Es muy probable que no tenga razón, pero sí mi verdad. Confiar en el ultraliberal Albert Rivera como hombre de Estado que dice representar al centro político, es como poner a guardar la zorra a las gallinas. Parece que su verborrea y fingida puesta en escena de esta nueva fallida sesión de investidura, esta vez de Rajoy, nubla la mente de muchas personas inteligentes y no recuerdan que al propio líder de la naranja mecánica le sacó el IBEX35 de la política catalana (donde arrebató al PP la hegemonía de la derecha nacionalista española) para colocarle como ariete de un Podemos de derechas y de una política gatopardiana (cambiar lo superfluo para que todo siga igual) como pretende su principal valedor, el Banco Sabadell.
El líder de C's cuenta con el apoyo de la brunete mediática para se mantenga inalterable el bipartidismo. Ha estado en los dos amagos de pactos, primero con el PSOE haciéndole tragar su política económica neoliberal de recortes y privatizaciones de Luis Garicano -un admirador de Milton Friedman, cuyos postulados son mucho más agresivos que los del PP-, y poniendo el cerrojo a cualquier aventura con Podemos. Luego vino el mantra socialista de “estamos en estas por culpa de Pablo Iglesias”.
En esta nueva legislatura, el señor Ibex como le llamó el portavoz adjunto de Esquerra Republicana, volvió a montar el teatrillo de la responsabilidad y después de pronunciar mil veces su frase favorita “por el bien de España” negocia con el PP. Los de la gaviota se ponen estupendos e imponen la mayoría de sus condiciones. La regeneración tan cacareada del líder de C's queda en papel emborronado, en nada. El PSOE aguanta el tirón y Sánchez soporta las presiones que le llegan por tierra, mar y aire, aunque desconocemos si tiene un plan alternativo. Parece claro que Unidos Podemos es tabú y va a ser que no. La patada final que recibe Rivera en esta nueva oportunidad de protagonismo para un partido bisagra de 32 diputados es humillante: Rajoy anuncia que el exministro Soria, que dimitió por formar parte del selecto club de los papeles de Panamá, tendrá un cargo de director ejecutivo en el Banco Mundial, aunque finalmente ha renunciado por el clamor popular, y el hooligan oficial del PP, el portavoz parlamentario Rafael Hernando, desde la tribuna de oradores le monta un chorreo en plan matón al jefe de los naranjas: “Los pactos no son para que duren 15 minutos, señor Rivera” le espeta a gritos. Y yo me pregunto: ¿Cómo se puede regenerar un partido que rompió los ordenadores a martillazos que contenían los discos duros con la contabilidad, que es una organización para delinquir, manteniendo en el pacto a Rajoy y su tropa? Postureo naranja.
A Pedro Sánchez le han presionado el Ibex, los editoriales y columnistas de El Mundo y El País, barones y viejas glorias encabezados por Felipe González. Él ha resistido y se lo reconocemos, como no. Ahora, fracasado el pacto 'de las derechas' hay que buscar una alternativa y le corresponde al segundo partido más votado. Esperamos que C's “por el bien de España” no vuelva a ser un obstáculo. Pero con sinceridad no confío en los planes de Sánchez, ni en la naranja mecánica con sabor a Kubrick. Abocados a unas terceras elecciones en diciembre, el PP saldrá reforzado porque así lo quieren los que no les ha afectado la crisis económica y ese votante fiel de la tercera edad, y el PSOE podría conservar su segundo puesto pero a costa de su descrédito como supuesta fuerza del cambio. Ciudadanos puede inmolarse con el deber cumplido y Unidos Podemos será atizado para que pueda pegarse un sonoro bofetón con Venezuela de nuevo en la agenda política. Se habrá recuperado el orden de un bipartidismo algo más 'light'. Revertir estos negros presagios está en sus manos queridos votantes.
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