ENTREVISTA

Silvia Intxaurrondo: “Si hubiera que pagar un precio por hacer periodismo, merecería la pena”

El periodismo es un oficio de preguntones, pero también de profesionales que no aceptan cualquier respuesta por muy importante que sea su interlocutor y, sobre todo, si está basada en una falsedad. La periodista y presentadora de TVE, Silvia Intxaurrondo (Barakaldo, Vizcaya, 1979), revienta los motores de búsqueda de internet, desata una tormenta en redes sociales y arrastra al público allí por donde va porque no ha sido sumisa y ha repreguntado cuando creía que debía hacerlo o ha sacado a relucir las contradicciones e 'incorrecciones' a sus entrevistados. Ha ocurrido con Alberto Núñez Feijóo o Isabel Díaz Ayuso, pero también con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a quien puso en un brete enfrentándole a sus propias declaraciones del pasado.

Silvia Intxaurrondo es actualmente la presentadora del programa 'La Hora de La 1' de TVE, y a lo largo de su carrera ha sido subdirectora del programa 'Hoy por Hoy' de la Cadena SER y ha pasado por medios de comunicación como CNN+, Cuatro, ETB o Telemadrid, donde ha presentado diferentes formatos televisivos de información con entrevistas, debates y análisis de la actualidad. Este pasado viernes se convirtió en la protagonista de la clausura de las IV Jornadas de Periodismo de elDiario.es Cantabria, celebradas en la Casa de Cultura de Torrelavega, donde grabó en directo una entrevista para el podcast 'Un tema al día' del subdirector de elDiario.es, Juanlu Sánchez. Durante su intervención reivindicó el ejercicio honesto de la profesión y acabar con bulos y mentiras aplicando fuertes sanciones a los periodistas y medios de comunicación que mienten a sabiendas.

En sus intervenciones públicas habla del ejercicio del periodismo desde la honestidad y también desde la valentía. ¿Vivimos momentos en los que todavía hay que reivindicar principios básicos de la profesión? ¿El ejercicio de la profesión es cosa de héroes o santos?

Yo creo que es cuestión de que hagamos nuestro trabajo. No me siento especial ni en los momentos críticos de las entrevistas más polémicas ni en el día a día. Hago mi trabajo. Soy muy perfeccionista e intento hacerlo todo lo mejor posible. Me siento bien, contenta y orgullosa cuando sale bien el programa o la entrevista que he hecho.

¿Y hay un precio que pagar por todo eso?

Si hubiera que pagar un precio por hacer periodismo, merecería la pena.

Al hablar de la honestidad y la valentía, quedaba en el tintero la verdad. ¿Por qué buscar la verdad y defenderla parece haberse convertido en motivo de sospecha e incluso de repudio público?

Son los tiempos más intensos que estoy viviendo. Tal vez fuera siempre así, pero estos últimos años me han parecido especialmente intensos. A lo mejor es porque ha llegado una tendencia, que estaba soterrada y ahora ha llegado al primer plano: el populismo. Lo veíamos como algo lejano en Estados Unidos o con la extrema derecha en algunos puntos de Europa y ahora se está implantando. Este fenómeno deja de ser externo, ajeno, para ser un fenómeno propio, que está creciendo. Pero al final puede haber la sensación de que este tiempo sea el peor o el más intenso y realmente no lo sea...

¿Vendrán peores?

¡Espero que no! Cuando miremos la actualidad dentro de unos años diremos: “¡Anda, no fue para tanto!”.

Hace del dato objetivo un pilar de su ejercicio profesional, pero parece que hoy los datos no sean tan importantes como las opiniones. ¿Ante un dato hay quien se encoge de hombros y sigue pensando lo que piensa?

Lo peor es cuando te dicen “sí, reconozco tu dato, pero ¡qué bueno ese meme que decía lo contrario!”. Esto es ya imbatible. Estamos en los tiempos de las redes sociales, donde el dato no puede contrarrestar algo que hace gracia porque cala con muchísima más facilidad. ¿A quién se escucha: a quien hace reír a carcajadas o al que te dice “espera, te voy a dar tres datos”? En ese “espera” ya se ha pasado a otro clic.

