El exdirector general de Proyectos Estratégicos de Sodercan, Jesús de las Cuevas, ha “asumido” que desvió en su beneficio 667.000 euros de la empresa pública entre los años 2007 y 2013, pero ha destacado que esos pagos “indebidos” que anotaba en las cuentas de los proyectos de innovación cofinanciados por la Unión Europea que estaban bajo su responsabilidad, entre ellos el Santander Smart City, “nunca” afectaron a su presupuesto ni a su desarrollo.
Así lo ha declarado este lunes en el juicio por apropiación indebida y falsedad documental que ha comenzado en la Audiencia Provincial de Cantabria, donde ha defendido que “desde el principio” reconoció los hechos y se ofreció a colaborar en la investigación para determinar la cuantía exacta de la apropiación. “Nunca lo he negado y lo mantengo”, ha dicho.
También ha señalado que todos los proyectos que gestionaba Sodercan eran auditados y tenían un proceso de control “muy riguroso”, y que “no es cierto” que existiera el límite de 50.000 euros por debajo del cual no había control.
De las Cuevas ha explicado que cuando se descubrieron los hechos, en noviembre de 2013, fue convocado a una primera reunión en la que no confesó, pero ese mismo día por la tarde se reunió con el entonces consejero de Industria, Eduardo Arasti (PP), y con el secretario del consejo de administración de Sodercan, Pedro Labat, a los que reconoció que los pagos “irregulares” eran “cosa suya” y que los había “organizado en beneficio propio”, y se comprometió a colaborar para “identificar el importe exacto” de los mismos.
La Fiscalía, que ha solicitado para De las Cuevas las atenuantes de reparación del daño y reconocimiento de los hechos, le ha replicado durante su declaración que “al principio no admitió la totalidad sino solo una parte, en torno a 300.000 euros”. De las Cuevas ha explicado que desconocía la cuantía total porque “no llevaba registro ni contabilidad” de esos pagos “irregulares”.
Ha declarado que firmó con Arasti un “acuerdo” en el que reconocía los hechos, ponía su cargo a disposición y se comprometía a devolver el dinero distraído, y ha dicho que en ese documento puso a mano la cantidad de 300.000 euros porque “fue la que me indicó Arasti”, y que obedecía a que en ese momento, Sodercan ya tenía identificados una serie de pagos que sumaban 297.000 euros.
Sin embargo, el exconsejero ha asegurado que “no teníamos ni idea de la cantidad malversada” y que “la puso él”. A la vez, ha explicado que en la primera reunión a la que fue convocado, De las Cuevas “lejos de clarificar cosas, incurrió en contradicciones y explicaciones absurdas que nos hicieron pensar que esas irregularidades tenían todos los visos de ser ciertas”, por lo que le suspendió de sus funciones, le abrió expediente disciplinario, se le despidió y se puso en conocimiento de la Fiscalía los hechos.
Arasti ha explicado que en un primer momento solo se tenía constancia de irregularidades en un proyecto concreto, el de Smart Santander, y De las Cuevas “en ningún momento dio pistas de que pudieran estar afectados otros proyectos”. “Ordené que se investigase hacia atrás, y se descubrió que había proyectos de 2008”, ha relatado.
Daño del prestigio de Sodercan
De las Cuevas pactó con la Fiscalía tres años y nueve meses de prisión para evitar ir a juicio, pero Sodercan rechazó el acuerdo -por decisión unánime de su consejo de administración- y mantiene su petición de cinco años y nueve meses de prisión por un delito continuado de malversación, o subsidiariamente de apropiación indebida, y otro continuado de falsedad en documento mercantil.
El letrado de Sodercan ha centrado buena parte de su estrategia en dejar constancia del daño que De las Cuevas ha ocasionado a la imagen y prestigio de la empresa pública. Con este fin, en las cuestiones previas de la vista pidió la incorporación como prueba de una serie de artículos de prensa que ni las partes ni la sala han aceptado por considerarlo innecesario.
A preguntas suyas, De las Cuevas ha dicho que “soy consciente de que lo he hecho y que he causado un daño”. Por su parte, Arasti ha confirmado que sí ha supuesto un daño en el prestigio de Sodercan, y lo mismo ha declarado el entonces director financiero, Pedro Fernández.
“Recuerdo gente por la calle diciéndome qué vergüenza trabajar en Sodercan; el daño fue tremendo porque salimos en prensa no por nada bueno; no por crear empleo y riqueza sino por todo lo contrario”, ha declarado.
A su entender, las prácticas de De las Cuevas “clarísimamente no se descubrieron por un exceso de confianza”, porque “este señor tenía todas las responsabilidades, y todo lo que decía, entre comillas, iba a misa”.
El entonces consejero delegado de Sodercan, Miguel Cabetas, nombrado por el Gobierno del PP, ascendió a De las Cuevas a director general a principios de 2012. Arasti, que era el presidente del consejo de administración de la empresa pública y posteriormente asumió el cargo de consejero delegado “por una cuestión de austeridad”, le “relevó de parte de sus competencias” pero no porque “desconfiara de él” porque “no sospechaba de esta situación”.
Arasti ha explicado que le retiró atribuciones porque “cuando hablaba con él no me explicaba bien las cosas, no tenía ningún interés en darme ninguna explicación de nada y no me ayudaba en mi labor”, con lo que “mi confianza en él era prácticamente nula”.
27 órdenes ficticias
La investigación permitió constatar que entre 2007 y 2013, aprovechando esos cargos de confianza, confeccionó al menos 27 órdenes de pago “ficticias”, iguales a las que emitía para transferir fondos a empresas proveedoras, que él firmaba como responsable.
Órdenes de pago que no respondían a ninguna transacción real y de las que se sirvió para desviar dinero de Sodercan a cuentas bancarias en Chipre, Irlanda, Portugal y Miami, que luego transfirió prácticamente en su totalidad a una cuenta suya y otra de su mujer.
Su mujer no tenía “ni idea”
Su mujer, que ha mostrado su conformidad con la responsabilidad civil por importe de 236.000 euros que le pide la Fiscalía, ha declarado que “no tenía ni idea” de la procedencia real del dinero “extra” que ganaba su marido. “Pensaba que era de unos negocios que hacía aparte de Sodercan, como intermediario de comercio exterior”, ha explicado.
“Confiaba en él y nunca jamás le pregunté, cuando me hacía falta dinero se lo pedía y él me lo daba....no era para nada extraordinario, para gastos de la casa, los niños, etc...”, ha dicho.
A preguntas de la fiscal, ha reconocido que no sabía cuánto pagaban de hipoteca ni tampoco que su marido puso a nombre de ella el barco cuando lo compró. “No lo sabía hasta que ha pasado todo esto y enteonces me enteré”, ha afirmado.
Cuando la presidenta de la sala le ha preguntado si quería añadir algo a su declaración, ha afirmado que “soy una persona cristiana, me casé para lo bueno y para lo malo; le he perdonado, mi marido ha cometido un error muy grave, estamos pagando las consecuencias, pero yo estoy con él hasta la muerte”, ha declarado.