El acoso escolar es una problemática social que viene experimentando un crecimiento exponencial acentuado por la aparición de las nuevas tecnologías y las redes sociales que han dado paso a lo que conocemos como 'ciberbullying'. “Todos podemos aportar para combatir esta lacra educativa”, manifiesta María Jesús Franco, psicopedagoga y logopeda del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud (CIPSA) de Santander.
Asegura que los ciudadanos “tenemos cierto temor a afrontar un problema tan grave como es el acoso escolar, un tipo de maltrato”. Explica que en los colegios percibe “cierto miedo a que el bullying se confunda con los conflictos normales de convivencia entre escolares. Los directores temen que salte la alarma y se trata de informar, no de alarmar”.
Franco establece que la principal diferencia entre un término y otro reside en que el acoso escolar es “clandestino”. “El acosador se cuida de maltratar a su víctima en lo que llamamos en el ámbito educativo los 'ángulos muertos'”, es decir, los pasillos, el patio, los baños... “El maltratador y sus secuaces se cuidan mucho de que no sean vistos por el profesorado”, recalca.
Sin embargo, cuando hay conflictos de convivencia son públicos y notorios, y es por ello que ocurren delante de los profesores y de toda la comunidad educativa. “Es normal que haya dificultades de convivencia pero el acoso escolar siempre está al acecho fuera de los ojos de los educadores”, aclara.
En cuanto a las cifras oficiales que reflejan el aumento de esta práctica, Franco hace hincapié en que las que se manejan “son solo la punta del iceberg porque no todos los casos se denuncian”. Asegura que la media general que calculan los expertos españoles y a nivel internacional es que el acoso escolar tiene una horquilla del 10% al 15%. En España los datos oficiales recogen alrededor de un 4% (400.000 casos), es decir, los que han sido admitidos a trámite por el Ministerio de Educación.
“Se ha incrementado en el curso 2014-2015 un 75% según cifras oficiales, imagínate lo que hay debajo de ese iceberg”, subraya Franco. Afirma que están apareciendo más casos porque “paulatinamente estamos quitando el miedo a hablar de este tema en los colegios y las familias son las que están dando ese gran paso”.
“Lo ideal sería que fuera el propio colegio el que tuviera un plan de prevención de violencia escolar y que tuviera la iniciativa para denunciarlo pero no es así, siempre son los padres que generalmente se enteran tarde y mal”, lamenta. La psicopedagoga y logopeda de CIPSA expone que en los centros hay una “voluntad paradójica” para paliar esta problemática.
“Por un lado, obviamente no hay ningún centro educativo que quiera violencia escolar dentro de sus aulas pero por el otro, tampoco hay especialistas que sepan manejar estas situaciones y que sepan detectar los casos”, esclarece.
Tres condiciones
En cuanto a las dificultades en materia legislativa a las que tienen que hacer frente, Franco señala que se está pendiente de saber cuáles van a ser las nuevas directrices desde el Ministerio de Educación aunque las autonomías también tengan competencias educativas.
“Hay una buena voluntad política, sin duda, pero después tiene que haber un presupuesto que dote a los centros de recursos humanos y materiales para que realmente esa buena voluntad se refleje en actos”, apunta.
A día de hoy, tal y como formula la especialista, la ley marca que para que un caso se reconozca como acoso escolar tienen que darse a la vez tres factores. Primero, que la víctima demuestre que el acosador lo hace con intención de hacerle daño; segundo, que se haya dado durante un periodo largo de tiempo, es decir, que el maltrato se repita varias veces y consecutivamente; tercero, se tiene que demostrar también que el maltratador hace abuso de su autoridad bien porque sea mayor que la víctima o bien porque el número de acosadores sea superior al menor que sufre bullying.
Es muy difícil conseguir demostrar estas tres situaciones expuestas puesto que “no se está teniendo en cuenta cómo es el perfil psicológico del acosador y del grupo de cómplices que son igual de maltratadores”. El perfil psicológico interno de esta clase de menores es “de buenas habilidades sociales, de caer bien al profesorado, de en principio y aparentemente en el aula no ser conflictivos… Todo eso tapa mucho”
Por otro lado, “el séquito que lleva de cómplices también saben encubrir al líder –le apoyan, se callan y hacen el corrillo en los malos tratos- porque en el fondo lo que buscan es que no se metan con ellos”, expone Franco.