El periodismo espectáculo frente al dato que muchas veces es un jarro de agua fría...

Un jarro de agua fría que nadie quiere, claro. Yo creo que, cuando hay mucho ruido, hay que parar el concierto y decir “esto es música y esto es ruido”. Y a eso nos dedicamos los periodistas. Lo que pasa es que durante muchos años vivimos del periodismo declarativo, que era terrible. Puede decirse que ahora hacemos un sobreesfuerzo, pero no, es que durante mucho tiempo hemos estado más relajados.

Yo creo que, cuando hay mucho ruido, hay que parar el concierto y decir "esto es música y esto es ruido"

Una manera de complicarse la vida.

Trabajar más siempre lo es.

En sus decisiones profesionales, ¿siempre ha estado respaldada por las direcciones de los medios en los que trabaja?

En general, sí. Pero no creo que un periodista se identifique únicamente con un medio. He trabajado en muchos medios y al final lo que importa es que uno sea íntegro y honesto como periodista, esté en el medio que sea. Lo que te diferencia del resto es tu integridad y honestidad.

Cuando un periodista se hace popular, e incluso viral, ¿esto ayuda o perjudica a su actividad profesional?

Si la pregunta es “¿no sería mejor ser más discreta para no generar ruido?”, la respuesta es no. Yo tengo que preguntar lo que tengo que preguntar, independientemente del ruido que se genere. ¿Por qué? Porque igual hay gente que grita mucho y es una jauría pequeña; y el resto, que es una amplia mayoría, pide un periodismo sosegado, honesto e íntegro. Entonces, porque unos chillen y monten ruido no podemos dejar de ser como somos ni trabajar como trabajamos.

¿Cómo gestionar las redes sociales?

Con cabeza fría. Puede ser más enriquecedora una conversación que acudir a una red social. Pero cuando hago scroll y veo tres opiniones negativas me digo: “¡Cuánta gente perdiendo el tiempo!”. A mí no me afecta.

Hay quien la acusó de tener dos varas de medir, según de quién esté hablando. ¿Qué les contesta?

Siempre que alguien dice que tengo doble vara de medir es que está en uno de los dos extremos. No hay quien sea imparcial que me diga que tengo doble vara de medir. Quien vea la entrevista que le hice a Feijóo verá cómo le saqué el dato erróneo; quien vea mi entrevista a Sánchez verá que, cuando se le preguntó por qué decía una cosa antes y otra después sobre la amnistía, esa periodista también era yo. Sigo siendo la misma. Lo que pasa es que a unos les escuece más o lo dicen más, no lo sé, pero para mí la doble vara de medir no existe.

¿Cómo es la derecha de este país? ¿Es homologable a la de otros países europeos?

Yo creo que en este país cada político tiene que estar en su sitio. Si le toca gobernar, tiene que estar en el gobierno; y si no lo ha conseguido, debe estar en la oposición. Hasta ahora era una cuestión muy sencilla que encajaba todo el mundo, muy fácil de entender, y automáticamente encajaban las piezas en su sitio. Yo creo que lo mejor es que los políticos se ubiquen en el sitio que les ha tocado. Porque lo que es fatal para cualquier político es convivir con la frustración. Lo mejor es ubicarse para hacer una política sana, sin pensar que le pueda o no pasar factura.

Amnistía, esposa presidencial... parece que estemos instalados siempre en el mismo bucle informativo. ¿No hay más realidad sobre la que hablar, a escala nacional?

La realidad “real”. Todo el día estamos hablando de cuestiones que unos ponen en la agenda política por intereses propios, pero en la agenda política deben estar también los intereses de los ciudadanos.

¿Cómo se rompe esa dinámica?

Cada uno de los actores debe estar en el sitio que le corresponde y, a partir de ahí, desarrollar su trabajo en función del lugar que ocupan. Quien está en la oposición, criticará al Gobierno por las cuestiones del día a día y el Gobierno tendrá que legislar para poner en marcha las soluciones que afecten a los ciudadanos.

