Santander ya cuenta con un monumento en recuerdo y homenaje a las víctimas del Caso Almería
Castigo pleno a los culpables, disculpas de la Guardia Civil, encaje de las víctimas en la Ley de Memoria Histórica que se está tramitando en el Parlamento de Cantabria, la consideración de las mismas como víctimas de terrorismo y que las instituciones públicas dejen de dar la espalda a lo ocurrido son las reivindicaciones que las familias de los tres asesinados en Almería por agentes de la Benemérita han pedido en Santander 40 años después de que ocurrieran los hechos.
Este viernes, la Plaza de las Estaciones ha sido el lugar elegido para inaugurar un monumento conmemorativo de las víctimas del conocido como Caso Almería, en una iniciativa que ha corrido por cuenta del colectivo Desmemoriados y en la que ha colaborado la Dirección General de Memoria Histórica del Gobierno de Cantabria. También ADIF y el Ayuntamiento de Santander han dado facilidades para instalar en la ciudad este monumento del artista Nacho Zubelzu en recuerdo de Luis Cobo, Luis Montero y Juan Mañas, que fueron torturados y asesinados por la Guardia Civil en 1981 cuando se dirigían a una comunión en Almería y ser confundidos con un supuesto comando de ETA.
El colectivo de memoria histórica Desmemoriados lleva varios años reivindicando que a los tres jóvenes asesinados se los considere víctimas del terrorismo de Estado.
El acto ha tenido momentos de gran emotividad, como cuando Javier Diego Montero, sobrino de Luis Montero, ha descubierto la placa identificativa de la escultura. Francisco Mañas, emocionado, ha dado las gracias a los presentes y a quienes han intervenido en esta iniciativa y ha explicado que “las familias siguen luchando porque las heridas no han sido reparadas en absoluto”.
Por el colectivo Desmemoriados han intervenido Agustín Macías y Rosa Barreda, la cual ha reclamado la consideración de víctimas del terrorismo de los fallecidos. Zoraida Hijosa, directora general de Memoria Histórica, ha calificado el acto como “de justicia con las víctimas y sus familias”.
Nacho Zubelzu, por su parte, se ha mostrado orgulloso por haber participado en esta iniciativa en la que ha colaborado con una obra que intenta “expresar, moldear y consolidar una cicatriz atemporal, para que siga manteniendo vivo el recuerdo, para que no vuelva a repetirse”.
Se trata de una escultura en acero corten compuesta de tres siluetas de espacios vaciados, identificándose con las tres vidas que se fueron. Mediante el acero, las siluetas atestiguan la permanencia en la memoria de quienes las observan, para hacer reflexionar sobre la sinrazón, el odio y la injusticia. Son “tres espacios vaciados de tres vidas que se fueron”, en palabras de su autor.
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