Marisa Soleto Ávila es la directora y vicepresidenta de la Fundación Mujeres, una de las asociaciones feministas más importantes de España, pero también es muchas cosas más. Abogada, feminista y firme defensora de los derechos de las personas, Soleto nació para el activismo y se nota. En sus palabras no hay rabia ni resentimiento, hay un optimismo innato para convencer a cualquiera de la causa que defiende.
Esta semana participó en Santander en el I Congreso de Violencia hacia las Mujeres con el objetivo de hablar sobre los mitos, los prejuicios y los estereotipos sobre la violencia de género que influyen en la prolongación de los malos tratos.
¿A qué se dedica la Fundación Mujeres?
Es una organización feminista que desde el año 1994 viene desarrollando programas de intervención social para la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Somos una de las organizaciones que colaboramos y ejercemos como interlocutores con poderes públicos como el Observatorio Estatal de Violencia de Género o el Observatorio de Igualdad de RTVE.
Su ponencia trata los factores que influyen en la prolongación de los malos tratos. ¿Quién o qué tiene la culpa de esa postergación?
El patriarcado, sin duda. Pero lo abordo desde tres perspectivas: por un lado veo cómo los estereotipos sexistas fundados en la desigualdad inciden en cómo las mujeres ponen solución a situaciones de violencia de género. Estos estereotipos nos llevan a no saber identificar cuándo estamos sufriendo una agresión intolerable y la realidad es que nos hemos acostumbrado a convivir con un clima social que tradicionalmente ha empujado a las mujeres a tolerar, aguantar y no denunciar en determinado tipo de situaciones.
Y por otro lado, he tratado la influencia que el patriarcado tiene en relación con lo que son las políticas públicas y los objetivos que nos hemos marcado en las leyes. Actualmente, hay personas y partidos de la extrema derecha que están cuestionando la validez de las medidas que se han puesto en marcha contra la violencia de género bajo esa hipótesis de que no ha servido para nada porque sigue habiendo malos tratos.
Y por último, he analizado qué es lo que nos está faltando socialmente para poder decir que tenemos un compromiso total en la erradicación de la violencia contra las mujeres. Por qué seguimos utilizando esos estereotipos sociales, esas creencias, valores e incluso esos debates sociales que se montan en torno a este tema, si están dificultando que podamos hablar de políticas realmente transformadoras que tengan una meta real.
Normalmente se habla de la educación como verdadero método para frenar el machismo pero es un proceso lento. ¿Qué tenemos hasta entonces?
Hay tres fases: tenemos que prevenir y sensibilizar, lo cual es muy a largo plazo, lo que me pone muy nerviosa. Luego tenemos que ocuparnos de las víctimas que están sufriendo violencia de género en estos momentos, y por último, hay que respaldar a las que ya lo han sufrido para que desde la sociedad se intente restituir el daño que han sufrido.
La sensibilización es muy importante para evitar malos tratos futuros, pero también necesitamos esas medidas que tengan incidencia sobre la situación de mujeres que ya son víctimas a través de procesos de protección y resolución y reparación del daño que hace esa violencia. Y ahí tenemos recientemente aprobado un Pacto de Estado que ha hecho una revisión bastante amplia en la que se han vuelto a recoger un montón de medidas que nuevamente vuelven a poner el foco sobre algunos de los procedimientos que la ley dejó sin acabar
La violencia sexual también está encima de la mesa después de comprobar que seguimos teniendo sentencias muy frecuentemente que nos avergüenzan como sociedad y que demuestran que ni la justicia ni la ley responden.
¿Afecta mucho ver que dependiendo el partido que esté en el Gobierno la Ley de Violencia de Género cobra más o menos importancia?
Sí, y por eso creemos que es un tema que hay que sacar de la escena política. En eso todas las asociaciones feministas estamos de acuerdo. Este no es un tema que se pueda utilizar de forma partidista o electoralista, tal y como está pasando con Vox. Hay que evitar ese tipo de situaciones porque estamos hablando de corregir una injusticia ancestral en contra de las mujeres, venimos de una estructura del derecho donde no existía derecho a la igualdad.
