La cara B del 'éxito' turístico: cada vez más despoblación en lugares repletos de gente
El municipio cántabro de Noja aumentó el año pasado hasta un 534% su padrón algunos días del mes de agosto, según el INE. Así, tuvo la mayor ganancia de población de toda España. Ocurre algo similar con otras localidades como San Vicente de la Barquera, Potes, Santillana del Mar, Santoña o Laredo, donde cada verano la población aumenta para volver a caer con la llegada del otoño.
Estas oscilaciones poblacionales y, sobre todo, el encarecimiento de la vivienda que genera ser lugares tan turísticos, acaban provocando que a medio plazo se pierdan habitantes en este tipo de localidades. Así lo explica Lidia Díaz, presidenta de la Asociación Española Contra la Despoblación (AECD), quien pone de ejemplo a Comillas, uno de los municipios de Cantabria que mejor refleja cómo tener más viviendas no implica tener más población: “Cada vez está perdiendo más habitantes y cada vez más gente vive del turismo. Además, las políticas de despoblación se olvidan en verano porque tampoco tiene mucho sentido hablar de que no hay gente cuando el pueblo está lleno”, señala.
En el caso del ayuntamiento comillano, las segundas residencias y los pisos turísticos conforman la mayor parte de las viviendas, lo que provoca que los fines de semana, los puentes o las vacaciones generen una falsa sensación de población “que luego no se refleja en los servicios”: “El transporte público, los centros médicos... Nada está preparado para que haya tanta gente y los que llegan no aportan los recursos suficientes como para que esos pueblos puedan darles servicio”, asevera Diegu San Gabriel, portavoz de Cantabria No Se Vende (CNSV).
Las políticas de despoblación se olvidan en verano porque tampoco tiene mucho sentido hablar de que no hay gente cuando el pueblo está lleno
Esta plataforma lanzó el año pasado la campaña 'Cantabria finita', que pretende abrir un debate sobre el turismo y sus consecuencias “insostenibles” aprovechando el clásico eslogan 'Cantabria infinita' que utiliza desde año en sus promociones la Consejería de Turismo: “Nuestro territorio y nuestros recursos son limitados y no se debería dar la sensación de que no lo son”, defiende en declaraciones a este periódico.
No obstante, tanto Díaz como San Gabriel priorizan una cuestión sobre el resto a la hora de hablar sobre cómo puede influir el turismo excesivo a una localidad que necesita población: los jóvenes sin opciones de alquiler o compra de vivienda. Y es que en el primer caso, pese a haber arrendatarios dispuestos a alquilar sus viviendas fuera de la temporada alta, muchos de ellos expulsan a sus inquilinos entre junio y octubre. “Eso no genera estabilidad. Nadie quiere tener que irse de su casa y tener que volver constantemente”, añade el portavoz de CNSV.
De igual forma, el caso de la compra es aún más acusado, puesto que el aumento de la demanda generado por las segundas residencias ha causado un incremento en los precios de los terrenos y las viviendas ya construidas que los jóvenes no pueden asumir: “Con sus salarios no pueden acceder a pagarse una vivienda en su pueblo, así que son expulsados de su territorio por gente que viene un mes al año”, recalca San Gabriel.
Para solucionar el tema de la progresiva pérdida de población que, anticipa, “va a aumentar”, la presidenta de la AECD pone el foco en la aplicación de políticas efectivas: “Se puede trabajar sobre viviendas sociales y crear un registro de viviendas de alquiler para animar a la gente a que alquile durante todo el año. Eso se puede hacer con ayudas dando seguridad de pago de alquiler o dando ayudas para los seguros del hogar y que los propietarios cuenten con que no se van a tener que preocupar de arreglar la vivienda”, indica Díaz.
La mayor medida contra la despoblación es que quienes vivimos en el medio rural podamos quedarnos
Por su parte, San Gabriel también considera que la clave está en el “liderazgo político”, aunque destaca que el quid de la cuestión es “garantizar el acceso a la vivienda a través de regulación”: “Hay cosas que no se pueden dejar al libre mercado. La mayor medida contra la despoblación es que quienes vivimos en el medio rural podamos quedarnos. Eso es lo único que garantiza que se conserve el paisaje, la cultura o la pervivencia de los servicios”, explica.
