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El drama de una familia al borde de un desahucio por adaptar su vivienda a un hijo con discapacidad: “Llega un momento en el que no puedes más”

La familia Setién Núñez no esperaba el futuro que aguardaba a la vuelta de la esquina. En el patio de una casa de piedra en la localidad cántabra de Gama se sientan Héctor y su madre, María, para relatar la estafa que denuncian haber sufrido y que les ha llevado a sufrir tres intentos de desahucio en apenas unos meses. El primero, el 10 de enero de este año, fue suspendido in extremis. El segundo intento, en junio, aplazado por una “cuestión humanitaria”. Este martes está programado el tercero y, aunque no sabe qué pasará, Héctor dice, alto y claro: “Si nos echasen, volveríamos aquí”.

Dentro de la casa descansa Martín, el padre, enfermo de cáncer a sus 55 años. Hace siete años era autónomo y, en plena crisis, empezó a faltar el trabajo y fue al paro. “La situación económica era muy mala y, como no encontraba trabajo, buscó financiación para ir sobreviviendo una temporada”, cuenta su hijo Héctor, de 27 años. Otro de los objetivos de ese dinero era poder adaptar la planta baja de la vivienda a su otro hijo, discapacitado, y que “estaba empeorando cada vez más”.

En 2012 hipotecaron la casa y con un préstamo fueron subsistiendo, pero seguía faltando el trabajo y se hacía imposible pagar las cuotas. Buscaron refinanciar la vivienda para no deshacerse de ella y, como los bancos no les concedían créditos, contactaron con una financiera de Gijón que les prometió, a golpe de oratoria y “mucha labia”, conseguir una hipoteca. Un “estafador” que no dio señales de vida desde el momento que se torcieron las cosas.

Los cuatro meses siguientes fueron de visitas constantes a su casa y promesas falsas. “Vinieron varias veces y, de un día para otro, dijeron que la operación podía ser viable, pero mis padres tenían que ir a Gijón a firmar”, relata Héctor. Ese momento fue decisivo. “Un notario, digamos, leyó ante ellos algo distinto a lo que firmaron”.

En vez de darles un préstamo, “normal y corriente, con una entidad bancaria”, como les habían prometido, se iba a hacer mediante un pacto de retroventa. “En ese momento ves las cartas sobre la mesa y, o lo tomas, o lo dejas, además mis padres no conocían muy bien cómo funcionaba esa figura”, cuenta el hijo.

“Firmaron que era una venta a favor de un tercero y que podían estar aquí viviendo en precario durante un año, lo que da más confianza cuando sales de la notaría”, según señala Héctor, pero no sospechas nada, porque tienes un año en el que estás respaldado y no te das cuenta de la gravedad“, a lo que añade que, además, no tuvieron una copia de la escritura hasta meses después, cuando tras las insistencias de su padre se la enviaron. Ahí, ”se encontró la sorpresa“.

Y el sobresalto llegó cuando apareció ese tercero que reclamaba la vivienda como comprador. Héctor lo reconoce con pesar: “Claro, tienes una escritura que dice que has vendido la vivienda ante un supuesto prestamista, que realmente ha actuado como intermediario”.

También, señala, que han sido víctimas de mentiras ante un juez. “Una inmobiliaria prestó declaración en contra de mis padres, diciendo que estuvieron aquí viendo la casa... Y eso no es verdad, trajeron a dos personas de la agencia haciéndoles pasar por tasadores del banco”.

Esta trama, que está ya en los tribunales, ha afectado a personas en Galicia, Asturias, País Vasco y Cantabria y, según apunta Héctor, “es un problema la distancia y encontrar un abogado que lleve todos los casos a la vez”.

El futuro 

Héctor lamenta que la jueza que lleva su caso no vea “indicios claros” y se limite a mirar la superficie, sin fijarse en las circunstancias. “Esta gente se aprovecha de personas con una situación económica muy difícil, que no tiene conocimientos financieros... Y tienen mucha labia y te convencen”, apunta.

“Mis padres se encuentran mal, esto viene de hace seis años y cada vez están peor”, reconoce. La madre, que apura un cigarro en una de las esquinas de la mesa, reconoce que sufre una depresión y brotes de fibromialgia, dolencias que no han hecho más que agravarse desde la muerte de su otro hijo hace un año. “Desgasta muchísimo, llega un momento en el no puedes más”, lamenta.

El anterior desahucio se paró por cuestiones humanitarias, pero no creen que esta vez “les hagan caso”, aunque, como apunta la madre, “su padre cada vez está peor”. Necesitan una “razón de peso” que haga ver a la justicia que se trata de una estafa: “Puedes tener pruebas, indicios... Pero si no hay nada de peso, se archiva, como ha pasado hasta ahora”, concluyen ambos.

Su esperanza, ahora, es otra. Esta familia recurrió a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) por primera vez el día antes de su primer aviso de desahucio. El 9 de enero por la tarde, “ante la impotencia y no saber qué más hacer”, decidieron probar y ver cómo les asesoraban. “Había muy poco margen de tiempo y se consiguió juntar a más de 50 personas para hacer presión”, agradecen.

“No sabemos qué va a pasar este martes. Nuestra intención es volver a pararlo, que se tomen en consideración las peticiones de todos los afectados y que se consiga una investigación conjunta”, concluye Héctor. Espera que el desahucio se pare, demostrar que tienen la razón y evitar que estos casos vuelvan a ocurrir.

La PAH ha convocado una concentración a las 10.00 horas frente a la casa, en Gama. La agrupación estará allí desde mucho antes con la intención, tal y como señala su portavoz Óscar Manteca, de “hacer lo que hemos hecho ya muchas veces: esperar a la Comisión Judicial, saber qué decisión toma y, si no lo suspenden, nos meteremos dentro de la vivienda y resistiremos”.

Manteca, además, apela al delegado del Gobierno, Pablo Zuloaga, “que está en contra de los desahucios”, para “que haga todo lo posible para que no acuda la Guardia Civil”. “No se debería llevar a cabo una acción como esta contra un matrimonio enfermo para hacerle el juego a una presunta trama de estafadores”, concluye el portavoz de la PAH.