La contradicción presente en el entorno escolar: “Todo el mundo conoce a alguien con dislexia, pero nadie hace nada”
Una alumna de 14 años, estudiante de Educación Secundaria Obligatoria, y que hasta el momento ha desarrollado toda su etapa escolar de manera satisfactoria a la par que sus compañeros, comienza a encontrar dificultades a la hora de asimilar los conceptos -cada vez más complejos- que se abordan durante su periodo educativo. Los docentes, sin embargo, lejos de ayudar a la alumna, la valoran como “vaga” e “incapaz”. Ella, a causa de estas críticas, sumadas a las de sus compañeros, que se ríen porque no lee o multiplica con facilidad, termina desarrollando un cuadro de depresión.
Además, su tutor ha propuesto a sus padres que repita curso, argumentando que no maneja los conceptos de la misma manera que el resto de alumnos. Sus padres, ante su desconocimiento y aceptando la evaluación del docente -que piensan que está cualificado para ello-, acceden. Todo ello dirige a esta alumna dos años después, con 16 años y en edad legal para dejar de estudiar por su propia voluntad, a abandonar su educación, pese a su sueño de estudiar una carrera y recalar en un empleo de prestigio algún día.
Este es solo un ejemplo que, sin embargo, es una realidad que se repite más habitualmente de lo esperado en el panorama educativo. La dislexia es un trastorno del aprendizaje que dificulta -en quienes lo sufren- variedad de formas de estudio entre las que destacan complicaciones para leer, escribir, realizar operaciones matemáticas y demás dificultades de coordinación motora. Dicho trastorno es muy común en la sociedad, y es que el 15% de la población en edad escolar lo padece, según datos del Gobierno de Cantabria, pero sin embargo, es muy complicado de diagnosticar.
Pese a las dificultades que presenta el diagnóstico de por sí, los padres y madres afectados se encuentran con la falta de preparación que muestran en dicho ámbito gran cantidad de docentes, y las vagas regulaciones, que dejan las decisiones importantes a interpretación de profesores y maestros en vez de a personal sanitario cualificado. Por todo ello, la dislexia se ha vuelto una problemática muy común y que impide a muchos estudiantes disfrutar de una etapa escolar plena y satisfactoria.
Este es el caso de Carmen Vayas y Miguel Ángel González, quienes sufrieron durante años la “inoperancia” de múltiples entidades en el tratamiento de la dislexia que sufre su hija, y que por ello, decidieron fundar Asdican a comienzos de 2018. La asociación sin ánimo de lucro ayuda a familias en situaciones similares mediante programas de concienciación y charlas.
“Ahora tenemos tres charlas programadas, gratuitas para cualquier padre y madre, y a las que vienen logopedas que colaboran con nuestra asociación en muchos municipios”, comenta Vayas, presidenta de la asociación, que además recalca que las charlas están programadas rondando la entrega de las calificaciones escolares, para concienciar a los padres de los jóvenes y, en última instancia, evitar que repitan injustamente.
En la asociación luchan porque las principales partes involucradas se coordinen correctamente. “Lo que intentamos es que, si a un logopeda le funciona algo a la hora de atender a un niño, se ponga en contacto con el colegio para comentarle sus métodos, y que de esta manera, tanto colegio como familia y logopeda vayamos de la mano”, comenta Vayas, quien lamenta que no hay una gran coordinación en este ámbito, lo cual dificulta enormemente el proceso de adaptación educativo a los niños y niñas con dislexia.
Lo que intentamos es que los logopedas estén en contacto con los colegios, para que de esta manera, tanto colegios como familias y logopedas vayamos todos de la mano
Esta preocupación se debe a que, pese a las recomendaciones de un logopeda, el docente es normalmente quien tiene la decisión final a la hora de adaptar o no las clases, tareas y exámenes al alumno. Así lo denuncia Miguel Ángel González, representante y tesorero de Asdican, quien no entiende la poca consistencia que hay entre el propio profesorado: “Depende mucho del profesor, nos encontramos que un año un profesor adapta todo el contenido al alumno, porque está formado y entiende del tema, y al año siguiente cambia de profesor y el nuevo pasa completamente del asunto”.
Para ello existe el denominado Protocolo de Detención y Actuación en Dislexia (Prodislex), un documento en el cual mediante una serie de tablas y valoraciones, se realiza una evaluación del alumno, con el objetivo de facilitar la adaptación escolar en base a las áreas donde más complicación se tenga. “Es un protocolo de adaptación que compartimos con profesores y padres, para que puedan detectar trastornos en el aprendizaje, pero si no les ponen las adaptaciones pertinentes, los niños van a seguir igual de perdidos”.
Entre las adaptaciones, González explica la importancia de medidas como plantear cada pregunta en un folio en vez de una seguida de la otra, realizar exámenes orales, acompañar las preguntas de imágenes o apoyo visual que facilite la comprensión de la misma por parte de los estudiantes, entre otras. “En las reuniones que hemos tenido con la Consejería de Educación nos han comentado que ellos tienen las adaptaciones pertinentes para este tipo de estudiantes” -¿Y por qué no las hacen?- “¡Porque es elección de los profesores!”, cuestionan.
