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Lo mismo dice una cosa que hace lo contrario

El político mejor valorado por los cántabros -astuto como el solo- ha dejado esta semana un bocado al que es imposible resistirse casi sin sal, o lo que es lo mismo, sin echar mano a la hemeroteca. El único político de esta comunidad autónoma al que, según el CIS, sus paisanos dan el aprobado ha dicho que la justicia está politizada.

En el acto de apertura del Año Judicial aseguraba que el nombramiento de los integrantes de los órganos de gobierno de los jueces mediante “cuotas de afinidades políticas” es algo “infumable” y “prostituye la justicia y la politiza”. Decía que la inmensa mayoría de los jueces son independientes e insistía en que el actual mecanismo de elección de los integrantes de sus máximos órganos por el “dedo” de los partidos políticos produce rechazo en la ciudadanía.

No vamos a quitarle la razón porque el CIS dice que la tiene, pero rebobinemos: ¿También tenía razón hace cuatro años cuando participó activamente del mismo sistema que ahora critica?

En 2011, el hoy político mejor valorado por los cántabros era el mismo Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria, que quiso aupar a su consejero de Presidencia, Vicente Mediavilla, a un puesto de magistrado en el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria (TSJC).

Cuando el Parlamento incluyó, a propuesta del PRC que Revilla lidera, al entonces consejero en la terna de candidatos por el turno de juristas de reconocido prestigio llovieron las críticas.

Basta solo con recordar el grito en el cielo que pusieron las cuatro asociaciones judiciales que llegaron a emitir un comunicado conjunto para que se salvaguardara la imagen de independencia de la justicia. Afirmaron que la candidatura de Mediavilla era “inadmisible” ya que pasar directamente de la política a la judicatura suponía una distorsión que afectaba a la credibilidad del Estado de Derecho.

Revilla, que ahora critica la politización de la justicia, apoyó a su consejero que ya formaba parte del poder ejecutivo y del legislativo y también quería el judicial. Aspiraba a un puesto en la sala del tribunal que se encarga de juzgar delitos de aforados: sus compañeros de partido y sus adversarios políticos.

El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) no escogió a Mediavilla, optó por la candidata del PP, Paz Hidalgo, que -ya ven- ha estado instruyendo el caso Racing no sin reproches del ámbito regionalista.

Revilla se limitó a decir, entonces, que “se trata de algo que se hace siguiendo lo previsto por la ley”. Cuatro años después, el sistema de elección de los jueces sigue siendo el mismo y también lo dice la ley pero el 'Revilla por imperativo legal' levanta la voz contra esas normas.

Lo que antes no le incumbía ahora le enerva y dijo que de haber tenido voto en el CGPJ habría votado a Mediavilla como lo hizo en el Parlamento. Su responsabilidad iba más allá, ya que el podría haber desautorizado las aspiraciones de su consejero como secretario general del PRC que era y sigue siendo. No lo hizo.

Miguel Ángel Revilla lo mismo nos dice una cosa que hace lo contrario, que para eso es el político mejor valorado.

El político mejor valorado por los cántabros -astuto como el solo- ha dejado esta semana un bocado al que es imposible resistirse casi sin sal, o lo que es lo mismo, sin echar mano a la hemeroteca. El único político de esta comunidad autónoma al que, según el CIS, sus paisanos dan el aprobado ha dicho que la justicia está politizada.

En el acto de apertura del Año Judicial aseguraba que el nombramiento de los integrantes de los órganos de gobierno de los jueces mediante “cuotas de afinidades políticas” es algo “infumable” y “prostituye la justicia y la politiza”. Decía que la inmensa mayoría de los jueces son independientes e insistía en que el actual mecanismo de elección de los integrantes de sus máximos órganos por el “dedo” de los partidos políticos produce rechazo en la ciudadanía.