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Brotes verdes en la ciudad

Técnicos trabajando en uno de los huertos urbanos sostenibles

Coral González

Los Huertos Urbanos Sostenibles se han convertido en un importante lugar de encuentro para muchos vecinos de Santander que quieren volver a conectar con la naturaleza y la vida rural. “Muchos jubilados han encontrado en estos espacios la posibilidad de revivir su niñez en los pueblos, se sienten acompañados a la vez que disfrutan del aire libre”, declara Chantal Lamillar Aja, coordinadora del Centro Educativo Ambiental Los Viveros.

En total existen 130 parcelas divididas en los cuatro huertos situados alrededor de Santander: el de Altamira, el de Concepción Arenal, el de Duque de Ahumada, el de El Alisal y el que se encuentra en el Centro de Acogida Princesa Letizia.

Durante este tiempo, el número de asociaciones que colaboran con este espacio ha ido aumentando. En la actualidad, algunas como AMICA, LUPASCO, Proyecto Hombre, la Asociación de Sordos de Santander y Cantabria, la Asociación Síndrome de Down o la Asociación del Padre Menni, entre otras, han encontrado un lugar en el que poder llevar a cabo numerosas actividades con sus usuarios. “Los huertos ofrecen la posibilidad de realizar diversos programas al aire libre, de que estas asociaciones integren la naturaleza y el cuidado del medio ambiente en la rutina diaria de sus actividades”.

Estos espacios están principalmente dirigidos a las personas mayores de 60 años o jubiladas de la ciudad. Antes de empezar a trabajar, todos los usuarios reciben un curso de iniciación de la agricultura ecológica. “Nos gusta asesorar en todo momento a las personas que no tienen claro que es lo que deben hacer. Nuestros técnicos se encargan de hacerles llegar cuáles son las mejores soluciones para sacar un buen rendimiento a su parcela”.

Más allá de tratarse de una actividad solitaria, los usuarios de la red de huertos sostenibles asisten a numerosas actividades llevadas a cabo por la organización. “Este es un lugar de encuentro, un sitio en el que sentirse menos solos y comenzar a conocer gente que se encuentra en una situación muy similar a la suya”.

Dentro de muy poco se llevará a cabo la celebración del Patrón de San Isidro Labrador y ya están preparando la Fiesta de la Cosecha que se lleva a cabo durante el mes de septiembre. “Aquí no paramos, continuamente estamos mejorando la formación de nuestros hortelanos, organizando cursos y charlas que les ayudan a conocer nuevas técnicas. También llevamos a cabo excursiones culturales, como la que vamos a realizar a la muralla”, explica.

La naturaleza como aula

Los niños también juegan un papel importante dentro de la actividad diaria que se lleva a cabo en los huertos sostenibles. Abandonar el espacio cerrado de las aulas y conocer de primera mano el trabajo que se realiza en la tierra es esencial para completar su aprendizaje. “Muchos niños se niegan a comer guisantes en casa y aquí llegan y los prueban crudos. Les encanta acercarse, tocar y experimentar con la tierra. Disfrutan muchísimo y tienen la mente abierta, lo que les ayuda a conocer mejor los alimentos”, asegura Chantal.

Educar a los más pequeños en el respeto a la naturaleza es esencial para garantizar el futuro de la ciudad. La iniciativa está ayudando a que pequeños brotes verdes surjan en pleno centro de Santander. Ahora otras localidades vecinas como Torrelavega pondrán en marcha su propia red de huertos sostenibles.

En el caso de la capìtal del Besaya, las personas que atraviesan dificultades económicas y se encuentran en riesgo de exclusión social tendrán prioridad a la hora de acceder a alguna de las más de 40 parcelas que se van a preparar en toda la localidad. Chantal constata que el interés por contar con un espacio propio en el que cultivar productos naturales sigue creciendo y espera que poco a poco se generen nuevos espacios para los vecinos.

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