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Los empujones contra la Igualdad y el acordeón de Gema Igual
Sabíamos que esta legislatura iba a ser diferente en el Ayuntamiento, no solo por el pacto en minoría de PP y Ciudadanos, sino por la entrada de la extrema derecha que, siguiendo el estilo de las derechas radicales de Europa y de todo el mundo, desde Trump a Bolsonaro, de Orban a Salvini pasando por Le Pen, traen a nuestros parlamentos e instituciones la provocación estratégica para de esta manera condicionar nuestros debates y cuestionar los consensos democráticos más fundamentales. También en España. También en Cantabria. Y también, desgraciadamente, en nuestra querida Santander.
Se sirven así de nuestras instituciones para amenazar desde dentro, en definitiva es lo que hacen, a nuestra democracia. Y lo hacen poniendo en cuestión consensos internacionales como son la situación de desigualdad de las mujeres en el mundo o la violencia que sufrimos por nuestro género.
Lo que no esperábamos es que Vox fuera a tener, representando únicamente a un 5% de los santanderinos que fueron a votar en 2019, tal capacidad para influir negativamente en sus socios, especialmente en el Partido Popular y en su alcaldesa, Gema Igual, que ya ha empezado a renunciar a sus valores como moneda de cambio y pago por el apoyo de la extrema derecha para gobernar el Ayuntamiento de Santander. Y tenemos que decirle que sus acuerdos con Vox no representan a la inmensa mayoría de las santanderinas.
Echando la vista atrás, me permito hacer una observación del deterioro en materia de Igualdad en el Ayuntamiento de Santander, con una evolución apreciable en los cuatro plenos relacionados con la violencia machista y la igualdad de género (dos 25N y dos 8M) y los dos debates de presupuestos de la legislatura (2020 y 2021).
En el Pleno más cercano al 25 de noviembre de 2019, Vox debutó con su provocación estratégica –al más puro estilo de Steve Banon– con una propuesta para guardar un minuto de silencio cuando la víctima del asesinato fuera un hombre. Aquel día la ultraderecha se quedó sola, frente a los 26 votos del resto de fuerzas que entendíamos que la negación de que la violencia tenga un componente de género, no contribuye absolutamente a ningún progreso.
Obviamente, desde entonces y hasta ahora, casi un año y medio después, no ha habido ni una ocasión en la que el representante de Vox haya podido insistir en la propuesta, mientras que nosotras, y la mayoría de las veces el propio edil de la ultraderecha con nosotras, hemos bajado a la calle en 50 ocasiones.
Llegó el primer presupuesto de la legislatura y el PP miró a Vox para conseguir los 14 votos necesarios. El representante de la extrema derecha eliminó de los Presupuestos la partida para elaborar el Plan de Igualdad y diluyó la asignación para víctimas de violencia de género en una partida genérica en la que se confundía con la violencia intrafamiliar.
En el pleno previo al 8 de marzo de 2020, seguramente por la reacción de rechazo social a aquel acuerdo que suponía un ataque a los consensos más elementales en materia de igualdad y lucha contra la violencia de género, Vox no llevó una propuesta alternativa a la declaración de la FEMP. En este caso la declaración institucional fue suscrita por todos los grupos y salió adelante por asentimiento. Pero en el Pleno del último mes de noviembre, volvió el circo político de los secuaces de Santiago Abascal, frustrando la declaración institucional y la unanimidad.
Como todos los santanderinos y santanderinas saben, en el Presupuesto de 2021 las grandes perdedoras hemos vuelto a ser las mujeres, con una reducción del 2% en las partidas de Igualdad.
Pero es que en el último Pleno el PP ha retrocedido un paso más, ante los empujones de Vox a la Igualdad, y se ha desmarcado del bloque democrático. El PP de Gema Igual no rechazó una propuesta que quería arrebatar el 8M, que es una fecha internacional, a las mujeres; no rechazó la insensatez de poner a competir a víctimas de la desigualdad de género con las víctimas del coronavirus.
Nosotras tenemos claro que los derechos humanos no se debaten ni se cuestionan. Ni deben estar sometidos a cálculos tacticistas electorales. Los derechos humanos se defienden y se protegen desde las instituciones. Y me preocupan los titubeos del PP, como mujer, como vecina de Santander y como socialista.
Está muy bien bajar a la plaza del Ayuntamiento cuando hay un asesinato machista, está muy bien manifestarse como alcaldesa junto a las mujeres los días 8 de marzo y 25 de noviembre. Está muy bien firmar las notas de prensa con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y en concreto con el 5º que persigue la igualdad y el empoderamiento de las mujeres y las niñas. Y está muy bien patrocinar un documental sobre la prostitución y la trata de mujeres con fines de explotación sexual como el que ha realizado Mabel Lozano, que ha ganado el Goya.
Todo eso está muy bien, de verdad. Pero no se pueden lanzar mensajes contradictorios a la sociedad y Gema Igual y el PP de Santander lo están haciendo. La igualdad no es un acordeón que se estira y se contrae según el cálculo político de conveniencia –que además es un error, porque asumir su discurso es entregarse al original–. La igualdad es una reclamación justa y necesaria y no debe estar expuesta a estos vaivenes.
Sabíamos que esta legislatura iba a ser diferente en el Ayuntamiento, no solo por el pacto en minoría de PP y Ciudadanos, sino por la entrada de la extrema derecha que, siguiendo el estilo de las derechas radicales de Europa y de todo el mundo, desde Trump a Bolsonaro, de Orban a Salvini pasando por Le Pen, traen a nuestros parlamentos e instituciones la provocación estratégica para de esta manera condicionar nuestros debates y cuestionar los consensos democráticos más fundamentales. También en España. También en Cantabria. Y también, desgraciadamente, en nuestra querida Santander.
Se sirven así de nuestras instituciones para amenazar desde dentro, en definitiva es lo que hacen, a nuestra democracia. Y lo hacen poniendo en cuestión consensos internacionales como son la situación de desigualdad de las mujeres en el mundo o la violencia que sufrimos por nuestro género.