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Memorias (in) completas
En Cantabria la memoria está amenazada. No toda, por supuesto. Parece legítimo que PP y Vox acaben con la primera Ley de Memoria Histórica y Democrática de la comunidad autónoma mientras se gasta tinta y tecla en escribir largos artículos sobre el “desastre” o la “catástrofe” del Machichaco. Igual pasó cuando se conmemoraba el aniversario del incendio de una parte de la ciudad de Santander en 1941.
¿Por qué este interés por una parte de la historia y no sobre toda la historia del territorio? ¿Qué titulares se eligen? ¿Por qué?
Para mí un buen titular sobre el “desastre” del Machichaco (nótese que al calificarlo así se puede asemejar a un desastre natural o a una desgracia imprevisible) sería algo así como: “130 años después los responsables de la explosión del Machichaco siguen en la impunidad”. Esta sería otro tipo de memoria, aquella que nos señala que no fue un “desastre” imprevisible, sino que el atraque de este barco en el muelle nº 1 de Santander fue ilegal e irresponsable y que hubo armadores y funcionarios que actuaron para que la “catástrofe” sucediera no una sino dos veces.
También sería un titular interesante al hacer memoria del incendio de 1941, que comenzó con el viento y terminó con la especulación, algo así como: “Estas son las familias que hicieron caja con las cenizas del centro de Santander”. No suelen ir por ahí los tiros ni los titulares.
No es culpa de los medios, es culpa de unas narrativas hegemónicas que, como tal, están naturalizadas entre la mayoría de nosotras. Por eso el reto está en leer y contar “a contrapelo” la historia (Walter Benjamin nos invitaba a cepillarla en esa dirección inversa a la de la historiografía oficial y naturalizada). Para lograrlo, se superponen dos retos: hacerlo sobre toda la historia, sobre todas las historias; y hacerlo a contrapelo.
La ignorancia de lo ocurrido en nuestros municipios, comunidades o países no es culpa de las generaciones más jóvenes, sino de las que, siendo adultas y teniendo herramientas, prefieren conformarse con la sopa boba antes de agitar las aguas
Nos debería interesar la historia -a contrapelo- de las fortunas fraguadas por los armadores con base en el puerto de Santander; la historia -a contrapelo- de algunos de los indianos de noble cuño que se enriquecieron en los márgenes más inhumanos de la legalidad; la historia -a contrapelo- de los pelotazos inmobiliarios; la historia -a contrapelo- del uso de presos políticos esclavizados desde 1937 en adelante para muchas de las obras civiles públicas y privadas de la comunidad autónoma; la historia -a contrapelo- de la represión en la postguerra; la historia -a contrapelo- del callejero de la capital; la historia -a contrapelo- de cada uno de los hitos históricos que marcan el devenir de este territorio…
Las memorias de lo que somos son lo que explican lo que somos pero, ante todo, lo que podemos llegar a ser. Y si solo somos todo este olvido o todo este montón de lugares comunes tranquilizadores entonces somos apenas ceniza, polvo reseco que levanta el viento, una anécdota de mal gusto en un relato histórico plagado de cráteres y agujeros negros cósmicos. Este relato general en el que nunca hay responsables (intelectuales y perpetradores), en el que las cosas acontecen por una especie de determinismo inmutable, en el que los momentos fundamentales son una colcha de retazos llena de rotos, en el que los apellidos de los criminales logran calles y los de las víctimas entran al olimpo del olvido… este relato nos hace mucho daño e interrumpe nuestra potencialidad.
La ignorancia de lo ocurrido en nuestros municipios, comunidades o países no es culpa de las generaciones más jóvenes, sino de las que, siendo adultas y teniendo herramientas, prefieren conformarse con la sopa boba antes de agitar las aguas de una bahía que ya solo se inmuta ante el viento sur.
Nuestras memorias están (in) completas y somos usted y yo los que decidimos que hacemos con esos paréntesis.
En Cantabria la memoria está amenazada. No toda, por supuesto. Parece legítimo que PP y Vox acaben con la primera Ley de Memoria Histórica y Democrática de la comunidad autónoma mientras se gasta tinta y tecla en escribir largos artículos sobre el “desastre” o la “catástrofe” del Machichaco. Igual pasó cuando se conmemoraba el aniversario del incendio de una parte de la ciudad de Santander en 1941.
¿Por qué este interés por una parte de la historia y no sobre toda la historia del territorio? ¿Qué titulares se eligen? ¿Por qué?