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Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

Circo

Hay gente que piensa que España es un país aburrido. Yo no. España es como el teatro. Digo más, es como el circo. Digo más, es como un circo dirigido por Scorsese. Como un circo dirigido por el Scorsese de los setenta ciego a red bull. ¿Habéis oído lo de Jaime Botín con el Picasso de contrabando en el barco? Yo lo veo en plan Ray Liotta en Uno de los nuestros, intentando tirar el cuadro por el váter mientras la policía aporrea la puerta. ¿Y esto? ¿El qué? El cuadro. ¿Esto? Nada, un pintarrajo. Lo pillaron en Córcega. Lo que sigo sin entender es cómo pretendía llegar a Suiza en barco.

Con historias así Rajoy nunca se aburriría en las cumbres europeas si supiera inglés. Tendría anécdotas de sobra para no salir de lado en las fotos. Porque da un poco de pena verlo solo en la silla con cara de pues sí que es esto grande, sin poder mirar el smarthphone, ni leer el Marca, mientras el resto de líderes charla alegremente de cosas intrascendentes. Rajoy, que no es un presidente, es la intrascendencia misma, sin nadie con quien cruzar cuatro tristes vaguedades. Debería entristecernos a todos.

Yo siempre me pregunto por qué no se junta con el primer ministro de Portugal. Al fin y al cabo es gallego. Seguro que se entienden. Mi teoría es ésta: por lo mismo que no le da la mano a Tsipras. Portugal, debe pensar Rajoy, huele a pobre en el autobús. España, en ese sentido, es como la señora que tuerce la cara y se agarra el bolso mientras reza para que nadie se dé cuenta de que el collar de perlas lo compró su yerno en Andorra. A mí me parece que deberíamos ser más amigos de Portugal. Es más, tendríamos que fusionarnos aprovechando que Cataluña a lo mejor se va. Sería un golpe de efecto. Con un poco de suerte a lo mejor en unos años tenemos un presidente del Gobierno capaz de hablar en inglés. Un portugués, digo.

No quiero seguir con Rajoy, pero empiezo y me cuesta dejarlo. Es como un accidente en la carretera: no quieres mirar pero miras. Rajoy es un sí pero no que nunca termina. No se sabe cómo ha llegado hasta ahí. Tú pones a Rajoy al lado de Zapatero y de repente Zapatero parece Von Bismarck. Rajoy nos vuelve un poco estadounidenses, nos hace recordar esa frase que siempre dicen en las películas que acaban con la bandera de las barras y estrellas ondeado al viento: en este país cualquiera puede llegar a ser presidente.

Por eso España es tan divertida. Incluso Cantabria. ¿Habéis visto el cargo de Eva Díaz Tezanos? ¿Qué pasa ahí? ¿Nadie más trabaja en ese Gobierno? Eso no es una Consejería, eso es Versalles. No digo que la culpa sea de la vicepresidenta. Yo me imagino la escena, cuando repartieron los cargos: ¿Quién quiere Universidades? Y todos mirando al suelo. ¿Nadie? ¿Y Medio Ambiente? ¿Investigacion? ¿Política Social? ¿Nadie? ¡Va, no jodáis!

Y le tocó.

A los periodistas nos viene muy mal. Esto es una queja estrictamente profesional. Pero es que no hay forma de meter toda esa retahíla en un titular. Ni siquiera en un subtítulo a cinco columnas. ¿Y los locutores de radio? ¿Cuántos se nos van a ahogar de aquí al final de la legislatura? Yo propongo una abreviatura. Unas siglas o algo. Consejera de MUIPS. O multiconsejera. Yo qué sé. Se puede discutir. Pero algo hay que hacer.

Esto, por cierto, no pasaría nunca en Andalucía. Porque no hay consejera que vigile a tantos directores generales con la chequera a estrenar.

Hay gente que piensa que España es un país aburrido. Yo no. España es como el teatro. Digo más, es como el circo. Digo más, es como un circo dirigido por Scorsese. Como un circo dirigido por el Scorsese de los setenta ciego a red bull. ¿Habéis oído lo de Jaime Botín con el Picasso de contrabando en el barco? Yo lo veo en plan Ray Liotta en Uno de los nuestros, intentando tirar el cuadro por el váter mientras la policía aporrea la puerta. ¿Y esto? ¿El qué? El cuadro. ¿Esto? Nada, un pintarrajo. Lo pillaron en Córcega. Lo que sigo sin entender es cómo pretendía llegar a Suiza en barco.

Con historias así Rajoy nunca se aburriría en las cumbres europeas si supiera inglés. Tendría anécdotas de sobra para no salir de lado en las fotos. Porque da un poco de pena verlo solo en la silla con cara de pues sí que es esto grande, sin poder mirar el smarthphone, ni leer el Marca, mientras el resto de líderes charla alegremente de cosas intrascendentes. Rajoy, que no es un presidente, es la intrascendencia misma, sin nadie con quien cruzar cuatro tristes vaguedades. Debería entristecernos a todos.