Sin duda, esta es una de esas frases que han revoloteado en mi cabeza durante toda mi vida. Y, aunque no tengo muy claro cuándo fue la primera vez que la escuché, en mis neuronas pervive el vertiginoso olor de aquella adolescente sensación de pensar que no-puede-significar-lo-que-parece-que-significa.
- ¡Error!
Esta exagerada metáfora de la personalidad viene a decir algo así como que, a veces, somos tan escrupulosos, meticulosos o sumamente pesados que terminamos agarrando nuestro querido apéndice sexo-urinario (perdonen, una vez más, las hembras a los varones por el uso de la lengua) con un papel tan fino como el de fumar.
- ¡No vaya a ser que de tocarla, sujetarla o cogerla mediante el método tradicional se nos estropee entre los dedos!
Nuestros días
En estos días que corren, en estos tiempos nuestros, no se me ocurre mejor frase para definir las olas, contra-olas, resacas y cybertsunamis que podemos leer en los principales medios de descomunicación.
Poco a poco, nos hemos ido convirtiendo en unas arpías que gritan cada vez que alguien se acerca a nuestro idílico reino y que conciben el mundo de la única manera que se puede concebir: la nuestra. Parece ser que todo lo que no nos gusta se ha convertido en la gota que colma el vaso de orina, en la supernova que se zampa de un bocado el universo o en la presión craneal necesaria para lanzar nuestros ojos contra una diana de pared de taberna irlandesa, ¡qué bochorno, por el amor de Afrodita!
Corremos de un lado a otro, compartimos en nuestro Facebook y saltamos ante los parroquianos de nuestra capilla-bar más cercana para buscar un momento de comprensión antes de que suenen las siete trompetas, se rompan los siete sellos y de que la prostituta de Babilonia llame a nuestra puerta para atormentarnos.
La peste
Unos gritan encolerizados ante unos titiriteros porque creen que son Satanás, Lucifer, Belcebú y Mefistófeles con unos muñecos de trapo en la mano; otros saltan por sus ventanas porque miles de aficionados al fútbol se ponen a pitar el himno nacional; otros rompen las paredes de sus casas a cabezazos porque un artista internacional saca una bandera de España en un concierto en Barcelona; otros porque una comparsa de Santoña marcha disfrazada de la Falange en el carnaval…
Al fondo, a la derecha, una niña gira su cabeza y lanza vómitos verdes porque la Policía publica un tuit sobre “besos robados” el día de San Valentín, porque un artista dice no sé qué en una canción, porque unos niegan que España exista, porque otros niegan la negación, porque alguien ha enseñado los pechos, porque una señora transforma un Padre Nuestro, porque Messi tira un penalti no sé cómo, porque cómo van a pactar estos con los otros y los otros con aquellos… ¡si sólo los míos tienen razón! Por el amor de Dios… esto es un sin vivir, ¿¡quién demonios va a ganar Gran Hermano VIP!?
Y se nos llena la boca con que estos son tal y los otros son cual y nosotros somos tal cual, cuando lo único cierto es que tanto a los unos, a los otros como a los de más allá, se nos cae por las orejas la misma bilis caducada.
Pausa dramática
En fin, que ni toda la vida es sueño ni los sueños, sueños son. No. Nada, absolutamente nada conseguiremos, mientras no nos demos cuenta de que todas las opiniones son necesarias; que hasta en la Edad Media en el Carnaval se permitía toda crítica (por zafia e inapropiada que nos pueda parecer); que el fútbol es sólo un maldito show al que damos muchísima más importancia de la que merecería en una sociedad avanzada; que tenemos que intentar reírnos de todo, que nadie es tan contingente, que la realidad es la que es (y no la que a mí me gustaría que fuese), que las cambios necesitan cocción a fuego-tortuga para poder saborearse, que la incomprensión no se combate con incomprensión...
Y que, mientras tanto, mientras nos preocupamos por chocarrerías, por levedades varias, tenemos más paro, más trabajo de mierda, más impuestos, más recortes de derechos, más mujeres muertas por violencia de género, la amenaza real del terrorismo, un Gobierno que le da medallas a la Virgen, las angulas a un precio inalcanzable, Santander sin lluvia, la Justicia sin presupuesto y una fractura social que nos ha impedido, nos impide y nos impedirá avanzar en la buena dirección por muchos años.
En resumidas cuentas, tengo la sensación de que la ingente cantidad de papel de fumar que consumimos dista mucho de la cuantía que realmente necesitaríamos para sujetar una cosa que, casi sin esfuerzo, ya se sostiene por sí sola.
Sobre este blog
Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
