Parece que sus pasos en el mundo de la interpretación estaban marcados mucho antes de que naciera, y eso es quizá lo que ha hecho a Cayetana Guillén Cuervo convertirse en una trabajadora incansable que, pese a mostrar orgullosa sus apellidos -sus padres son los actores Fernando Guillén y Gemma Cuervo-, siempre ha querido labrarse su propio camino. Y justo en medio de la pandemia, Guillén Cuervo, acompañada del actor Ayoub El Hilali, propone a los espectadores poner el foco en una de esas cuestiones intrínsecas al ser humano: los prejuicios. Y lo hace a través de los atentados ocurridos en París en noviembre de 2015, cuando durante los ataques, muchos parisinos abrieron las puertas de su hogar a las personas que se habían quedado en la calle. “Es una función que genera debate y alimenta el espíritu crítico de una manera maravillosa”, cuenta la protagonista. Hace unos días, esta periodista y actriz habló con elDiario.es y, como es habitual, su personalidad arrolladora logró invadirlo todo. Ahora solo falta verla este sábado sobre las tablas del Teatro Municipal Concha Espina de Torrelavega, donde no cabe duda de que Cayetana Guillén Cuervo logrará conquistar al público a través de la historia de Julie.
'Puertas abiertas' trata una de las cuestiones más controvertidas de los últimos tiempos: el terrorismo islámico. ¿Cree que hace unos años hubiese sido imposible de llevar a la práctica esta obra por el exceso de prejuicios de un espectador occidental?
Creo que seguimos llenos de prejuicios, y una de las cosas más bonitas que me pasa en relación a este texto es que me hago consciente de ello. Y lo hago porque tengo al lado a un actor catalán de origen marroquí, muy activista en todo lo que es el tema antirracismo e islamofobia, y él sabe muy bien de lo que habla, así que le da mucha verdad al texto porque lo conoce bien. Él ha sido quien me ha hecho ser consciente de lo mal que utilizamos los términos y el daño que hace eso a otros seres humanos que no tienen nada que ver con la violencia, que solo profesan una religión, que es la misma que aquellos que utilizan la violencia, pero que no por ello tienen nada en común con ellos. Cada vez que hay un acto terrorista los prejuicios se multiplican, y considero que esta función es didáctica, es pedagógica y es necesaria porque habla del miedo, de la importancia del amor, de que el amor es terapéutico, de la importancia de escuchar las razones del otro… Se trata de debatir, de compartir puntos de vista. Y es una obra que genera debate y que alimenta el espíritu crítico de una manera maravillosa. Me parece que Emma Riverola, la autora, ha dado en el clavo. Es una mujer inteligentísima y con muchas herramientas que ha escrito una función muy útil y necesaria.
En la obra, su personaje abre las puertas de su casa a un hombre de origen árabe justo en pleno atentado terrorista. ¿Cómo hubiese afrontado esa situación siendo Cayetana?
Supongo que el miedo es una cosa bastante incontrolable que está latiendo en tu ADN por tus experiencias personales y, cuando hay una situación que te despierta ese miedo o esa inseguridad que te hace vulnerable, se despiertan todas las alarmas. Sinceramente, creo que estoy más preparada en ese aspecto que mi personaje, Julie, y me da la sensación de que tengo más herramientas contra los prejuicios de las que tiene ella, pero claro, mi historia personal tampoco es la suya... Y eso tiene mucho que ver con los prejuicios que maneja, pero no voy a hacer spoilers (risas). La función va dando unos giros de guion fantásticos en los que mete a los espectadores en temas que no se esperaban, y poco a poco van entendiéndolo todo aunque nada es lo que parece. Y eso justo es el prejuicio, que tú creas que lo sabes todo cuando en realidad no, porque el ser humano que tenemos enfrente es un universo.
Nunca ha habido un Gobierno en democracia que haya considerado que la cultura es una cuestión de Estado
'Puertas Abiertas' también es una obra que trata la importancia de ponerse en el lugar del otro pero, llevándolo a un terreno más político, ¿todo es respetable para usted?
