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De ‘abrazalechugas’ a ejemplo de la lucha vecinal: el caso que pone en apuros la construcción de suelo industrial en Cantabria

Imagen del 'día de la tierra', que la asamblea preparó como protesta frente al Ayuntamiento de Torrelavega.

Blanca Sáinz

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“Nos han llegado a llamar 'abrazalechugas' personas que piensan que si hay un terreno verde, se está desaprovechando”. Así comienzan a repasar su recorriedo Aurora Morante, Juan Gómez de Diego y Álex Pérez. Los tres forman parte de la Asamblea en Defensa de Las Excavadas, un grupo coordinado que se creó para defender un terreno del municipio de Torrelavega, que el Gobierno de Cantabria pretendía convertir en suelo industrial para crear un polígono que atrajese a nuevas empresas a la ciudad.

“La lucha”, tal y como la llaman los propios creadores de la asamblea, arrancó hace seis años, poco después de conocer la intención del Ejecutivo que preside Miguel Ángel Revilla (PRC) de sacrificar suelo fértil por la “necesidad urgente” que había de empleos en una localidad obrera especialmente castigada por el paro. Concretamente, el matrimonio formado por Aurora y Juan se enteró del proyecto el día del fallecimiento del padre de Juan: “Un día lleno de buenas noticias”, ironiza De Diego, y es que tanto su vivienda, que comparten con la madre de Juan y con sus hijos, y su negocio, una ganadería que lleva 100 años en Viérnoles, se encuentran dentro del terreno que el Gobierno pretende expropiar.

Tal y como cuentan a elDiario.es, son conscientes de que son los más perjudicados de forma personal por el proyecto, conocido como 'Las Excavadas', aunque evitan el protagonismo directo y apelan a que es una cuestión “que trasciende a lo colectivo”: “Nunca hemos tomado nuestra desgracia personal como la más importante porque sabemos que no lo es, pero es que, además de nosotros, hay muchas cosas implicadas”, indica Aurora.

Por su parte, Álex Pérez es concejal del Ayuntamiento por la Asamblea Ciudadana por Torrelavega (ACpT), el partido que se encargó de movilizar a los vecinos para frenar este plan y así “salvar lo poco verde que queda en este municipio de hormigón porque está casi todo reventado”. Para ellos, Las Excavadas supone una “maniobra de especulación urbanística” ya que el proyecto “debería darse por anulado”: “Si siete años después de sacarlo y pedir la Declaración de Interés no se ha realizado hay dos opciones: la primera, que realmente no existiese esa urgencia de suelo industrial; y la segunda, que esta necesidad ya haya sido cubierta y que, por tanto, esté caducada”, asevera Pérez.

Aun así, los tres insisten en que la creación de suelo industrial no está vinculada a que vaya a haber más trabajo y ponen de ejemplo dos casos: los terrenos de Sniace, que están vacíos tras el cierre de la fábrica, y el del polígono de Tanos-Viérnoles, “que no se ha llenado en ningún momento” y que tiene varias empresas desplazadas, es decir, que tenían su local en otros puntos de la ciudad y que se han trasladado hacia esa zona. “Vamos, que no es que se haya creado empleo ni de lejos”, aseguran.

Sobre ello, Juan reitera en varias ocasiones que si tuviesen la fe de que se va a construir “una gran empresa” o que si fuese necesario para construir “una autopista o cualquier cosa que beneficiase a todos”, lo asumirían: “Es que se va a construir para quedarse vacío y no se debe tocar el suelo que no es industrial. En Euskadi llevan muchos años utilizando ese modelo pero en Cantabria parece que solo pensamos en hormigonar”, declara.

De igual forma, Aurora da una solución al conflicto que pasa por utilizar el suelo de Sniace, que ya es suelo industrial y sobre el que se podía construir “el polígono que quisiesen”. “Lo hemos planteado, claro que sí, y nos han llegado a decir que ese terreno tiene dueño, como si el nuestro no”, alega la vecina de Torrelavega.

No obstante, a pesar de que el tema lleva, públicamente, más de dos años parado, desde la asamblea creen que volverá a salir de cara a las elecciones. De hecho, preguntados por este periódico, desde la Consejería de Industria anuncian que el proyecto ya está en trámites en Ordenación del Territorio, que es donde se están solicitando los informes sectoriales. “Cuando estén, nos lo remitirán. En resumen: están trabajando con el documento de aprobación inicial”, adelantan.

“Estamos personados como parte interesada en todo el expediente y a pesar de ello nos cuesta muchísimo que nos comuniquen cualquier movimiento a pesar de que normativamente es así. Cuando les decimos que no nos ha llegado algo que hemos visto en prensa, nos lo envían justo después”, se quejan.

