Mariano Rajoy ha dejado de ser presidente del Gobierno. La sentencia sobre la trama Gürtel abrió la posibilidad para ello y la colaboración de las fuerzas progresistas (en mayor o menor medida) del conjunto del Estado español logró echar a la derecha corrupta del Gobierno y, a la vez, detener el espumoso ascenso del neoultranacionalismo español de Ciudadanos, un partido que reclamándose como el mayor defensor de España sigue siendo el que menos entiende su composición social, política y plurinacional. Y será esa colaboración de las fuerzas progresistas la que sostenida en el tiempo permitirá que se lleven a cabo medidas urgentes de regeneración política y mejora de las condiciones de vida de la ciudadanía y abonar el terreno para futuras transformaciones más profundas.
El discurso de Pablo Iglesias el jueves -sobre todo su contrarréplica a Pedro Sánchez- apuntó hacia ahí: buen tono con el PSOE, disposición a la colaboración, pero planteamiento de horizontes que obliguen al PSOE entre elegir asumirlos a modo de la vía portuguesa o evidenciar que para recorrer ese camino se necesita a Unidos Podemos al frente. Lo sucedido en el Congreso de los Diputados durante estos días debe de servir para que en nuestra Comunidad Podemos y el resto de espacios de cambio entiendan este nuevo escenario y sean capaces de pensar en clave estratégica.
Personalmente, reflexionando en esa clave, considero que en Cantabria la única posibilidad para que a medio y largo plazo no suframos gobiernos y/o mayorías de Cs y PP por décadas pasa por una alianza entre lo que quede del “cantabrismo” realmente existente (o al menos realmente articulado políticamente, que hoy es el PRC con todas sus ambivalencias ideológicas y sus malas prácticas) y la izquierda estatal en Cantabria (PSOE y UP).
Es decir, hay que elegir entre una “competición virtuosa” con el renovado PSOE liderado por Pablo Zuloaga que ayude a desplazar el debate político hacia la izquierda arrastrando al PRC hacia esas posiciones o una línea de ataque directo al Gobierno del PSOE-PRC en clave de “señalar a la gente que ambos son tan corruptos como el PP” (mostrarles “la verdad oculta”).
La primera opción nos acercaría a un escenario que desde luego no es ideal (tampoco el de Sánchez presidente lo es, a mi juicio) pero es el más factible a día de hoy y el que abriría el campo de posibilidades más amplio para la transformación de Cantabria en clave progresista. Por lo tanto, considero que es por el que se debería trabajar.
En este sentido, hay que tener en cuenta los cambios producidos en el PSOE durante los últimos meses. Zuloaga, al igual que Sánchez, responde a un anhelo de cambio de las bases socialistas. Atacar de forma directa a este “nuevo” PSOE abriría una brecha política y emocional que dificultaría la colaboración con ellos y el desplazamiento hacia la izquierda del debate público en Cantabria.
En cambio, mirar en una misma dirección, pero tratando de marcar el camino apuntando hacia distancias más lejanas con propuestas más audaces supondría todo lo contrario. Y podría ayudar a que Revilla -dispuesto siempre a mover su péndulo hacia dónde vea que respira la sociedad y le es más útil- se decantara por apuntalar un giro progresista en Cantabria.
Sin embargo, la segunda opción creo que beneficiaría política y culturalmente a la derecha (no solo a nivel electoral), ayudaría a que el PRC se decantara por ese polo entendiendo que hacerlo no les supondría muchos costes e imposibilitaría cualquier crecimiento serio de la izquierda en Cantabria durante bastante tiempo, estancándola como eterna 'pepito grillo' moral de la sociedad. Situándola en ese “narcisismo” al que Manuel Sacristán se refería cuando hablaba de “ética sin política”.
En este sentido hay que tener en cuenta que Íñigo de la Serna se ha quedado sin la gran plataforma que suponía para su futura candidatura el Ministerio de Fomento desde la que realizar su campaña para las autonómicas y que Ciudadanos es el partido que más debilitado sale de esta moción. Ambos factores inciden aún más en la necesidad de las fuerzas del cambio de reflexionar muy seriamente sobre qué polo refuerza cada paso que se dé: si el de cambio progresista o el de estancamiento conservador.
Se ha abierto un abanico de posibilidades hasta hace poco inesperado. Un escenario más favorable que hace una semana. Y es obligación de simpatizantes, militantes, cargos públicos y sobre todo direcciones de Podemos, IU y otras fuerzas que formen el espacio del cambio leer bien la situación para ayudar a que en los próximos años Cantabria avance hacia una mayor justicia social, un mayor autogobierno y un modelo que deje atrás el turismo estacional como motor fundamental de nuestra economía.
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