Pero aun así, creo que todo lo que tiene que ver con los cambios sociales tiene que ver con la persistencia en la reinvidicación y el movimiento feminista es el movimiento más optimista que yo conozco. Porque pese a que a veces es desalentador ver cómo hay que volver a debatir sobre lo mismo o ver cómo hay que volver a empezar, las feministas sabemos que esto es una carrera de fondo y que hay que persistir.
El auge de Vox ha traído consigo el debate, repetido hace apenas tres años por Ciudadanos, de retirar la Ley de Violencia de Género. ¿Por qué esta ley molesta tanto a algunos sectores?
Hay una ideología muy caracterizada por la cultura católica, por la propia historia de los países del sur de Europa, no solo de España, que está basada en la defensa de un modelo de familia tradicional. Este modelo necesita para su mantenimiento discutir o negar los derechos de las mujeres y solo entiende un modelo de convivencia familiar que está basando en una división de roles, en una división sexual del trabajo y en una posición social diferenciada.
En un contexto democrático este discurso ya no se puede sostener por lo que lo transforman y construyen simbólicamente escenarios que vuelvan a justificar esa cuestión. Pero lo que les molesta es que la Ley Integral de Violencia de Género pertenece a una línea de pensamiento absolutamente contraria a eso, una línea que dice que los derechos de las personas están por encima de cualquier otro tipo de institución, como por ejemplo la familia No podemos pensar que el sostenimiento de una familia puede estar fundamentado en la vulneración grave de los derechos humanos de las personas que la conforman.
Lo que podemos extraer de esto es que cada vez que se ha debatido sobre esta ley utilizando los estereotipos de las denuncias falsas o del hombre atacado, los partidos políticos han tenido que retractarse porque esos discursos duran muy poquito tiempo, sobre todo porque ya tenemos mucha mas información. Pero me imagino que con Vox pasará lo mismo que pasó con Ciudadanos o con otras voces críticas que le han precedido y acabarán desdiciéndose.
¿Cree que está aumentando el fenómeno de no querer denunciar por casos que se han cuestionado tanto como el de 'La Manada'?
No tenemos datos suficientes como para hacer la afirmación de que está aumentando ese fenómeno a nivel global, pero si que hay algunos datos interesantes. Contra este mito de que hay miles de mujeres buscándole la ruina a sus parejas y presentando miles de denuncias falsas, en realidad el dato más frecuente, frente a cualquier parte de agresión que sufre una mujer, es que no se denuncia. Es más, las mujeres que tienen hijos con sus maltratadores, la primera reacción que tienen es intentar buscar una situación 'por las buenas'. La denuncia ni tan siquiera es siempre la primera opción, sobre todo cuando no estamos hablando de casos de violencia extrema.
Los casos que llegan a la justicia están plenamente justificados y, la mayor parte de las veces, vienen de mujeres que han reflexionado mucho sobre el hecho de la denuncia y que han entendido que no les quedaba otra opción. En los casos que nosotras conocemos, un comentario muy reiterado por su parte es la duda de si han hecho lo correcto denunciando. La razón es que en ningún momento podían esperarse que la respuesta fuera poner en duda su palabra y no dar la protección que estaban buscando. No puede ser que cuando una mujer vaya a poner una denuncia contra su maltratador, que vive bajo su techo, si esa mujer no encuentra respuesta a lo que está pidiendo, la estamos mandando a casa con quien la esta agrediendo.
Eso sí, la denuncia es una alternativa imprescindible pero debe hacerse en ciertas condiciones de seguridad, porque una denuncia no atendida puede llegar a incrementar el riesgo.
Debe ser muy duro conocer los casos de primera mano...