Además, cuando un alumno se queja de que otro se mete con él, que le insultan, que le hacen el vacío, “el adulto justifica de alguna manera la conducta del maltratador diciendo frases del tipo: ”esto son cosas de niños' o “si te pegan, pega y si te insultan tú insulta, defiéndete”; y entre el profesorado también muy típico: “son cosas normales que han pasado siempre en los colegios”, lo cual genera en la víctima una indefensión aprendida que llamamos en psicología“.
La psicopedagoga asegura que ante este panorama la víctima asume que lo que le pasa es normal e incluso llegan a creer que son culpables, y eso “es terrible”. Normalmente el agresor elige a su víctima muy bien y sabe que suelen ser niños que acaban de llegar nuevos al colegio o que no tienen grandes redes de relaciones entre compañeros, así como a los alumnos de notas excelentes, un 'blanco' tradicionalmente habitual.
“La víctima se ve adherida en una tela de araña y cuando es adolescente no soporta esa situación y puede terminar en suicidio porque no ve otra salida”, lamenta.
Ciberbullying
“El acoso escolar, por desgracia, se ha visto incrementado y se retroalimenta a través del ciberacoso”, señala Franca. Establece una diferencia entre la situación que padecían las víctimas de este maltrato cuando no había redes sociales y la que sufren en la actualidad.
Anteriormente, la víctima era acosada en un sitio concreto como el colegio pero cuando iba a casa “se sentía segura”. “Digamos que los niveles de depresión y de ansiedad en el ámbito educativo se compensaban con el descanso en casa después del colegio o en épocas de vacaciones”, explica.
Como consecuencia de ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) “ya ha encendido el piloto rojo a España” afirmando que es uno de los países donde más ciberacoso sufren los menores. Esta situación “tiene que abrirnos mucho los ojos porque dentro de unos años podemos ver incrementado el consumo de antidepresivos y el número de suicidios”, destaca Franco.
Por tanto, el ciberbullying es un problema social donde los centros educativos juegan un papel importante puesto que muchas de las imágenes y vídeos que después se difunden a través de las redes son tomados allí. Todo ello guarda relación con la edad a la que empiezan a hacer uso de un móvil propio. “Se están regalando móviles a partir de los nueve años y un niño por muy responsable que sea, a esa edad no es tan maduro psicológicamente”, advierte esta experta.
La doctora recomienda que hasta los 14 años “ni planteable” tener esa herramienta, y a partir de ahí “estudiar cada caso”. Los padres cuando detectan ciberacoso “la solución que toman es quitarle el móvil y la conexión a internet, lo cual es un problema grave para la víctima porque le acarrea un aislamiento social; nos falta mucho sentido común en las familias”, añade.
“Cada vez los niños salen menos a la calle, estamos perdiendo esos patrones de comunicación social como son las relaciones humanas y eso potencia el ciberbullying”, subraya.
Programa 'KiVa'
Finlandia, país referente educativo en toda Europa, tiene implantado un método en las aulas para combatir el bullying, conocido como método 'KiVa', acrónimo de Kiusaamista Vastaan (contra el acoso escolar).
'KiVa', que también se emplea en otros países y se está introduciendo poco a poco en España, se basa “en la inteligencia emocional, en educar mediante emociones”. La especialista asegura que el programa en cuestión “deja excluidos a los alumnos de Infantil” y, desde su punto de vista, critica que se trata de “una media de prevención de violencia escolar pero no de abordaje en sí”.
“Está my bien prevenir porque más vale prevenir que lamentar pero se están dando casos que hay que tratar”, argumenta. A pesar de ello, coincide en que “la mejor forma de educar es la inteligencia emocional”.
La semana pasada, María Jesús Franco ofreció una charla en Santander bajo el título 'Acoso escolar: No nos quedemos callados', con el objetivo de sensibilizar sobre esta problemática social y en la que se abordaron todas estas cuestiones.
En la misma línea, la Consejería de Educación del Gobierno de Cantabria está ultimando un nuevo protocolo de convivencia de acoso escolar que agilice las respuestas si se detecta un caso. Además, incluirá nuevos apartados específicos contra la violencia de género y la homofobia.