El aislamiento de un adicto a las apuestas: “Un ludópata siempre juega solo”
Un euro, por uno no pasa nada. Es el argumento más común mediante el cual miles de jóvenes se autoconvencen de que lo que van a hacer no está mal, o al menos, no es tan peligroso como todos dicen. Lo cierto es que sí, sí que lo es, hasta el punto de poder perder todo el dinero, su familia y sus amigos. Pero ninguna advertencia ha sido suficiente para esos jóvenes, que por no pensarlo demasiado, o quizás por la actitud osada propia de la inexperiencia, se aventuran en lo que ellos creen que no es más que un juego, pero que, en realidad, es una apuesta –casi perdida– contra una posible enfermedad como la ludopatía.
El Ministerio de Consumo publicó en octubre de 2023 el Estudio de Prevalencia de Juego, el documento oficial más reciente con datos nacionales. En el mismo, se indicaba que una de cada dos personas habían apostado dinero en un juego de azar a lo largo del año. La mitad. El dato se agrava al revisar la edad de quienes juegan, pues el 68% de la población de entre 15 y 35 años son jugadores. Más de dos tercios de la población joven.
“Cuando hacemos sondeo de qué problemas hay durante las terapias grupales, últimamente levantan más la mano los que hacen apuestas deportivas que los que han probado cannabis”, afirma Alberto Marchante, gerente de la asociación AMAT–Afrontando Adicciones, en Torrelavega. La entidad sin ánimo de lucro lleva luchando desde mediados de los ochenta contra las adicciones, cuando un grupo de familias se unieron para tratar de poner fin a un problema que vieron de cerca en sus propios hogares.
Para Marchante, quien lleva años viendo entrar y salir a personas de la asociación, el principal problema es la concienciación y sobre todo la prevención. “Cuando la gente llega a la asociación, normalmente llega ya con una mochila muy grande”, afirma el gerente, a quien pese a que fuese el fin de su organización, le gustaría que dejase de entrar gente por las puertas de AMAT, pues eso significaría que se ha hecho una labor de prevención correcta.
Marchante comenta además lo complicado que es asumir la adicción y, sobre todo, pedir ayuda. En muchos casos, acudir a un centro como este significa que se debe admitir que se ha cometido un error en primera instancia, complicando el proceso, más por el perjuicio del daño que se ha causado que por el propio hecho de haber cometido un error.
AMAT se preocupa tanto de la prevención, como de la actuación, con programas tanto sanitarios como psicosociales. Sin embargo, es importante también brindar apoyo tanto a las familias como al entorno del afectado. Marchante recuerda la historia de la organización, impulsada por las familias, y comenta algo fundamental en la gestión de enfermedades de este estilo. “Ellos no tienen por qué saber qué está pasando, por eso hay que enseñar a cómo actuar en cada fase”, afirma.
“Aquí llegan tanto jóvenes con problemas de apuestas, como adultos con problemas con las tragaperras, pero lo que tienen en común es que ya tienen un daño integral, vienen con mucha angustia, muchos problemas, y necesitan apoyo para saber qué les está pasando en cada momento”, describe Marchante, quien casi de manera involuntaria presentó el perfil exacto de Mariano Merino, un vecino de Reinosa que dejo atrás hace meses una adicción –a los juegos de azar– que llevaba arrastrando durante más de 15 años.
Lo que todos tienen en común cuando entran aquí, es que ya tienen un daño integral, vienen con mucha angustia y necesitan apoyo para saber que les está pasando en cada momento
Una historia propia
Mariano Merino, de 35 años, llevaba apostando desde los 18, apenas cumplida la mayoría de edad, cuando descubrió una máquina de grandes botones y brillantes luces en las áreas de servicio durante sus salidas por trabajo. Una tragaperras. “Al principio metes uno o dos euros, pero el problema es cuando te toca”, comenta Mariano, que además afirma que ha llegado a gastarse el sueldo de un mes en una sola noche en una máquina tragaperras a raíz de su adicción.
“No podía hacer frente al alquiler de mi piso, he llegado incluso a quitarle dinero a mi madre, todo para poder jugar”. Es la afirmación con la que Mariano visibiliza los problemas de descontrol que están presentes con esta adicción. Y es que es un problema cada vez más habitual, pues en el último año, el 2% de la población mostraba síntomas de adicción al juego, según los datos del Ministerio mencionados anteriormente. Aun así, poca gente tiene el valor de pedir ayuda, algo que para este afectado es indispensable, “Yo antes me escondía, era un hombre solo, aquí me han enseñado a ver que tengo una enfermedad y a cómo aprender a vivir con ella”.
