Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Decrecimiento. ¿Cómo pasar de la teoría a la acción?
Por decrecimiento entendemos un proyecto político en positivo capaz de aunar estas nuevas condiciones planetarias con horizontes de igualdad, justicia y autonomía para todas y todos (humanos y no humanos)
Acabo de leer una noticia donde se habla de que Santander no implantará una zona de bajas emisiones “si no es necesario” y me ha recordado (de nuevo) la necesidad urgente que tenemos de plantearnos otros modelos posibles de ciudad, de vida, de relacionarnos con los lugares que habitamos. Aprovecho el debate que generan estas cuestiones como excusa para hablar de otra cosa, de otro concepto, de otra posibilidad, de otra sensibilidad de la cual partir: el decrecimiento.
A este concepto se llega desde diferentes aproximaciones, para muchos autores es considerado un término paraguas que integra una diversidad de movimientos sociales a la izquierda y a muchas de las luchas ecologistas, sociales, económicas, feministas y políticas de nuestro tiempo. A mi entender, decrecer es un proceso abierto (obviamente, no el único), un movimiento en marcha, un intento por hacer frente al modelo hegemónico del crecimiento y el desarrollismo para desacelerar la producción y el consumismo, a la vez que se ponen en el centro el bienestar de los seres humanos, animales y ecosistemas del planeta. Nada que ver con las teorías que lo sitúan como una especie de regreso a las cavernas.
El decrecimiento es una apuesta que afecta a lo micro y a lo macro, a las instituciones, a la política, a la economía y a la vida cotidiana de las personas. Una posibilidad, dentro de un pluriverso, de muchas otras propuestas que tratan de plantear, diseñar, pensar y hacer a partir de otras lógicas, más allá de la acumulación de capital como única manera de estar en el mundo. Tarea pendiente de los países del Norte global, cuyos modelos extractivistas y contaminantes son incompatibles con la vida, por eso creo que es tan urgente pensar otras vías posibles de habitar. No se trata de perder bienestar, sino de todo lo contrario, se trata de que todas las personas puedan tener una buena vida y no solo unos pocos, se trata de potenciar lo público, lo común, la redistribución de la riqueza, la justicia social, frenar la privatización de la sanidad y la educación, cuidar de la biodiversidad y de los ecosistemas, entre otras muchas cuestiones.
A comienzos de junio de este año tuve la oportunidad de participar en un encuentro sobre antropología y decrecimiento en la Facultad de Antropología de la London School of Economics en Londres. Una oportunidad para compartir junto a colegas de distintas universidades (University College of London, University of Cambridge, Universidad Autónoma de Barcelona, University Western Australia…) y países (Canadá, México, Chile, Italia, Holanda, India, Inglaterra...) y poner en común nuestras investigaciones. Presenté parte de mi trabajo en contextos rurales cántabros para hablar de montes comunales, transición ecosocial, agroecología, mujeres rurales, democracia directa, conflicto y mediación cultural. Y lo hice intentando articular un discurso donde el decrecimiento pueda estar situado como hilo conductor de fondo, como alternativa deseable. Uno de los debates más interesantes (sobre todo para un entorno académico) surgió a partir de la pregunta: ¿cómo convertir el conocimiento en acción? Es decir, de todo lo que se habla, teoriza, investiga, publica: ¿qué llega realmente a la práctica, cómo contribuye a mejorar la vida de las personas, cómo se convierte en un conocimiento útil para la sociedad? ¿Cómo aterrizar?
Es necesario bajar al barro, conocer y practicar desde el cuerpo, integrando en el debate la diversidad existente de contextos, también el ámbito rural
Desde mi punto de vista es necesario bajar al barro, conocer y practicar desde el cuerpo, integrando en el debate la diversidad existente de contextos, también el ámbito rural. No es tan habitual que se hable de decrecimiento desde perspectivas que atraviesan las ruralidades, aunque ya se trabaja en esta línea (investigadoras como Lucía Muñoz Sueiro o Donatella Gasparro lo hacen), a mi juicio, imprescindible si queremos pensar en alternativas para los países del Norte global desde los países del Norte global. Se trata de conocer ejemplos, maneras de hacer, de organizarse, de producir alimentos, de convivencia con los ecosistemas que pueden ser (re)aprendidas, reinventadas, adaptadas a las necesidades actuales. Hay muchos saberes y prácticas que se están perdiendo en los pueblos porque poca gente mira hacia ese lugar o miran de determinada forma, con prejuicios, desde arriba. La mayoría de las propuestas parten de una mirada urbanocéntrica que sitúa a la ciudad como el espacio donde suceden casi todas las cosas y donde se produce conocimiento, nada más lejos de la realidad.
En Cantabria estamos viviendo en la actualidad la emergencia de procesos que reflejan grandes temas (también actuales y universales) como el cambio climático, la turistificación, la gentrificación (urbana y rural), la privatización o el extractivismo, entre otros. Pero también se están articulando respuestas desde otras lógicas. Por ejemplo, desde el sector agroalimentario que es, sin duda, uno de los ejes fundamentales a la hora de pensar sobre posibles transiciones ecosociales km 0. Frente a las políticas que se resisten a entender el contexto medioambiental actual, este territorio tiene mucho que aportar al debate, a la investigación científica y social y a la propia vida en común. Hay algunos ejemplos de enorme relevancia en lo que a producción de alimentos se refiere y otros modelos posibles de agricultura y ganadería regenerativa, de desperdicio 0, de aprovechamiento de recursos, de economía circular, de reducción de la huella de carbono e hídrica. Desde aquí, tenemos la posibilidad de potenciar los sistemas alimentarios territorializados, cadenas productivas que tengan una vinculación con el ecosistema natural, social y cultural que habitamos, ¿por qué no comenzar poniéndolos como ejemplo? ¿No es una buena oportunidad de pasar del conocimiento a la acción, de la teoría a la práctica?
Si regresamos al concepto, hay muchas publicaciones que hablan de decrecimiento desde diferentes aproximaciones: Nuevos comunalismos. Una hipótesis política para el decrecimiento, El decrecimiento explicado con sencillez, Ecofeminismo y decrecimiento, The future is degrowth. A guide to a World beyond Capitalism, son solo algunos ejemplos. También activistas, colectivos, cooperativas y grupos de investigación cuyo trabajo, reflexiones y prácticas tienen mucho que ver con una apuesta por otros modelos posibles al desarrollismo. Este viernes 22 de septiembre a las 19.30 Adrián Almazán presentará en la librería La Vorágine el libro Decrecimiento: del qué al cómo. Propuestas para el Estado español, una publicación junto a Luis González Reyes en la que aportan posibles hojas de ruta para transformar sectores como la energía, la gestión de materiales, la alimentación, la industria, la construcción, las finanzas o el turismo. Una magnífica oportunidad para adentrarse en el debate de la mano de una de las mentes más brillantes del pensamiento crítico actual, y hacerlo, no solo en torno al decrecimiento, sino también sobre cómo pasar de la teoría a la acción.
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