“Se ha fomentado la destrucción de la cultura e identidad cántabras con la idea de que no valen”. Es la opinión de Raúl Molleda, uno de los cuatro ponentes del foro debate organizado por el colectivo Cantabria No Se Vende (CNSV). Este especialista en la materia asegura que “es necesario construir un mundo con espacio para las culturas tradicionales, por muy globalizado que sea”.
La cita tendrá lugar este sábado 20 de enero a partir de las 19.30 horas en el espacio sociocultural L’Asubiu de Santander bajo el título 'Cultura e Identidad para la Cantabria del siglo XXI'. Además de Molleda, intervendrán Pedro L. Madrazo, integrante de la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC), Daniel Lobete de Alcuentru, Alberto M. Beivide de Etnocant y Kiara Brambilla, activista que moderará la mesa redonda.
Molleda, en conversación con eldiario.es, afirma que ciertas ideas “políticas y de modernidad están convirtiendo Cantabria en una tierra de nadie”. De esta forma, según resalta, el pueblo cántabro es “cada vez más ajeno tanto de voluntad como de conocimiento hacia la identidad y cultura” de esta comunidad.
En un contexto social en el que los nacionalismos están muy presentes a raíz del conflicto catalán, Molleda señala que el tan sonado concepto de 'patriotismo' “está muy manchado”. Recalca que él lo asocia a ciertos aspectos con connotaciones negativas como “el militarismo”.
Este ponente, quien subraya que su vinculación con su tierra “es cada vez mayor” tras haber realizado “un pequeño trabajo de investigación y de arqueología”, sostiene que las raíces, de todo tipo, tanto demográficas como culturales, son necesarias ya que “completan y enriquecen a la persona”.
“Si hablamos de Cantabria es porque hay una cultura, porque existe un pueblo con esa identidad propia”, resalta. “Para mí no es nada lógico que antes de 1981, año en que se aprobó el Estatuto de Autonomía, mi cultura y mi identidad eran castellanas y después sean cántabras”, explica. “Una cosa es la existencia de esa cultura y otra que haya un ente autonómico que la defina”, puntualiza. Así pues, Molleda esclarece que “somos cántabros antes y después del 81 en un hilo conductor de la historia” y manifiesta que se trata de una identidad “espontánea porque no es fruto de ninguna intencionalidad ni de ninguna política, es natural”.
Como consecuencia de ello, la identidad, tal y como expone, tiene que servir para saber “quiénes somos y de dónde venimos, no puede ser un instrumento para atacar o someter a alguien”. Por tanto, Molleda deduce que “es una toma de conciencia”. “Me parece más patriota alguien que está en contra del fracking que una persona que dice que Cantabria es lo mejor del mundo”, ejemplifica relatando que el patriotismo se basa, a su juicio, en conseguir beneficios para la gente con el objetivo de alcanzar un bienestar social.
“Pérdida de identidad”
Por otro lado, Molleda hace hincapié en que Cantabria ha experimentado “una pérdida importante de identidad” porque “se ha fomentado su destrucción, no la consecución”. “Hoy en día lo que yo considero como algo normal, la gente lo ve como si fuese de pueblo o de aldeano”, apunta refiriéndose a esa tradición, una mentalidad que define como “muy clasista”.
“Se ha fomentado la idea de que lo nuestro no vale y de que no está a la altura, y lo tenemos asumido”, incide. Destaca como ejemplo tanto el habla como la música, patrimonio cultural que cualquier pueblo tiene. El ponente relata que para mucha gente el conocido como idioma cántabru es “ridículo y casi degradante que hay que ocultar”, lamenta. “El hecho de que por visicitudes históricas haya quedado relegado a una minoría no quiere decir que no sea cultura”, asegura.
Además, afirma que se dice que su uso es propio de “gente nacionalista que quiere vivir aislada del resto pero no es así, es un patrimonio lingüístico que merece ser conservado como cualquier otro”, sentencia.