Sí, por ejemplo ahora, a través de la actividad directa de la Fundación Mujeres con las familias de huérfanos y huérfanas de la violencia de género, te das cuenta de que, mientras hay una parte de la sociedad que intenta presentar la ley o las escasísimas ayudas que hay como un abuso, la realidad cotidiana de familias que han sufrido violencia de género es una sensación de desamparo por parte de los poderes públicos.
Y lloro, lloro mucho. Lloro por recibir a una abuela que se ha quedado con sus nietos huérfanos y que ni tan siquiera tiene la concesión de la pensión de orfandad. Eso te hace sentir muy mal pensando que algo estamos no estamos haciendo bien porque no solo hay que proteger a las víctimas, sino reparar el daño de los niños y las niñas que han perdido a su madre en un crimen de violencia de género.
¿Qué opina de la posición de la RAE sobre lenguaje inclusivo?
Creo que la RAE ha ido moviendo posiciones, y ahora está intentando reconciliarse después de haber planteado algún tipo de resistencia que no era normal. Todo el debate que ha habido sobre el reconocimiento de masculinos y femeninos en la forma de nombrar las profesiones revelaron en su momento una posición de la RAE contraria a que el lenguaje recogiera los avances que las mujeres estábamos haciendo en la sociedad. Tú tenías que conformarte con llamarte abogado, a pesar de que la palabra abogada existía, de hecho la Virgen María ha sido siempre 'abogada nuestra', pero la RAE se resistía a que eso lo pudiese utilizar una mujer profesional, que tenía que autonombrarse con el masculino.
Creo que a partir de la 22 o 23 edición del diccionario, posicionamientos tan cerrados se han corregido, aunque quedan todavía grandes muestras de sexismo en algunas de las definiciones del diccionario que deberían estar marcadas ya como arcaísmos o como sexistas, ya que no refleja el lenguaje actual.
De momento la RAE se está mostrando muy crítica con cualquier alternativa al genérico masculino, pero yo creo que el lenguaje se puede utilizar de una manera política y de hecho a mí me gusta la imagen que representa que en un momento determinado se puedan utilizar palabras como 'jóvenas' o 'miembras', no para que las recoja el diccionario, sino para evidenciar cualquier tipo de situaciones sociales en las que se discrimina a las mujeres. Y no pasa nada porque el lenguaje es una herramienta viva.
A mí me parece bien que la RAE haga su trabajo, pero las demás hablaremos como nos dé la gana y no por eso seremos ignorantes, sino que, a lo mejor, también tenemos derecho como castellanohablantes a utilizar el lenguaje en toda su significación política.
En una cuestión como la de los vientres de alquiler, parte del colectivo LGTB choca con el movimiento feminista. ¿Cómo se llega a un consenso?
No puede haber consenso sobre los vientres de alquiler. Puede haber debate, por supuesto, pero ni tan siquiera puede producirse un debate productivo. Hay que diferenciar en este tipo de debates que también incluye a la prostitución, lo que son posiciones que representan intereses personales e individuales frente a lo que son posiciones que defienden la mejora social.
Los espectáculos que hemos estado viendo de mujeres que son de países pobres que son utilizadas para gestar los embriones, o el material genético, de parejas que no pueden hacerlo en primera persona de los países ricos, es algo que debería escandalizarnos lo suficiente. Me parece que la presión a la que estamos sometidas sobre ese debate tiene mucho que ver con personas, que no son malas personas, pero que quieren hacer realidad un deseo y un anhelo de una forma que se les ha ocurrido. Pero que no han hecho esta reflexión de carácter global, sino que anteponen a ese bien común su deseo particular. Luego esto es alentado, al igual que en el caso de la prostitución, por entidades de carácter económico que tienen intereses en que una regulación sea efectiva. No son debates reales.
Lo lamento porque entiendo que el deseo de quien quiere ser madre o padre es un buen deseo pero hay que llevar la reflexión un poquito mas allá porque el derecho a transmitir tu material genético no existe.