Cuando Pedro Sánchez anunció que se tomaba unos días para pensar si dejaba la Moncloa, ¿lo creyó?

Yo sí me lo creí.

¿El hecho de que continuara lo entendió igualmente?

Me lo creí y me lo reafirmó lo que vi en los siguientes días, por el cambio de actitud. Cuando Pedro Sánchez está en la sesión de control y salta la querella y le preguntan, y afirma que cree en la Justicia de este país, luego entendimos por qué estaba tan serio. Cuando después anuncia que va a combatir los bulos y dijo sentir mucho no haber dado un paso al frente antes para hacerlo, cambiando su actitud, y salió sonriendo, yo me dije: “Él sí se ha reseteado y ha buscado un argumento para quedarse”. No tengo por qué no me creérmelo. Yo he llegado a esa conclusión, tal vez porque a mí también me ha servido para pensar.

Independientemente de lo que pueda hacer el Gobierno, ¿no es la lucha contra el bulo una asignatura pendiente de la profesión?

Cuántas veces hemos tenido delante, en una tertulia, a un compañero que esa misma mañana había mentido y nadie había dicho nada. Si en ese momento le decimos que lo que ha publicado no es verdad, a lo mejor empiezan a cambiar las cosas... A lo mejor lo que hay que hacer es romper ese silencio y señalar al que miente.

¿Y que existan responsabilidades económicas?

El día en que, al que mienta, le caiga una multa económica, pero importante, en este país se dejará de mentir en la prensa. Así, el periodismo de este país aguantaría tres mentiras como mucho.

El día en que, al que mienta, le caiga una multa económica, pero importante, en este país se deja de mentir en la prensa

¿No se puede llegar a ese fin por un camino más natural como la regeneración ética?

Eso ocurriría si los que mienten no mintiesen a sabiendas. Yo tengo dudas.

Hablando de la actualidad que nos ocupa en estos momentos... ¿Qué salida ve al conflicto en Oriente Próximo?

Cada conflicto tiene su especificidad. Yo creo que en Palestina lo que hay que hacer es que se cumpla la ley. Naciones Unidas y la comunidad internacional llevan pidiendo desde 1967 que haya dos estados. Israel y la Autoridad Palestina firmaron los acuerdos de Oslo, en los años 90. El pacto fue que Israel reconocía Palestina y Palestina a Israel. Los palestinos lo hicieron; Israel nunca lo hizo. Desde los años 90 se incumplen los acuerdos de Oslo y mientras tanto Israel está colonizando y arrebatando las tierras a los palestinos de forma soterrada. Está convirtiendo Cisjordania en un queso gruyere y está aislando Gaza. No es lo que se pactó en Oslo ni la legalidad internacional que emana de 1967, que contempla los dos estados. Con lo cual, vamos a pedir que se cumpla la legalidad internacional y vamos a forzar que se cumpla. Por el otro lado, en el caso de Gaza y Cisjordania, hay claramente un agresor y un agredido. ¿Qué se hace en estos casos? Al agredido se le protege y se le dice que no tiene culpa de ser agredido; y al agresor se le aísla. En ningún caso se pone a un agresor y a un agredido a negociar.

¿No fue Hamás también agresor?

Hamás es un grupo terrorista que ha provocado un atentado feroz.

¿E Israel no puede sentirse agredida?

Yo no vinculo una cosa con la otra. Esto se remonta a 1967. Que Hamás haya cometido un atentado y haya que condenarlo, por supuesto; que Israel haya masacrado a 36.000 personas, también. Hay un proceso abierto en la Corte Internacional de Justicia contra Israel por genocidio y el fiscal ha emitido órdenes de detención contra el primer ministro y el ministro de Defensa israelíes.

¿Acabará algún mandatario israelí ante los tribunales internacionales como ocurrió en las guerras de los Balcanes?

En los Balcanes esto no podíamos imaginarlo, y se sentaron y fueron condenados. No entiendo por qué aquí no va a pasar lo mismo.