Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
A ciencia incierta
«Coged el tranvía hacia El mago de Oz», nos dijeron en la oficina de turismo de la plaza del Pilar, donde un grupo interpretaba con entusiasmo lo que debía ser la música popular de la tierra (sevillanas). Obedecimos una orden que nos pareció imposible: ¿al mago de Oz se llega en tranvía? En Zaragoza, sí. Nosotros no llegamos a Oz porque íbamos a Antígona, la librería que organizaba uno de los actos del foro «El Álbum en el Aula», dedicado a explorar la utilidad de esta clase de libros en la educación infantil. La edición de este año se llama «A ciencia incierta. Conversaciones acerca del libro álbum, la mediación lectora y el conocimiento del mundo».
Antígona no es Oz, pero cuando uno entra allí siente haber llegado a la tierra prometida. Todas las librerías son bienvenidas, pero en pocas uno se siente como en su casa, o más exactamente, como si en su casa pudiese tener casi todo lo que merece la pena leer en los próximos 40 o 50 años y lo que la ha merecido en los pasados. Y no es necesario tener un local enorme para eso (como más cerca de aquí demuestra Dlibros, en Torrelavega): lo que hace falta, sobre cualquier otra cosa, es pasión, amor por lo que uno hace.
En este acto en la librería entramos al Fórum, un evento organizado por segunda vez por la Universidad de Zaragoza y la asociación ¡Álbum! La asociación lo celebra también en otras plazas, pero Arianna Squilloni, una de sus cabezas visibles, subraya orgullosa que este de Zaragoza ha logrado atraer más participantes (unas seis docenas) que los de Madrid y Barcelona. Seguramente tiene que ver con ello el «Máster propio en Lectura, libros y lectores infantiles y juveniles», una apuesta muy seria de la Universidad de Zaragoza.
Las editoriales de ¡Álbum! presentes (Juventud, Takatuka, Milrazones) disfrutamos al día siguiente de la segunda jornada del foro, que se celebra en una calle que se llama Basilio Paraíso. Disfrutamos de una atención despierta y de un interrogatorio no por cordial menos incisivo: ¿por qué publicáis estos libros y no otros? ¿Qué es lo que hacéis para que los libros acaben siendo como son? ¿Qué es lo que los convierte en útiles en las aulas?
Los editores estamos muy a gusto en segundo plano: deseamos los focos, sí, pero para nuestros autores y para nuestros libros. Pero también nos gusta mucho hablar de un trabajo que nos hace felices (y pobres, con frecuencia). Así que lo pasamos bien, pero mejor todavía fue que nos dejaran quedarnos a la siguiente y última mesa del Foro, en la que tres maestras nos contaron experiencias sobre aulas, álbumes y niños. Experiencia rurales, asombrosas, entusiastas. De nuevo vemos brillar la pasión, el amor por lo que uno hace. En este caso, educar a nuestros hijos.
Las tres nos dieron testimonios a añadir a lo que sabemos a ciencia cierta: que en estos tiempos de saqueo sistemático de lo común, la enseñanza y la sanidad públicas sobreviven con muchísima dignidad gracias a la entrega de quienes trabajan en ellas. Más mujeres que hombres con mucha frecuencia, como también ocurre en el Foro.
Hace unos meses Rosa Tabernero, profesora de la Universidad, directora del máster en lectura y especialista muy reconocida, declaraba algo que muchos sospechábamos: «Aragón ocupa en la literatura infantil y en la juvenil un lugar de honor». Cuando el viernes nos sentamos a comer las sospechas se habían convertido en certidumbre.
Durante la comida una editora asegura que a ella solo la importan Latinoamérica y Julia. La pobre Julia, librera de Antígona, intenta tragarse tamaña hipérbole con un poco de lechuga y cerveza, pero su cara de pasmo evidencia la dificultad. El subidón de la editora es comprensible y compartido: estar rodeado de gente a la que preocupa la educación y que valora las aportaciones de todos anima mucho. No todo está perdido…
Volveremos a Zaragoza, un sitio donde el interés por lo que leen y miran los chicos es patrimonio de toda la ciudad, no solo del máster. Compruébelo, si quiere, con un callejero: La isla del tesoro, Mary Poppins y King Kong están muy cerquita de El mago de Oz, algo que hasta ahora creíamos que únicamente podía pasar en las estanterías de los libros.
«Coged el tranvía hacia El mago de Oz», nos dijeron en la oficina de turismo de la plaza del Pilar, donde un grupo interpretaba con entusiasmo lo que debía ser la música popular de la tierra (sevillanas). Obedecimos una orden que nos pareció imposible: ¿al mago de Oz se llega en tranvía? En Zaragoza, sí. Nosotros no llegamos a Oz porque íbamos a Antígona, la librería que organizaba uno de los actos del foro «El Álbum en el Aula», dedicado a explorar la utilidad de esta clase de libros en la educación infantil. La edición de este año se llama «A ciencia incierta. Conversaciones acerca del libro álbum, la mediación lectora y el conocimiento del mundo».
Antígona no es Oz, pero cuando uno entra allí siente haber llegado a la tierra prometida. Todas las librerías son bienvenidas, pero en pocas uno se siente como en su casa, o más exactamente, como si en su casa pudiese tener casi todo lo que merece la pena leer en los próximos 40 o 50 años y lo que la ha merecido en los pasados. Y no es necesario tener un local enorme para eso (como más cerca de aquí demuestra Dlibros, en Torrelavega): lo que hace falta, sobre cualquier otra cosa, es pasión, amor por lo que uno hace.