Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
La última trinchera
Estados Unidos es un país muy divertido, nada cool. Tienen programas de televisión superchulis. Yo me troncho. Me encantan los programas de tiendas de compraventa y puedo pasarme horas viendo a los mulos de pressing catch dándose collejas. Para troncharse, ya digo. Qué país. Han tenido de presidente a Ronald Reagan y de gobernardor de California a Schwarzenegger. ¿Quiere ser presidente de la primera potencia del orbe?, se dicen. ¡Estudie arte dramático! O mejor aún. ¡No estudie nada!
Para más inri, ahora tienen a un negro. ¿Se imaginan a un presidente gitano en España? Eso nunca ocurrirá en la Reserva Espiritual de Occidente.
Me gusta Estados Unidos porque, aunque apenas queden ya pieles rojas, son tan primitivos que no se les echa en falta. Se les ve cuando están cabreados. Un quítame allá esas pajas y te ponen 500 tanques en la frontera. Así que nada de tonterías no sea que te confundan con un charly y te metan un misil en el smartphone. Pero por lo demás son superdíver, aunque aún tienen mucho que aprender de nosotros estos chicos tan deportistas, con tanta leche en sus venas y tan simpáticos. Por ejemplo, en materia de defensa de las libertades y de la libertad de prensa.
Hace siete años, un tal John Kerry, de la tribu de los Demócratas, participaba en un sarao llamado Subcomité de Comunicaciones, Tecnología e Internet, que vaya usted a saber qué es cuando tan fácilmente podrían ponerle nombres como los de aquí: Comité del Chisme o Comité de la Cosa, que nuestros congresistas, muy evolucionados, tienen un talento y un fair play que se salen.
Decía que el tal Kerry, a la sazón senador y al cual no aventuro un gran futuro, convocó a los primeros editores del país para preguntarles cosas tan tontas como cuál es la composición de sus consejos de administración, cómo se financian y cómo se lo estaban montando para salir de la incipiente, entonces, crisis. Para troncharse. Con todo el NSA, el FBI y el H2O poniéndose micros unos a otros, el senador es tan naif que convoca a los empresarios para preguntarles lo que ya todo quisque en Washington debería estar harto de saber.
¡Todavía deben estar oyéndose las carcajadas! ¡Cuánto tienen que aprender de nosotros estos yankees! No se dan cuenta que, de preguntitas, nada, lo que hay que hacer es untar bien las bielas y poner un buen perro guardián para que nadie se salte el reglamento. Mucho parte meteorológico, mucha Venezuela y poca Panamá, y muchas cosas de fuera a poder ser de países extremadamente radicales y con mucha hambre y pocas cosas de aquí, en donde nadie pasa necesidad y nos recuperamos adecuadamente.
El pensamiento del tal Kerry es muy norteamericano, es decir, atrasado y divertido. Pero poco molón, hay que reconocerlo. Él, y otros como él, piensa que la libertad de información es un pilar básico de la democracia, algo así como la última trinchera, un órgano de control de los tres poderes (no vayan a creerse todas esas pamemas de Montesquieu, por favor) y un elemento de formación, conocimiento y configuración de la ciudadanía en libertad.
Desde esta premisa carpetovetónica, el senador Kerry convocó a una tal Marissa Mayer, que habita en el tepee de Yahoo!; a un tal Steve Coll, gran chamán de The Washington Post; un tal James Moroney, guerrero mítico de The Dallas Morning; y una tal Arianna Huffington, que, como la primera, no se sabía muy bien qué hacía por allí entre tanto caballero y con tan pocos pucheros a su alcance, pero que también debía estar relacionada con la cosa periodística, concretamente con The Huffington Post. Bueno, a lo que voy, y ahora abróchense el cinturón porque esto es bueno: el tal Kerry, presidente del subcomité de la cosa comunicativa, ¡va y se muestra preocupado por el futuro del periodismo que él considera directamente relacionado con el futuro de la libertad y, por ende, del país!
¿Todavía siguen ahí?
¿Se han caído de la silla?
“Conocer cómo llega la información al pueblo estadounidense, cuál es la estructura de la propiedad de los medios, es de enorme interés para todos porque la libertad de prensa es la base de nuestra democracia”.
Reconózcame que es tronchante. ¡Qué tipo! ¿Qué habrá sido de él?
Es difícil de explicar cómo el poder se preocupa por cómo le controlan, pero son cosas que tienen los pueblos primitivos que todavía no han superado ciertas etapas de la evolución. En los países evolucionados como el nuestro, palo y tentetieso. Fíjense en la propia Asociación de la Prensa, que ha elegido como 'motto' la frasecita: “Sin periodistas no hay periodismo; sin periodismo no hay democracia”. ¿A quién se le habrá ocurrido? ¿Será que vamos para atrás en vez de para adelante? Todo el mundo sabe que sin periodismo ni periodistas coñones el país va viento en popa. ¿O no iba viento en popa antes de que lo estropearan los periodistas arruinando gurtels, eres, púnicas y demás iniciativas de emprendeduría público-privada?
Porque nunca he creído que el periodismo tenga que ir mucho más allá de la crónica futbolística, en donde la pluralidad importa, es hora de tomarse en serio una reconquista americana, en un sentido metafórico, y evangelizar como es debido a gente tan simpática.
Nota bene: No quisiera despedirme sin antes dejarles un regalillo. Aquí va.
Estados Unidos es un país muy divertido, nada cool. Tienen programas de televisión superchulis. Yo me troncho. Me encantan los programas de tiendas de compraventa y puedo pasarme horas viendo a los mulos de pressing catch dándose collejas. Para troncharse, ya digo. Qué país. Han tenido de presidente a Ronald Reagan y de gobernardor de California a Schwarzenegger. ¿Quiere ser presidente de la primera potencia del orbe?, se dicen. ¡Estudie arte dramático! O mejor aún. ¡No estudie nada!
Para más inri, ahora tienen a un negro. ¿Se imaginan a un presidente gitano en España? Eso nunca ocurrirá en la Reserva Espiritual de Occidente.