Pese a ese “fallo” en las notificaciones, desde la asamblea indican que en este momento se encuentran en fase de recurso “porque la nulidad es clara”: “Han presentado cinco días tarde la evaluación de impacto ambiental, hemos pedido la caducidad del expediente y nos la han rechazado. Ahora tenemos dos opciones: o asumir el rechazo, o negarnos al rechazo e ir al juzgado, que es lo que va a pasar. Estamos convencidos de que esto es nulo de pleno derecho y lo llevaremos a los tribunales y lo pelearemos porque no van a entrar ahí”, manifiestan.

Un ejemplo de lucha vecinal

Pero si hay algo que destaca de esta asamblea creada para paralizar el proyecto es cómo consiguieron que toda Cantabria se enterase de la existencia del mismo, así como del posicionamiento del colectivo. “Tuvimos una fase muy intensa de dar a conocer el tema en la que llegamos a hacer asambleas por barrios. Pero además es el machaque y la constancia. En plena campaña nos tiramos una tarde entera en un acto del PP gritando sin parar. En otra ocasión fuimos a la fiesta anual del PRC y aunque intentaron echarnos, la Policía Nacional nos salvó porque estábamos en un parque público”, señalan.

Recordando todo el trabajo realizado en estos seis años, los tres entrevistados mantienen un semblante serio y es que la lucha ha conseguido convertirse en su día a día durante mucho tiempo, pero hay un tema que les hace cambiar el rostro: “Nos hemos visto abrumados por tantísimo apoyo. Es increíble que gente que no nos conocía de nada se haya tirado con nosotros ahí en lo que hiciese falta. He aprendido un mundo del que antes era ignorante total”, agradece Aurora.

Precisamente, y pensando en la parte más positiva de una batalla tan cruda y duradera como esta, el matrimonio llega a emocionarse al hablar sobre el que conocen como 'día de la tierra'. “Convocamos una rueda de prensa para realizar una acción delante del Ayuntamiento de Torrelavega. Llevamos allí un tractor, hicimos un huerto, llevamos vacas... Dejamos palas para que la gente las cogiese y se uniese a nosotros. Fue alucinante”, cuentan alegres.

En el lado contrario, el que califican como su peor momento fue el día que el Partido Regionalista de Cantabria (PRC) ganó las elecciones de Torrelavega, y es que este partido, que comparte tanto el Gobierno autonómico como el Consistorio con el PSOE, es el precursor del proyecto al ser suya la Consejería de Industria desde que arrancó la idea de Las Excavadas. “Los principios son malos, hay un proceso y un shock, pero el día que vi que el PRC ganaba las elecciones lloré bastante porque di por hecho que ya sí que sí, que se acababa”, revela Aurora.

Pero no fue así. Y aunque ahora prefieren seguir manteniendo un perfil bajo por “desgaste y salud mental”, continúan yendo a los plenos municipales con una enorme pancarta que les acompaña desde hace varios años y que solo tuvieron que dejar a un lado durante la etapa más dura de la pandemia. “Nos chupamos plenos de cinco, seis y hasta siete horas de pie. Hay días que estamos hasta las narices pero tenemos que seguir ahí”, advierte Juan.

A ello, Álex añade que cree que desde el Gobierno también han querido utilizar la táctica de dejarlo todo en silencio “para que la gente se piense que el proyecto está parado e ir trabajando por detrás”: “Nuestra propia gente piensa que ya se ha acabado, y claro que tenemos miedo de que llegado el momento no podamos movilizar... Pero confiamos en que sí, en que si es realmente necesario, la gente va a acudir”, espera el político.

Sin embargo, y tras los cambios que han hecho como que el proyecto pasase de tener 500.000 metros cuadrados a 250.000, consideran que si el PRC sigue viendo una oposición clara, no lo construirá “porque tampoco son kamikazes”. Y así, y a medida que avanza la conversación con elDiario.es van tomando conciencia de cómo su batalla particular ha ido llegando a toda Cantabria y ha dejado de ser una cuestión únicamente de Torrelavega: “Empezó siendo algo de los afectados y de que, si ya había suelo industrial, ¿para qué querían destrozar más? Y luego empezó a ser también un ejemplo de especulación urbanística y de la lucha del pueblo”, argumentan orgullosos.

Y terminan con una advertencia clara sobre que si el tema se vuelve a despertar, lucharán con la misma intensidad “y hasta dejarnos las uñas” porque tal y como reza uno de sus lemas más característicos: “La única lucha que se pierde es la que se abandona”, algo que ya tienen grabado a fuego.

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