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Homenaje al centenar de cántabros que sufrieron los campos de exterminio nazi

Nicasio Santisteban, laredano que sufrió con sus dos hijos el calvario de Mauthausen y al que este campo de concentración nazi dejó herido de desnutrición y de muerte dejó escrito a sus descendientes: “No olvides todo lo vivido, pero rechaza el odio y el rencor, que destruyen a quien lo padece”. Casi 72 años después de la liberación de ese campo de exterminio, sus palabras han servido para homenajear al centenar de cántabros que como él padecieron el horror en primera persona.

El Parlamento de Cantabria, con motivo del Día Internacional de las Víctimas del Holocausto, ha rendido homenaje a todos ellos, que estuvieron recluidos en Mauthausen y Gusen, etiquetados con el máximo grado de dureza, en campos calificados “sin retorno” y dedicados a la 'solución final' de un régimen que llevó la destrucción física y moral por todo el continente europeo.

En una declaración institucional leída por la presidenta de la Cámara autonómica, Dolores Gorostiaga, todos los grupos parlamentarios han querido dejar claro  que “recordar el horror no es un trance agradable, pero sí necesario para evitar cerrar los ojos ante cualquier acontecimiento que pueda conducirnos a repetir el ciclo más oscuro de nuestra historia reciente”.

Además, el texto recuerda que, a pesar de que la crueldad y la locura humana no pueden tener medida, los campos de los españoles, como eran conocidos los espacios de reclusión a los que fueron a parar nuestros compatriotas deportados por orden de las autoridades franceses colaboracionistas con el nazismo, estaban etiquetados como grado III, el máximo nivel de dureza ideado por los hombres de Adolf Hitler.

“Es importante que hoy, desde las instituciones, como parte de la reparación que se les debe a las víctimas, reconozcamos algo tan sencillo como su nacionalidad y su identidad territorial, ya que cuando fueron trasladados a estos campos de exterminio lo fueron como apátridas”, remarca el documento firmado por todos los partidos.

La prueba inolvidable de esto es el triángulo azul que llevaban cosido en su uniforme y que era el símbolo de aquellos prisioneros a quien ningún país reconocía como propios. “Hoy queremos recordar sus nombres, como españoles y como cántabros que nunca dejaron de ser”, ha dicho Gorostiaga.

También se ha rendido homenaje a las tropas estadounidenses que se encargaron de la liberación en ambos campos de concentración austriacos en 1945. “Para los cántabros y españoles que lograron sobrevivir al mayor de los horrores, estas tropas representarán siempre la libertad y la solidaridad que no debemos olvidar nunca, que debemos mantener viva en la memoria, para que nadie nunca tenga que sufrir lo que tantos sufrieron por su religión, raza, ideología política, nacionalidad o su orientación sexual”, ha finalizado la presidenta.