Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
La crisis
Hoy he caído en que sigue habiendo crisis, no te lo pierdas. Se me va el santo al cielo y hay días que ni me doy cuenta. Es que una pierde la cuenta. ¿Cuánto hace que tenemos crisis, 8 o 9 años ya? ¿O eran 80 o 90? Que la crisis era una coyuntura de cambios sujeta a evolución, decían. Pero no, que esta crisis no cambia, está como siempre, ahí quieta, bien agarradita para no soltarse. A veces parece que afloja un poco pero no, es sólo una sensación. Como la sensación térmica del calor y el frío, una cosa así. Esta crisis nuestra se ha hecho crónica pero sigue matando, que ya es mala suerte. Si es que lo tiene todo, la cabrona.
Hace unos días leía El mundo de ayer de Stefan Zweig y el pobre Stefan contaba que hasta que el mundo empezó a saltar en pedazos y Europa se convirtió en una fábrica de bestialidad colectiva, él vivía en la edad de oro de la seguridad. Derechos y obligaciones bien definidos, normas claras y bien aceptadas, cada familia con un presupuesto fijo y bien repartido, hogares seguros y tranquilos y trabajos donde jubilarse llegado el momento. Que no digo yo, claro que no lo digo, que antes de la crisis viviéramos así de tranquilucos, no, pero algo parecido a lo que sentía Stefan sí que lo vivimos algunos, aunque ahora vayamos de tremendos luchadores; eso sí lo digo.
Y es que Europa ha vuelto a saltar por los aires una vez más y la crisis, nuestra crisis, hasta nos parece poca cosa pero ella sigue estando intensita. Y así vivimos con ella, con los 27 tipos diferentes de trabajo que llevamos puestos desde que empezó la crisis: seis meses en el Burguer King, 12 días de reponedor en la campaña de Navidad del Carrefour, cuatro meses cubriendo la baja maternal de la de contabilidad, una semana en la tiendecita de bolsitas de tés que puso aquella mujer con toda la indemnización del paro, dos meses en ese hotel de Laredo o los 15 días que aguantaste a aquel Estrella Michelín sin que te hiciera contrato.
Conozco a una señora que, en lo que va de mes, ha echado un currículum para guía-monitor, uno para lavar platos en un balneario, otro para administrativa de una empresa perfumera, se ha apuntado a un concurso-oposición y ha trabajado tres días haciendo unos talleres con niños. “Si eres una knowmad, tonta”, le digo yo para animar. “En estos tiempos a ti el empresario te tiene en muy alta consideración, mujer, llevas tu capacidad de adaptación y tu conocimiento allá donde vas. A ti se te rifan en Soria, en la cocina de un bar y como becaria en la NASA”. Yo es que soy muy de animar, para eso no tengo crisis que valga. Pero creo que a esta señora no la convenzo. Dice que no, que no le cuente historias, que ella cada día sabe menos, que cada nuevo trabajo sabe que será más corto, peor pagado y que nunca volverá a aprender nada trabajando.
El problema es que a esta señora le contaron que el trabajo realizaba, que ganar dinero para pagarse la comida y la ropa casi era lo de menos, lo importante era trabajar en lo que habías estudiado o en algo aún mejor, siempre merecimos algo mejor. Y, claro, esta crisis a Señoras Que Pensaban Que Ellas Eran Diferentes les ha venido fatal. Si ya lo dice mi vecina, jubilada desde hace años, que menos aires de princesas, monas, que ella trabajó toda la vida en mil cosas y casi todas horribles y no se quejaba tanto. Que así es la vida, hijas mías, y hay gente mucho peor que nosotras. Y tiene razón mi vecina, claro.
Y eso que la crisis nos ha dado miles de oportunidades, si ya lo dicen los Yorientos del mundo, qué razón tienen; durante la crisis nos ha dado tiempo a hacer de casi todo: punto, costura, repostería casera, nos hemos apuntado a inglés, nos hicimos runners, vimos series, fuimos CEOs de nosotros mismos, columnistas, escritores, jardineros, nos hemos ido a otros países, tuvimos hijos y dejamos de tenerlos. Entre cada trabajo y trabajo de mierda una cosita, una nueva oportunidad cada mes.
En fin, que no sé que a santo me he acordado yo hoy de la crisis cuando ya la tenemos todos tan olvidada. Si seré boba.
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