(Pausa) No, no todo es respetable. No nos queda otro remedio, ¿no? No nos queda otro remedio que encajar al otro sea como sea.. Lo que sí creo es que siempre hay que escuchar las razones del otro, aunque, a lo mejor, en tu interior lo que defiende el otro no te parece respetable porque conlleva violencia, odio o intolerancia...
Como persona que lleva toda una carrera profesional en el mundo de la cultura, ¿los cambios de color en el Gobierno se perciben desde la industria?
Va más en las personas concretas que llegan al poder y en su forma de percibir la cultura. Hay personas que se preocupan por la cultura, se involucran y la defienden, y otros que no. Pero hasta ahora no creo que nunca haya sido algo prioritario. Nunca ha habido un Gobierno en democracia, por supuesto en dictadura tampoco, que haya considerado que la cultura es una cuestión de Estado. En el momento en el que alguien lo haga, será del partido político y la ideología más moderna que nuestra democracia haya tenido. Todavía no estamos al nivel de Francia, Reino Unido, u otros países europeos en los que no se discute que la cultura es un bien primordial, y eso no ha pasado en España de forma categórica. Todavía no hemos tenido a nadie que ponga la cultura en un primer lugar, que revolucione las normas, que transmita al pueblo que la cultura es importantísima, y que sin cultura no hay oxígeno, no hay reflexión, no hay debate y no hay espíritu crítico.
En cualquier profesión en la que pongas el foco te vas a encontrar con abusos hacia las mujeres, la diferencia es que en la mía hay tribuna para contarlo
Investigando sobre usted, he visto que hace unos años la tachaban de borde, algo que no ocurre últimamente. ¿Qué cree que ha podido ayudarla a quitarse esa imagen de distante?
Yo creo que el cambio vino con mi participación en la primera edición de 'Masterchef Celebrity'' porque ahí se me vio como soy directamente, y lejos de esa imagen que podía tener que era más contenida, intelectual o lo que fuera. Pero la culpa de ello creo que la tuvo la imitación que me hacía Silvia Abril en 'Homo Zapping', una imitación que durante mucho tiempo fue más popular que yo (risas). Esa imitación me hacía muchísima gracia, pero mucha gente me conoció a través de ese personaje de Silvia Abril... Realmente, tengo que decir que en los programas que hago de cultura nunca he sido borde, quizá puedo parecer una listilla, aunque tampoco lo soy, simplemente me preparo las cosas a conciencia, pero lo de borde no sé de dónde lo han sacado. Andreu Buenafuente me explicó que era justo al contrario... Que habían querido hacer una recreación de lo contrario a lo que yo hacía, que era decir siempre cosas buenas (risas). Además, es que yo me considero una persona sociable, optimista y que nunca tiene ningún problema con nadie, así que me parecía un fastidio que la gente pensase eso de mí. Recuerdo que en todas las entrevistas me acababan diciendo que era muy maja como si fuese una sorpresa (risas). Pero volviendo a la pregunta, también creo que han podido tener que ver las redes sociales porque soy muy activa en ellas. También tengo una conexión muy grande con mis seguidores y conozco a gente estupenda a través de ellas, así que me gustan mucho.
¿Alguna vez se ha sentido juzgada por tener ambición en su carrera y ser madre?
Seguro que sí. Nadie me lo ha dicho específicamente, pero según está el sistema planteado seguro que sí que me han juzgado. Yo estoy educada por una madre con una carrera brillantísima, en una casa con unos padres que no han parado, y he sido una niña feliz y llena de afecto. Yo tengo esa percepción, y considero que, después en mi casa se ha transmitido lo mismo. Pero sí que es cierto que creo que en el caso de los hombres a ellos no se les juzga... Aunque también te digo que yo soy muy 'pro-tíos', y tengo hombres estupendos a mi alrededor, con una sensibilidad enorme que se ponen todo el rato en el lugar de su pareja. Al final todo depende del equipo que formes con la pareja que tengas.
