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Malditas fronteras

“Las fronteras reales suelen ser difusas pero las inventadas, por el contrario, son bien nítidas”. Tomo prestada esta frase de Jorge Wagensberg para divagar sobre lo absurdo y perverso que pueden llegar a ser algunos límites.

No, no las fronteras, a veces vestidas con alambradas, que separan la riqueza del hambre, la desesperación del futuro, la vida de la muerte o lo que no es lo mismo: lo que aparta lo tuyo de lo mío. Nos rodeamos, nos han rodeado de tontas fronteras que hacen la vida más difícil y más cara a muchas personas, y sin salir de Cantabria.

Una comunidad, por cierto, en la que cada vez somos menos, porque Cantabria sufre la mayor pérdida de población desde 1996. Una comunidad en la que su presidente, Miguel Ángel Revilla, no pierde ocasión ni lugar para decir que la economía cántabra está fatal porque está intervenida.

Cuando tanto Revilla como todos los demás políticos hablan de cambio de modelo productivo ya no provocan escepticismo ni mucho menos risas, nos dejan fríos. Nos volvemos témpanos ante este tipo de afirmaciones, porque vamos a ver: ¿Cuál es nuestro modelo productivo? El ladrillo y el bar. ¿Alguien ve algo más por ahí? Igual abastecemos a media Europa con nuestras energías alternativas, los chinos hacen cola para entrar en Comillas y los jóvenes investigadores son la envidia de Silicon Valley y algunas no nos hemos enterado.

Mientras soñamos con el día en que nos enseñen una infografía del cambio de modelo productivo, los políticos podrían ir solucionando otras cositas que tienen que ver con las malditas fronteras exteriores e interiores: los límites de la comunidad y la ordenación territorial.

Somos pocos y estamos muy divididos. Como nos descuidemos, en breve vamos a tener una junta vecinal por persona. ¿Qué sentido tienen más de medio millar de pedanías? La mancomunación es demasiado tímida.

En Cantabria hay 102 ayuntamientos. Y aunque es cierto que nadie quiere que le toquen su pueblo, si lo plantemos en términos de bolsillo quizá sea menos doloroso. Si se implantaran servicios comunes con buenos transportes se ahorraría mucho dinero y ya se sabe los sentimentalismos se llevan mejor si la tarjeta tiene fondos. ¿Será capaz alguien en algún momento de meter mano a este asunto y ordenar la región con sentido común eliminando juntas vecinales y reagrupando ayuntamientos?

En las fronteras 'exteriores' nos encontramos cosas tan absurdas como dos gasolineras en las que en una se aplicó el impuesto sanitario y en la otra no. Ocurrió en El Haya, en el límite de Cantabria con el País Vasco. En otro punto que separa las mismas comunidades, en el Puerto de Las Muñecas, pasas de una carretera con firme aceptable a saltar de bache en bache.

¿Por qué un castreño no puede ser atendido por la sanidad vasca? Ir al Hospital de Laredo en autobús es una tortura, mientras que para acercarse a Cruces o a Bilbao hay servicio de transporte cada media hora. Las malditas fronteras están en todas las direcciones y hay algunos que aún quieren más.

“Las fronteras reales suelen ser difusas pero las inventadas, por el contrario, son bien nítidas”. Tomo prestada esta frase de Jorge Wagensberg para divagar sobre lo absurdo y perverso que pueden llegar a ser algunos límites.

No, no las fronteras, a veces vestidas con alambradas, que separan la riqueza del hambre, la desesperación del futuro, la vida de la muerte o lo que no es lo mismo: lo que aparta lo tuyo de lo mío. Nos rodeamos, nos han rodeado de tontas fronteras que hacen la vida más difícil y más cara a muchas personas, y sin salir de Cantabria.