La historia de Federico Barrera con su proyecto 'Santatipo' se remonta a mucho antes de que este existiese. Concretamente, empieza con las historias que contaban en su familia sobre el bar de sus abuelos, donde se comentaba la vidilla que tenía siempre y lo famosos que eran sus mejillones. Gracias a esas historias, le dio por pensar que cada uno de los establecimientos que veía o había visto por la calle durante toda su vida también albergaban anécdotas que merecían ser contadas.
Y el nexo lo encontró en una de sus dos pasiones: el diseño gráfico. Justo entonces se dio cuenta de que los letreros de cada local llevaban implícita esa intrahistoria en la que se relacionan personas y acontecimientos, y justo entonces también recapacitó sobre la posibilidad de aunar a las anécdotas y al diseño gráfico su otra pasión: la historia. ¿Cómo? Recopilando los rótulos de negocios abandonados y convirtiéndolos en una foto fija con el contexto histórico y personal que acaecía en cada momento.
“Me di cuenta de que el valor que tenía ese proceso iba mucho más allá cuando la gente comenzaba a narrar la memoria, las anécdotas, las curiosidades... Salían protagonistas anónimos e iban emergiendo diferentes hilos que contextualizaban y daban aún más valor a los propios rótulos. Así que dejaron de ser 'solo' los rótulos y pasaron a ser todo lo que se podía extraer de ellos”, cuenta con emoción.
Precisamente, la emoción fue lo que trajo a Javier López a 'Santatipo', y es que este diseñador gráfico ya se quedó entusiasmado ante el proyecto que había creado Fede e incluso lo había puesto de ejemplo en sus clases de diseño, donde llegó a llevarlo de invitado para sus alumnos. “Me uní oficialmente el 14 de marzo de 2020, el día que se decretó el estado de alarma, no se me olvidará. Ese día fuimos a rescatar el rótulo del Bar Gelín, el rey de las rabas y un clásico en Santander”, relata Javi.
Aunque el confinamiento paró todo movimiento, lo cierto es que en cuanto pasó, Javi se integró por completo en el proyecto, algo que Fede le agradece con entusiasmo: “La verdad es que una mano más se nota porque es un proyecto que ha crecido muchísimo y para bien... Es ingente la cantidad de rótulos que hay”, señala. Fede, que también es diseñador gráfico además de historiador, ya tenía para entonces todo un porfolio con fotos y documentación de los letreros de la ciudad de ambos, Santander, así que fue fácil ponerse manos a la obra para, como indican ellos mismos, “conservar la historia de los negocios más icónicos antes de que los demuelan”.
El rescate de los rótulos
Cuando se les pregunta que cómo se enteran de que un letrero se va a eliminar o retirar, ambos explican que hay dos versiones: la deseable y la real. Comenzando por la primera de ellas, lo ideal sería que el proyecto consiga llegar a tanta gente que, en cuanto el negocio cierra, los propietarios o los encargados de la obra se pongan en contacto con 'Santatipo' para que vayan a recoger el rótulo.
Sin embargo, la realidad es muy distinta: “Los rótulos no son un elemento que esté protegido a no ser que esté dentro de una protección que incluya al comercio en sí o a la fachada en la que esté inserto, por lo que es lo primero que cae cuando se demuele el local y suele acabar en la basura, como venta de decoración en páginas de segunda mano, o en la casa de algún arquitecto... Tiene un fin de expolio”, señalan Fede y Javi.
Así que conseguir llegar a cuantas más personas en su caso se convierte en un imprescindible ya que es la única manera de que puedan enterarse de cualquier movimiento que se dé en los establecimientos de referencia: “Es la única manera de evitar que haya ocasiones en las que no lleguemos a tiempo”, aseveran.
Pero en los casos en los que sí que llegan, el primer paso es el de intentar hablar con el dueño para solicitar el permiso, algo que en ocasiones, aclaran, es complicado porque los locales llevan cerrados mucho tiempo. “Entonces, preguntamos al jefe de obra, le explicamos que no tiene un fin comercial y que no es que seamos unos flipados de los rótulos y que queramos una colección privada, sino que queremos proteger ese patrimonio”, explican.
Y uno de los problemas que les está comenzando a aflorar a medida que el proyecto avanza es dónde van esos letreros porque, de momento, los reparten entre la casa de Fede, la oficina de Javi y un pequeño espacio cedido por el Museo de Arte de Santander (MAS). Su aspiración, en este caso, es llegar a tener un espacio de uso constante y propio para que sepan “a ciencia cierta” que ahí nada se va a degenerar ni a perder.
No obstante, su idea es preparar algún tipo de exposición que les permita alcanzar su fin: “Es la forma de divulgar y sensibilizar para que, a futuro, todo lo que sea la gráfica comercial tenga un sitio de preservación y un entorno donde se le dé el valor que merece”, indican.
“Por amor al arte”
Estas más de 15 historias que ya tienen guardadas representan para estos amantes del diseño gráfico épocas, momentos y, sobre todo, identidad. “Estos negocios han marcado una impronta en la ciudad, y ni los procesos de unificación comercial, centrificación o turistificación han conseguido borrar esas huellas... Se trata de que las nuevas generaciones sean conscientes de que entre las calles hay trocitos de microhistorias que se pueden preservar. Creo que es un legado que podemos dejarles a futuro para que digan que esta es su ciudad, no la de las grandes franquicias”, relata Fede entusiasmado.
Y es que ese entusiasmo es el que les ha hecho seguir hacia delante a pesar de que, como revelan, no cuentan con ningún tipo de ayuda. “Es por amor al arte y es un proyecto personal”, aseguran antes de comentar que ya se están preparando para dar el salto y convertirse en asociación. “Es la única manera de poder optar a proyectos un poco más grandes y tener actuaciones que tengan un poco más de impacto... Queremos ser los interlocutores para la defensa de este tipo de patrimonio”, señalan.
Lo que está claro, y agradecen, es que de momento les está yendo muy bien en lo que respecta a la divulgación. Tanto es así, que hace algo menos de dos años, Fede decidió hacer de 'Santatipo' un libro lanzado a través de un crowdfunding que ha llegado a muchas casas, pero también a escuelas de Diseño y facultades de Historia.
Sin descartar poder lanzar otro en el futuro, concluyen la charla con elDiario.es reflexionando sobre cómo ha cambiado el interés por el patrimonio gráfico en España en los últimos años, algo que les da esperanza: “Muchas veces te dicen que un rótulo es un trozo de plástico, y sí, es verdad. Pero es que ese plástico tiene una historia y un valor detrás... Y, gráficamente, es parte de nuestro imaginario colectivo porque, aunque sea un trozo de plástico, la gente lo va a recordar por su nombre”, concluye Javi.