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La Dama Roja de El Mirón contribuye a definir la historia genética humana desde la Edad de Hielo

EUROPA PRESS

SANTANDER —

La Dama Roja de la cueva cántabra de El Mirón ha ayudado a definir la historia genética humana desde la Edad de Hielo al contribuir a confirmar las hipótesis sobre el papel de refugio que jugó la costa cantábrica durante el máximo glaciar para las poblaciones humanas.

La revista Nature publica en un artículo titulado 'The genetic history of Ice Age Europe' los resultados que arroja el análisis genético más completo realizado sobre los europeos del Paleolítico hasta la actualidad. Entre otros, se destaca que la Europa prehistórica vivió migraciones y reemplazos de población muy significativos desde la última glaciación hasta la actualidad y, además, se ha identificado un nuevo linaje fundamental de los humanos modernos que contribuyó directamente a la genealogía de los europeos actuales.

En el estudio han participado científicos de medio centenar de instituciones europeas, de Rusia y Estados Unidos. La única representación española que ha intervenido en este proyecto es el Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de la Universidad de Cantabria, donde el catedrático Manuel Ramón González Morales lidera, junto con Lawrence G. Straus de la Universidad de Nuevo México, las investigaciones en torno al enterramiento de la Dama Roja en la Cueva El Mirón (Ramales de la Victoria, Cantabria).

Precisamente este fósil humano de Cantabria, la Dama Roja, pertenece al linaje más antiguo, el de los primeros pobladores auriñacienses. Morales ha explicado que los análisis han desvelado que la Dama Roja está emparentada con un individuo de la Cueva de Goyet, en Bélgica, fechado hace unos 35.000 años, y a su vez es la más antigua de otro grupo genético cuyos miembros aparecen en los milenios siguientes en yacimientos de Francia, Bélgica y el sur de Alemania.

Estos datos confirman las hipótesis sobre el papel de refugio que jugó la costa cantábrica durante el máximo glaciar también para las poblaciones humanas, algo que ya se había demostrado anteriormente para los salmones atlánticos y los ciervos a partir precisamente del análisis genético de los restos recuperados en las excavaciones de la Cueva El Mirón, “una excepcional fuente de información sobre nuestro pasado remoto”, según González Morales.

Los humanos modernos llegaron a Europa hace unos 45.000 años y han vivido aquí desde entonces pero se sabía poco sobre la estructura genética de estos habitantes anteriores al Neolítico.

DOS LINAJES GENÉTICOS

La red de científicos ha analizado datos del genoma de 51 humanos modernos que vivieron entre 45.000 y 7.000 años atrás, encontrando que los primeros recién llegados al continente contribuyeron en una pequeña cantidad a la variación genética de los europeos de hoy en día.

En cambio, los europeos actuales pueden remontar su genealogía hasta un grupo de humanos que vivieron en el noroeste de Europa hace unos 35.000 años. Esta población fundadora, que portaba la cultura Auriñaciense, fue desplazada cuando otro grupo de humanos modernos tempranos, miembros de una cultura distinta conocida como Gravetiense, apareció en escena.

Descendientes de la población fundadora, sin embargo, pueden identificarse en la Europa del suroeste hace unos 19.000 años, hacia el final del último máximo glaciar, en la Cueva del Mirón, en Cantabria, y se cree que estas gentes volvieron a repoblar Europa a medida que retrocedían los hielos glaciares.

El estudio también revela que una variación genética adicional pudo originarse hace unos 14.000 años, un componente genético relacionado con los habitantes actuales del Próximo Oriente que se extendió por toda Europa. Mientras tanto, el porcentaje de descendencia neandertal presente en los humanos modernos europeos bajó de un 3-6% hasta los valores actuales en torno a un 2%.

Este estudio publicado en Nature bajo el título 'The genetic history of Ice Age Europe' lo encabezan científicos de la Universidad de Harvard (EEUU) y del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania) y está firmado por un total de 64 investigadores.