No podía hacer frente al alquiler de mi piso, he llegado incluso a quitarle dinero a mi madre, todo para poder jugar
Mariano, aún en rehabilitación, baja todos los jueves a la clínica, donde junto a Rocío, trabajadora social del centro, sigue abordando algunos temas inconclusos y haciendo terapias. Para él, ir a la asociación es “su momento personal”, donde puede liberarse, contar sus problemas y despejarse sobre todas las dudas que aún tiene. ¿Y no tiene miedo de que vuelva a pasar? “Siempre va a estar ahí, siempre, otra cosa es cómo lo gestiones. Tienes que valorar lo que puedes ganar y lo que puedes perder”. Tras una pausa, zanja rotundo: “Siempre es bastante más lo que puedes perder”.
Pese a todo ello, este usuario del centro de AMAT en Torrelavega celebra cómo su vida por fin ha tomado un buen rumbo. Aunque con algo de ayuda, como la de su hermana, a la que él denomina su “coterapeuta”, puesto que es la encargada de gestionar todas sus cuentas bancarias hasta que esté completamente rehabilitado.
Marchante comenta en ese momento cómo precisamente esa medida es una de las pautas que pone el centro: “Desde aquí les instamos a que tengan todos los gastos justificados y a tener una persona de apoyo, que valore que no se escape ni medio céntimo, porque en el momento que no controlas ese medio céntimo...”, finaliza el gerente de AMAT, dando a entender los problemas que podría acarrear el que un paciente invirtiese una sola moneda mientras se está trabajando en su rehabilitación.
La ludopatía no es un problema nuevo, pero sin embargo no ha sido hasta tiempos más recientes cuando se ha buscado dar visibilidad a este asunto. De esta manera, son ya varios los estudios científicos que han aportado algo más de contexto sobre esta patología, al que le falta aún visibilidad. Una creencia muy común es que ser adicto a algo facilita el desarrollo de nuevas adicciones, sin embargo, el caso de Mariano fue totalmente diferente: “Jamás llegue a consumir drogas, pero sí que llegue a algo mucho más importante que las drogas: las mentiras”, advierte.
Y es que Mariano no podía ni cuantificar la cantidad de embustes que ideó durante quince años para poder salirse con la suya. Sin titubear, reconoce cómo mentía sobre nuevos puestos de trabajo, cómo cogía prestado dinero a su madre con pretextos falsos e incluso cómo perdió a su primera pareja por culpa de su adicción. “Llegué a tal nivel de engaño, que hasta ella se lo creyó”, lamenta. “Vives en un mundo paralelo, no eres realmente tú”.
Jamás llegue a consumir drogas, pero sí que llegue a algo mucho más importante que las drogas: las mentiras
Él lo tiene claro: se puede hacer una vida completamente funcional pese a estar aún en terapia. Aun así, comenta otra de las pautas que el centro le ha facilitado para poder sobrellevar su problema: “Puedo salir con mis amigos por cualquier lado, pero ahora no llevo dinero en efectivo, simplemente tarjeta”. Señala que se siente mucho más tranquilo no solo por sus amigos, sino también consigo mismo, si no encuentra en el bolsillo ese par de monedas sueltas que le podrían hacer pensar mal.
“A día de hoy tengo mi propio dinero ahorrado, salgo con mis amigos a divertirme, ¡puedo incluso dormir!”, exclama Mariano, quien festeja que por fin está comenzando una nueva vida. Lo cierto es que la hora de dormir puede ser una de las más problemáticas para gente con problemas de adicción, no por la adicción en sí, sino por las preocupaciones mentales que vienen unidas a ella. “Solo piensas en si tienes que pagar esta cosa o la otra, de dónde sacar el dinero, incluso piensas que despertarte a media noche e irte a jugar será la manera en la que consigas ese dinero”.
“La gente que tiene miedo a contar sus problemas no sabe lo que es dormir tranquilo”, es la frase con la que Mariano exhorta a cualquiera con situaciones similares a pedir ayuda, no solo por uno mismo, sino para ser menos egoísta y pensar también en el daño que se hace a todo el entorno. Además, motiva a otros como él con un mensaje esperanzador: “Siempre vas a tener esa vocecita que te incite a volver, simplemente se trata de apartarla. Es cuestión de dar la vuelta a la cabeza y decir: el momento es este”. De esta manera, Mariano Merino concluye, convirtiéndose casi sin querer en un ejemplo para aquellos que pasan por un momento similar, recordando una vez más que, en el juego, un euro más sí que importa.
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