Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Flores bajo sospecha

La verdad es que después de leer sobre el acuerdo entre el Gobierno de Cantabria y los floristas de Cantabria —que establece rígidas normas a la hora de introducir flores en los hospitales— ahora miro de refilón y con cierto temor a todo ramo de flores que no lleve los 12 sellos de la legalidad, el control fitosanitario y el botón de autodestrucción pasados los cuatro días que, según estos defensores de la salud, puede sobrevivir el arreglo. No podía imaginar que tuviéramos un problema de salud pública debido a la mala costumbre de regalar flores y menos aún que haya redes 'mafiosas' dispuestas a introducir flores en Valdecilla de forma clandestina sin la pegatina que demuestre que son flores bien portadas.
Es curioso escuchar al presidente del gremio aclarar que ellos no quieren “ni monopolizar ni hacer más negocio, solo que se den las normas de convivencia para que cada uno no pueda hacer lo que quiera”. Explicación no pedida… Pero lo que sí es seguro que es que cada uno “no va a poder hacer lo que quiera” en una curiosa definición que el señor hace de la convivencia.
Maldito aquel que teniendo jardín y flores en él ose a formar un ramillete e intente entrar a Valdecilla con él; maldita la que enamorada de sus calas salvajes pretenda domesticarlas para poner una sonrisa en el amigo internado; juicio social al que no compre las flores en los puntos debidos porque —sin pretensión de monopolio— solo ellos tienen la pegatina salvadora, y, ante todo, benditos los ciudadanos bien portados, que consideran que si alguien regula la peligrosa actividad de regalar flores por algo será y que mucho han tardado en hacerlo.
Las flores tienen el defecto de que son difíciles de ocultar, así que yo imagino que el siguiente paso será hacer revisión exhaustiva de bolsos, carteras y bolsillos, porque ya se sabe que hay gente que introduce pastillas de colores ilegales, minibocadillos de jamón sin lima adentro e, incluso, los más osados, juegos de cartas que suelen estar contaminados de bacterias de vieja data.
Bromas aparte, lo cierto es que la sociedad disciplinaria tiene fuertes conexiones siempre con los intereses económicos. Se hacen campañas que apelan a la identidad de Santander para que la gente compre, se llega a convenios para pagar el autobús con tarjeta pero de un solo banco, se limita dónde comprar flores a partir de una legítima preocupación por la salud de los pacientes… Pero, en el fondo, hay negocio, hay exclusivas y hay limitaciones.
El problema no es que, como defiende el gremio florista, se necesiten “normas de convivencia para que cada uno no pueda hacer lo que quiera”, sino quién define qué es convivencia y qué es negocio. José Luis Teja, coordinador de Seguridad del Paciente del Servicio Cántabro de Salud, aseguraba que “la regulación viene bien tanto al sector comercial, como al sector sanitario desde el punto de vista de la salud pública”, lo que me genera bastante incertidumbre.
O igual es que lo han explicado mal, vaya usted a saber, porque en la comunicación de este acuerdo no he logrado encontrar las razones científicas para tales limitaciones y restricciones, excepto que las restricciones estuvieran circunscritas a determinadas plantas donde hay pacientes de alto riesgo. Imagino que el siguiente paso será regular los globos con forma de corazón o las tazas con mensajes bienintencionados.
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