Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Vencer al virus con justicia social y equidad
Estos días la crisis nos muestra evidencias que ponen de manifiesto que esta pandemia y sus efectos son globales. Global como son los aplausos a los profesionales sanitarios, que se oyen cada noche en cualquier ciudad de España, como Santander, o del mundo, como París, Rabat o Nueva York. En todos los rincones la ciudadanía ha comprendido la importancia y el valor de unos servicios públicos de calidad, que son el mejor escudo y fortaleza contra la COVID-19.
Globales y uniformes son también los mensajes para permanecer confinados y las apelaciones a la unidad, que recorren todos los países, con consenso en todos menos en el nuestro, en el que unos pocos están más preocupados por vencer al Gobierno que por vencer al virus. Todo es global, todo es igualmente compartido en diversos idiomas, porque global es el aprendizaje de que solos somos más débiles y unidos más fuertes.
El Gobierno de España ha actuado en tres frentes desde el inicio de la crisis. En el sanitario, contra la emergencia y garantizar la protección de la salud de la ciudadanía. En el económico, para asegurar liquidez al tejido productivo, proteger a pequeñas empresas y autónomos, y también los derechos de los trabajadores, evitando una destrucción de empleo mayor. Y en el social, para asegurar los recursos necesarios para que nadie quede atrás. Aunque en realidad, todos son una misma realidad.
De esta crisis debemos salir con consensos amplios sobre el horizonte y los retos de futuro, pero también, y sobre todo, sin que, de nuevo, una crisis castigue mayoritariamente a quienes menos tienen.
Hay familias que estos días de confinamiento están pasando auténticas dificultades. Ya no es solo que sus hijos no tengan tantos juguetes, ni jardines o terrazas donde estar, sino que ni siquiera tienen comida para alimentarse. Nuestro país tenía y tiene unos umbrales de pobreza infantil escalofriantes, fruto de años de políticas de recortes y de desigualdad que hicieron una España de dos velocidades, en la que muchos no tenían más tren al que subirse que al de la esperanza. El futuro de esos niños y niñas está hoy en mayor peligro que nunca, sin poder ir a la escuela a aprender en igualdad de condiciones al resto gracias a la Educación Pública, que es el único ascensor social, porque también en esto se nota la brecha digital a pesar del enorme esfuerzo del profesorado.
Vencer al virus es, por tanto, una cuestión de justicia social y de equidad. La redistribución de la riqueza debe dar respuesta a las necesidades de los más vulnerables. Por ello, una de las primeras medidas del Gobierno fue prohibir el corte de suministros básicos en todos los hogares para que nadie se quedara sin agua, luz o gas. Acompañado de medidas para suspender los desahucios, aprobando moratorias y una batería de ayudas económicas a las familias y a los trabajadores o la prórroga del bono social. También apoyando a los ayuntamientos y comunidades autónomas, como los 25 millones de euros para reforzar los programas de las becas-comedor, 300 millones para incrementar el plan concertado en servicios sociales, cuidados a domicilio o teleasistencia o 300 millones que podrán destinarse a actuaciones de protección y promoción social, utilizando el superávit de los ayuntamientos de 2019.
El Ingreso Mínimo Vital anunciado por el presidente Pedro Sánchez es una decisión de justicia para combatir la desigualdad y la pobreza. Ahora los esfuerzos se concentran en salvar vidas y proteger la salud, pero cuando la emergencia sanitaria esté controlada y se recupere, de forma progresiva, la normalidad, no podemos consentir que muchas familias queden al margen.
Este Gobierno ha dado desde el principio de la legislatura muestras de esa intención, con la subida del salario mínimo o de las pensiones. Proteger a los más vulnerables, ayudar a las familias con menos recursos para salir de este confinamiento con opciones y oportunidades para vivir dignamente no es una tarea, ni un reto, ni un objetivo, es una cuestión, simplemente, de humanidad. Porque la salud, la protección social, el crecimiento económico, el empleo, la inversión, la educación, la ciencia… son los rostros de la más necesaria de las causas, la lucha frente a las desigualdades. Y esa es una tarea compartida.
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