántabro o un partido “en Cantabria”.
Así mismo, no podemos ni debemos olvidarnos de nuestras realidades locales. Hasta ahora, fruto del tipo de partido surgido en el primer Vistaalegre, los municipios han tenido un peso muy pequeño. Sin capacidad de decisión y sin recursos. Esto debe de cambiar. Es prioritario para afrontar la construcción de una cotidianidad alternativa. Y es algo que desde Cantabria deberíamos situar en primer plano. Así como nuestras formas de organización territorial tradicionales. Si queremos explorar el desarrollo de la comarcalización de Cantabria -paralizada sine díe-, ¿no deberíamos mostrar nuestra voluntad de que en Podemos tengan un espacio decisorio las estructuras comarcales? ¿No deberíamos al menos debatir sobre ello?
La falta de debates propios también condena al olvido a nuestro mundo rural. ¿No deberíamos de poner el punto de mira en buscar formas organizativas que permitan que no quede relegado a los márgenes como ha sucedido hasta ahora? ¿No deberíamos tener debates sobre cómo construir una narrativa que incorpore a este sector poblacional al polo del cambio?
Centrar el debate en la inserción de Podemos Cantabria en la estructura de Podemos, como preludio de la inserción de Cantabria en el modelo territorial estatal, debería ser nuestra prioridad. Y nuestros cargos públicos y caras visibles deberían ser los primeros en impulsarlo. Necesitamos un debate propio para encontrar la mejor estructura organizativa y la mejor ruta política para poder solucionar nuestros problemas. ¿Quién, si no, va a abordar las razones de la pérdida de calidad en nuestro servicio público sanitario o de la constante terciarización de nuestra economía que obliga a cientos de los nuestros a emigrar cada año?
Si realmente tenemos la convicción de que el debate interno tiene que anticipar la España que queremos, ¿no merece la inserción de Cantabria como sujeto político propio en un nivel territorial más amplio al menos la misma importancia que el sistema de votación? Romper con la dinámica centralista pasa por ser capaces de ser nosotros mismos quienes pongamos sobre la mesa los temas que nos preocupan e importan. Implica también “federalizar los relatos”, para que las disensiones que puedan surgir aquí lo hagan en función de diferentes puntos de vista en torno a una agenda propia. Que no tengan por qué enmarcarse en las disputas de corrientes surgidas en Madrid e irradiadas a toda España desde el centro.
En las campañas electorales para las elecciones generales, nos presentamos como la opción de todas aquellas personas cansadas del olvido al que los grandes partidos condenaban a nuestra tierra. Algunos nos creímos que Podemos podía ser una herramienta para ello, sin embargo, si no cambia la dinámica actual, puede que tengamos que replanteárnoslo y buscar espacios dispuestos a sumarse a la ola del cambio, pero desde una verdadera autonomía política y organizativa que no supedite nuestros intereses a ninguna estructura superior.
Respetémonos, valorémonos y no seamos nosotros mismos quienes olvidemos a Cantabria. Por coherencia y por necesidad.
El debate interno en Podemos en torno al rumbo que el partido morado deberá tomar a partir de su próxima Asamblea Ciudadana Estatal ya ha comenzado. La Asamblea, conocida como “Vistaalegre II”, tendrá lugar en febrero de 2017.
En la primera Asamblea Ciudadana, los documentos que resultaron vencedores estaban pensados para afrontar el frenético ciclo electoral que se avecinaba en España, tanto en la estructura organizativa como en el rumbo político. Concentración del poder en la cúspide, centralismo hipertrofiado y estructura jerárquica fueron algunas de sus principales características que perduran hasta la actualidad. Sin embargo, a día de hoy, pasado ya ese ciclo electoral con resultados nunca imaginados para fuerzas populares, toca repensar aquel modelo.