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El doble

Me ha pasado dos veces y con dos personas distintas. En ambos casos se me acercaron y me dijeron: qué bien hablas inglés, pareces nativo. Y yo, que no sé hablar en inglés, me quedé un tanto desconcertado porque me lo decían personas a las que prácticamente no conocía. Al ver mi cara de perplejidad comenzaron a darme explicaciones y me ofrecieron detalles de un vídeo colgado en internet en el que se supone que hablo, o alguien que es idéntico a mí habla, en un perfecto inglés americano.

Pensé en buscar el vídeo pero finalmente desistí porque temí llevarme una desilusión. Para empezar, no iba a entender nada de lo que mi doble decía y, además, a lo mejor mi doble no me gustaba o, casi peor, me gustaba demasiado. Desde entonces fantaseo a veces con lo útil que tiene que ser tener un doble al que poder encargar las tareas más incómodas y aburridas. Y, además, si el doble habla en inglés pues mejor todavía porque multiplicaría mis competencias. En ocasiones estoy tentado de ir a buscarlo pero sería un problema si mi doble no sabe hablar en español. ¿Qué nos íbamos a decir? Por otra parte, no es descartable que yo pudiera ser una decepción para él, que quizá prefiera tener como doble a un alemán ingeniero o un médico australiano.

La literatura ha abordado, en muchas ocasiones con maestría, este asunto tan inquietante de que haya por ahí otra persona parecida a nosotros. Pero lo que subyace siempre tras ese recurso literario no es esa cosa accidental y trivial al mismo tiempo de que alguien se nos parezca, sino el hecho cargado de misterio y de verdad, y por eso a veces incómodo y escalofriante, de que puedan convivir varias personas distintas dentro de nosotros.

Me ha pasado dos veces y con dos personas distintas. En ambos casos se me acercaron y me dijeron: qué bien hablas inglés, pareces nativo. Y yo, que no sé hablar en inglés, me quedé un tanto desconcertado porque me lo decían personas a las que prácticamente no conocía. Al ver mi cara de perplejidad comenzaron a darme explicaciones y me ofrecieron detalles de un vídeo colgado en internet en el que se supone que hablo, o alguien que es idéntico a mí habla, en un perfecto inglés americano.

Pensé en buscar el vídeo pero finalmente desistí porque temí llevarme una desilusión. Para empezar, no iba a entender nada de lo que mi doble decía y, además, a lo mejor mi doble no me gustaba o, casi peor, me gustaba demasiado. Desde entonces fantaseo a veces con lo útil que tiene que ser tener un doble al que poder encargar las tareas más incómodas y aburridas. Y, además, si el doble habla en inglés pues mejor todavía porque multiplicaría mis competencias. En ocasiones estoy tentado de ir a buscarlo pero sería un problema si mi doble no sabe hablar en español. ¿Qué nos íbamos a decir? Por otra parte, no es descartable que yo pudiera ser una decepción para él, que quizá prefiera tener como doble a un alemán ingeniero o un médico australiano.