El movimiento 'Me Too' logró denunciar multitud de abusos que habían sufrido las mujeres en la industria del cine. ¿Le sorprendió, en su momento, la creación de esta corriente?
A mí me parece que está muy bien que suceda, lo que no debería ser es que te calles los abusos y las violaciones… Lo que es una pena es que esto haya tardado en salir, y siento muchísimo el dolor de todas y cada una de las mujeres que lo han sufrido. Es enorme el tanto por ciento de abusos sexuales que las mujeres han tenido que sufrir a lo largo de su vida… Es muy triste, pero con mayor o menor gravedad a todas las mujeres nos ha pasado algo alguna vez en la vida. Y es una minoría a la que no le ha pasado algo gordo, algo que le marca, algo con lo que tienen que aprender a vivir... Todas esas actrices del movimiento 'Me Too' tienen tribuna y la han utilizado para contar la verdad, lo que más me sorprende es que podamos formar parte de un sistema en el que se puede convivir con este tipo de cosas como si fuese lo más normal. Igual que la corrupción, ¿no? Vivir en un sistema político corrupto, sea cual sea la ideología del poder. Y, de repente, dices: “¿Pero y esto? ¿En toda la democracia hemos estado conviviendo con un sistema corrupto?”. Y eso parece... Pero creo que en cualquier profesión en la que pongas el foco te vas a encontrar con abusos hacia las mujeres, la diferencia es que en la mía hay tribuna para contarlo. Para bien y para mal.
Cuando pase la pandemia esto va a ser Sodoma y Gomorra, ¡los 80 van a ser una broma!
¿Cree que cuando pase la pandemia el feminismo volverá a estar en el sitio que ocupaba antes del coronavirus?
Sin duda. Va a volver a estar en el panorama porque la mujer ha sufrido mucho con la pandemia, ha perdido muchos escaños y va a estar más en primera línea que nunca. Esta situación ha sido un gran mal para la telaraña de muchas mujeres que se han tenido que quedar en casa porque su sueldo era más bajo que el de su pareja. Pero vamos, que las mujeres durante esta etapa han perdido los escaños de poder que habían conquistado, porque eso es lo que ocurre en las familias con situaciones económicas vulnerables en mitad de una crisis. Por eso yo creo que va a estar más activo que nunca.
¿La pandemia nos hará mejores o peores?
Hay un poco de cada. Nos está haciendo mejores en el sentido de que somos más conscientes del valor de cosas pequeñas que se pasaban por alto. Le hemos dado un orden a nuestras prioridades distinto, y eso nos está haciendo mejores. En la contra, nos está haciendo peores por el hecho de que para desear el bien común, hace falta tener cubierto el bien individual, al menos en las cosas más básicas. Entonces, cuando una pandemia azota tanto económicamente a un país, la gente está desesperada, ha perdido sus negocios y eso te permite sonreír poco y ser menos empático… Y te vuelves más egoísta e individualista. Así que por un lado hay una sensación de solidaridad, y por el otro está ocurriendo lo contrario. Lo que está claro es que vamos a ser distintos, porque ha sido algo muy inesperado e insólito. Nunca pensamos que iba a estar prohibido hablar en un transporte público o reírse, llegar a tu casa más tarde de las 22.00 horas, o que no puedas ni ir a casa de tus amigos… Nunca jamás lo pudimos pensar porque estamos hablando de derechos y libertades básicos, pero lo estamos viviendo. Y estamos cansados, pero hay que aguantar. Lo importante es no dejar de trabajar, porque el trabajo dignifica al ser humano y a la familia entera, es lo que te permite pagar tu vivienda, cubrir las necesidades… Y sin eso es imposible que una ciudadanía esté tranquila. Es importantísimo que podamos seguir trabajando porque, si no, sí que será el caos absoluto... Aunque también tengo que decir que lo que sí que creo es que cuando pase la pandemia esto va a ser Sodoma y Gomorra, ¡los 80 van a ser una broma! (risas).