Pérdidas de habitantes
Entre tanto, lugares como Comillas, pero también como la comarca de Liébana, Santoña, Laredo o la propia capital de Cantabria, Santander, continúan perdiendo habitantes año tras año aunque la masificación veraniega lo oculte por un tiempo: “También ocurre que hay personas que se van a vivir a un municipio turístico, ya sea porque se lo pueden permitir o porque han heredado una vivienda, y después de un tiempo se marchan. La gente a veces no es consciente de lo que supone vivir en un lugar que está masificado durante varios meses al año. Esas oscilaciones de población a veces cansan”, añade Lidia Díaz.
A ello, la experta también añade “la falta de vida” que hay en esos lugares durante el resto del año: “Da mucha pena ir a esos sitios en noviembre porque igual te encuentras con todo cerrado. Los empresarios prefieren estar cuatro meses a tope y no preocuparse por más, porque podrían hacer cosas atractivas para que la gente vaya también en febrero y optan por no hacerlo”, señala en referencia a bares, tiendas y restaurantes que en octubre cuelgan el cartel de 'cerrado' obligando a los vecinos a desplazarse a municipios cercanos que sí mantienen la misma actividad durante todo el año.
Asimismo, San Gabriel añade una reflexión sobre la “necesidad” de regular el turismo para convertirlo en sostenible, y aclara que “nadie está en contra de que venga gente”: “La despoblación actual se está utilizando como excusa para favorecer la turistificación de Cantabria mientras esta solo agudiza el problema. Este modelo turístico insostenible en el que hacen tanto hincapié algunos políticos está provocando que la comunidad no viva para el turismo, sino que muera por y para él”, concluye.
Por otra parte, desde la Consejería de Presidencia del Gobierno autonómico, encargada de la Estrategia frente al Reto Demográfico y contra la Despoblación Rural, explican que los municipios en riesgo de despoblamiento en Cantabria son 39, y que, por ejemplo, Comillas no se encuentra en ese mapa a pesar de que sí se está enfrentando al reto demográfico. “Comillas tiene un problema de sobrepoblación en los meses de verano, pero su pérdida de población actualmente no llega a los parámetros e indicadores que establece nuestro mapa para poder considerarlo un municipio en riesgo de despoblación”, señalan.
“Prolongar el turismo a otras estaciones” y medidas para frenar la despoblación
Además, el Ejecutivo también revela a este periódico que ya se están abordando políticas específicas para los municipios que tienen el turismo como fuente importante de ingresos. Políticas como los Planes de Sostenibilidad Turística, los Destinos Turísticos Inteligentes y los canales de promoción, además de incentivar las oficinas y las ferias de turismo.
Sin embargo, desde Presidencia consideran que el turismo en los municipios en riesgo de despoblamiento “constituye un factor de atracción de población” ya que el turismo estacional genera “dinamismo” económico en estos municipios tan visitados. De igual forma, tal y como viene siendo la estrategia que se está desarrollando desde el Ejecutivo cántabro, desde la Consejería advierten que el objetivo es prolongar ese turismo a otras estaciones “extendiendo la actividad económica a todo el año que permita el desarrollo local y la vida en estos territorios”.
Asimismo, la Consejería explica que ya se están llevando a cabo medidas para frenar la despoblación a través de la creación del Consejo Asesor para la Lucha contra el Despoblamiento, donde se sigue la línea del la Estrategia Nacional de Reto Demográfico. Ahí se trata este problema a través de 12 ejes estratégicos a los que siguen 334 acciones y medidas que abarcan desde evitar la exclusión bancaria y financiera, hasta proteger la economía del medio rural o reforzar la Atención Primaria en los centros de salud rurales. Por último, aseguran que estas medidas no se detienen por la llegada del verano: “Es una estrategia dinámica que debe adaptarse a la realidad del fenómeno que precisa combatir y eso no entiendd de estaciones sino de periodos de aplicación y análisis de resultados de las medidas adoptadas”, finalizan.
39