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Un paseo por la sexualidad de África

El periodista y escritor Marc Serena (Manresa, 1983) es proclive a la aventura y sus fronteras están tan lejos como sea capaz de llegar con su mochila. Con ese espíritu, se embarcó en un viaje por el continente negro que le llevó por una veintena de países para recoger el testimonio de los perseguidos por su condición e identidad sexual, las víctimas de un problema que no tiene altavoz. Así, dio vida al libro '¡Esto no es africano! Del Cairo a Ciudad del Cabo a través de los amores prohibidos', un trabajo que ha presentado este miércoles en La Librería del Puerto de Santander.

Venía de una 'locura' que cometió a los 25 años, con la que intentó retratar a su generación para entender cómo eran los jóvenes de su edad en distintas partes del mundo. “Reuní el dinero para comprarme un coche pero, en vez de hacerlo, me fui a dar la vuelta al mundo y conocer a 25 personas de 25 años de 25 países diferentes”, cuenta al teléfono. El resultado fue un libro que aquí ha pasado desapercibido pero que ha tenido un gran éxito en Asia, con presentaciones en algunas de las ciudades más importantes.

“En aquel momento era más inocente y todo me sorprendía. Después de aquel viaje, me planteé qué injusticia de todas las que había visto me parecía más dura e inaceptable y, a su vez, menos conocida. En el primer libro encontré en India, un país en el que dicen que todo es posible, que la homosexualidad estaba prohibida por ley. Me sorprendió muchísimo y fue un shock hablar con una persona que me contó como esto era la peor condena”, explica a eldiario.es Cantabria.

Con un mapa del mundo delante, se dio cuenta de que había unos 80 países donde la homosexualidad estaba perseguida por ley, con penas de prisión o condenas a muerte. Quería leer y saber más y África fue su destino para ahondar en esta causa. Empezó hace cuatro años y en este tiempo ha cambiado todo mucho. Sin embargo, lo que sigue pasando es que, por increíble que pueda parecer, las personas más perseguidas en África lo son por su orientación sexual o por su identidad de género.

“Es tremendo que por tu forma de amar puedas sufrir esta persecución, pero esto es así. Sirve también para conocer la situación que se vive en el continente, porque también se habla de la familia, de la economía, del pasado colonial y de otras muchas cosas que se acaban entrelazando. Estamos aquí al lado, es el segundo continente con más población del mundo, pero por desgracia no tenemos periodistas sobre el terreno y hay poco interés por lo que suceda ahí”, lamenta Serena.

En Nigeria, por ejemplo, persiguen a una pareja que se da un beso por la calle o a un activista que da la cara y habla con cierta normalidad sobre el tema. Su obsesión es transmitir que éste “no es un problema de gays y lesbianas”, sino una vulneración de los derechos humanos, de represión, de defensa de las minorías.

De todas formas, y pese a lo cruel de algunos casos, el libro no es dramático ni triste. “Al final, estamos hablando de sexo y sexualidad, algo más que interesante. Es un elogio a la diversidad sexual de África, que es un continente rico en muchas cosas y también en esto”, dice.

Cuestión de clase

Las historias que sorprenden más son estas, precisamente, las que dan una esperanza al colectivo. En Costa de Marfil, por ejemplo, recoge una crónica de una boda. “Es cierto, es ilegal, pero es una boda. Ahí están los amigos, aunque sea una celebración muy humilde. Es un compromiso entre dos chicos muy pobres y que tiene por banquete unas palomitas”.

También hay islas de libertad. En Abiyán, la ciudad más poblada de Costa de Marfil, hay una comunidad cada vez más fuerte que se une por su orientación sexual e identidad de género porque se apoyan, se hacen compañía, y han sido excluidas de sus círculos familiares. Aquí está naciendo un dialecto, una lengua propia. Han conseguido decir muchas cosas de su intimidad y de su vida sexual con unas palabras que el resto no entiende. Es una lengua inventada que sirve para defenderse, para buscar un refugio.

Y en este amplio espejo del continente africano también mucha prostitución. “Lo normal, si uno va a buscar trabajo y no se lo dan, si tu familia te expulsa y no te paga los estudios, si no puedes encontrar un piso donde vivir, si la sociedad te arrincona por ser gay o lesbiana. El trabajo sexual es la última solución que les queda a muchas personas para sobrevivir”, relata.

Además, aparece el dinero como factor determinante: “Si tú eres rico o tienes una buena posición, puedes ser quien quieras en África, siempre y cuando lo vivas en silencio y con discreción”. Como en otros muchos lugares, lo que refleja el libro de Marc Serena es que, al final, también acaba siendo una cuestión de clase. Hay personas en prisión por ser homosexual, pero son los más pobres, los que no tienen recursos.