“¿Qué le queda a un padre, si pone un recurso ante la justicia, sale una resolución años después y efectivamente falla a favor suyo?”, se pregunta retóricamente González. “Ya habrán pasado años y en todo ese tiempo el niño ya no estudia, está dirigido al abandono escolar”.
Lo cierto es que a esas edades las acciones deben de ser rápidas y bien guiadas, pues cada año perdido puede suponer un grave inconveniente para el alumno, no solo en el ámbito escolar, sino también en pérdida de relaciones sociales básicas y en deterioro de la moral del estudiante. Vayas comenta cómo han llegado a la asociación padres y madres que acudieron al tutor de su hijo o hija con un diagnóstico oficial pero que, sin embargo, les fue rechazada la adaptación escolar al no tener un “retraso de dos años”. “Te están condenando, esperan a que el niño fracase para actuar, la detención precoz es fundamental”, explica.
La detención precoz es fundamental, sin adaptaciones les están condenando, esperan a que el niño fracase para actuar
Una de las principales vías de ayuda radica en la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) de cada colegio. En ella se asiste tanto a madres, padres y tutores legales en todo lo que concierne a la educación de sus hijos. Sin embargo y pese a haber excepciones, González no valora positivamente el desempeño que tienen la mayoría de ellas. “Nosotros instamos a las familias a que comenten los problemas de sus hijos en el AMPA del colegio, pero no entendemos cómo desde estas entidades se lavan las manos y recomiendan en todo caso ir a Consejería o ir a hablar con el director”.
Desde Asdican denuncian que las adaptaciones muchas veces proporcionan clases sustitutivas en vez de complementarias. Las adaptaciones mediante clases de Pedagogía Terapéutica (PT) y Audición y Lenguaje (AL) son cada vez más comunes, lo cual es “perfecto” para los estudiantes con dislexia. Sin embargo, Vayas no comprende cómo es posible que esas clases se den durante las horas de Lengua o Matemáticas, en vez de durante las horas de materias menos exigentes. “Los niños pierden la clase y el ritmo, tienen que estar pendientes de qué deberes tienen que hacer, qué apuntes tomar y pedírselo en muchas ocasiones a compañeros”, comenta Vayas.
En todo caso, parece inexplicable que la decisión final sea del centro, quien en muchas ocasiones no lleva a cabo las ayudas pertinentes por intereses propios o dejadez del docente, según denuncian en esta entidad. La presidenta de la asociación denuncia la arbitrariedad que existe: “Depende del inspector que encuentres te puede decir una cosa u otra. A nosotros nos ha llegado a decir un inspector que nuestra hija no tenía derecho a adaptaciones solo porque Bachillerato no es obligatorio y que se atenga a las consecuencias de no haber seleccionado un ciclo de Formación Profesional”, denuncia Vayas.
Nos ha llegado a decir un inspector que nuestra hija no tenia derecho a adaptaciones solo porque Bachillerato no es obligatorio y que se atenga a las consecuencias de no haber seleccionado un ciclo de Formación Profesional
Más sobre la asociación
La asociación se financia principalmente con la cuota de los socios -aunque aportan asesoramiento a cualquier interesado gratuitamente- y con el dinero obtenido por parte del patrocinio de empresas privadas. Todo ello se destina a organización de charlas, campamentos y eventos sociales tanto de ayuda directa como de concienciación. “No hemos pedido financiación pública, no queremos saber nada de ellos, es una lucha entre los padres y la administración”, comenta González, quien no entiende la dejadez de algunas instituciones “a las que parece no importarle el problema”.
La propia asociación presentó el 31 de marzo del pasado 2023 una Proposición No de Ley (PNL), llevada al Parlamento de Cantabria por el PP, en el cual se demandaban medidas como habilitar mecanismos para la formación del profesorado, la puesta en marcha de un programa de detección precoz desde edades tempranas o la coordinación de las diferentes entidades que intervienen en la educación de los alumnos para que no existan discrepancias en el tratamiento, como lucha contra las autoridades, quienes valoran “no les están apoyando”.
Por suerte, tanto en Cantabria con Asdican, como a nivel nacional con la Federación Española de Dislexia (FEDIS), muchas familias tienen un soporte donde agarrarse ante el desconocimiento de qué hacer o cómo actuar. “No solo padres, también nos llaman profesores preguntándonos cómo abordar ciertos problemas, porque en realidad son los principales interesados”, concluye González.
La hija de Miguel Ángel y Carmen, disléxica y el motivo principal por el que fundaron la asociación en 2018, completó su etapa escolar satisfactoriamente y logró cumplir todos sus objetivos, como el de aprobar la EBAU -pese a la contraindicación de su orientadora- o el de participar en campeonatos internacionales de robótica, su pasión. Por ello, esta familia dirige la asociación, con convicción y alegría de poder ayudar a familias que lo necesitan en toda Cantabria, para evitar -esperan que definitivamente- el sufrimiento por el que ellos tuvieron que pasar, pero el que para ellos, al ver feliz a su hija, saben que mereció la pena.
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