El banco pide a Jesús 3.000 euros para concederle la dación en pago
La lucha de Jesús aún no ha terminado. El “papelito de Madrid” ya ha llegado, pero lo ha hecho con sorpresas desagradables. Los términos para concederle la dación en pago y librarse de la hipoteca que le tiene 'preso' desde hace doce años han variado respecto al acuerdo verbal que días antes había alcanzado con la Unidad de Créditos Inmobiliarios (UCI) del Banco Santander.
Para autorizar la dación en pago ya no es suficiente con que entregue la vivienda, sino que la entidad bancaria le reclama ahora que asuma una deuda de 3.000 euros, una cantidad de la que “evidentemente” no dispone.
En concreto, este medio millón de las antiguas pesetas corresponden a los 1.910 euros que debe a la comunidad de propietarios del edificio, y al adeudo al Consistorio municipal de dos recibos del Impuesto de Bienes e Inmuebles (IBI). “Cuando ya veía la luz al final del túnel, va y me llega esto”, se lamenta.
A su juicio, está “fuera de toda lógica” que el banco le pida que pague 3.000 euros para poder cancelar una deuda de 179.800 euros. “Saben que no tengo un duro”, incide apesadumbrado.
Este nuevo escollo ha caído como un jarro de agua fría sobre este santanderino de 39 años, que tras perder su empleo no pudo afrontar, de forma regular, el pago de la hipoteca que firmó en 2003, cuando cobraba 2.500 euros y cuatro pagas extra. Entonces, nada le hacía presagiar que su casa se iba a convertir en su peor pesadilla. El banco comenzó a tratarle “como si fuera un delincuente”.
No obstante, aún confía en lograr la dación en pago. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que está mediando en su caso, ya se ha puesto en contacto con el banco para encontrar un punto de acuerdo que satisfaga a ambas partes.
Con el visto bueno del afectado, el colectivo ha realizado una contraoferta: Jesús deja el piso completamente amueblado y se hace cargo de las facturas de la contribución a cambio de que el Santander asuma el importe de la comunidad de propietarios.
En caso de que la entidad se cerrara en banda y no estuviera dispuesta a alcanzar un pacto, la PAH, como última alternativa, se plantea organizar algún tipo de acto público para recaudar fondos, como una rifa o algo similar.
En el acuerdo inicial, el banco había exigido que la vivienda quedara en perfectas condiciones -en varias ocasiones han enviado un tasador para calcular su valor- pero no que permaneciera el mobiliario, ni mucho menos que abonara esas deudas por valor de 3.000 euros, para lo cual le han otorgado un plazo de 30 días.
En este sentido, Jesús barajaba la posibilidad de poder vender alguno de los muebles y los electrodomésticos para obtener así algo de dinero. Tener que dejarlos sería un mal menor. “Podrían vender la casa el mismo día en que yo me marchara”, señala ilustrando el buen estado del inmueble y de las pertenencias.
Y es que Jesús ya solo desea acabar con esta “pesadilla”, pasar página después de muchos años de “acoso” y desesperación y “volver a vivir”.
Acoso bancario
Tras pasar por el altar, Jesús y su pareja decidieron dejar el piso en el que vivían de alquiler y comprarse una vivienda. Ambos tenían trabajo y unos buenos ingresos. Sin embargo, seis años después la cosa cambió radicalmente. Casi sin darse cuenta perdieron su empleo y comenzaron los problemas.
“Mi vida se reducía a buscar la fórmula para pagar al banco. Era un sinvivir. Todos los días me llamaban diez o quince veces; a mis padres, a mi exmujer... Me sentía como un delincuente. Es un sistema de acoso brutal. Eso me acabó de hundir”. Así narra Jesús el calvario que lleva atravesando los últimos años de su vida y que espera acabe pronto.