David Suárez (Santiago de Compostela, 1992) se enfrentó hace algo más de un año a una experiencia que, probablemente, nunca pensó vivir: sentarse en el banquillo por un chiste. Este hecho, más allá del daño personal y profesional a Suárez, que perdió su empleo en 'Yu, no te pierdas nada' y tuvo que cancelar algunos shows, volvió a poner sobre el tablero hasta qué punto existe libertad creativa en un país en el que se llegó a pedir más de un año de cárcel a un cómico por un chiste sobre una persona con síndrome de Down. Pero el humorista supo revivir tras el golpe y terminó de hacerse un nombre en la escena nacional por su particular sello: ser el villano e ir contra todo. “A mí me interesa más tener la figura de que nadie está a salvo y todo el mundo es idiota”, confiesa. Y eso es justo lo que hará el próximo 14 de enero en Escenario Santander, donde continuará con su gira 'La misma mierda por última vez' donde intentará provocar las carcajadas de los asistentes sin complejos.
Estudió Comunicación Audiovisual pero es cómico. ¿Cómo se llega a tener una profesión tan poco convencional?
Pues en mi caso ni había un plan ni me vino de golpe. Más bien fue un proceso. Tenía esa afición y en mi tiempo libre me dedicaba a la comedia hasta que poco a poco se convirtió en mi profesión. La comedia no te asegura ninguna estabilidad, así que hay que tener paciencia y hasta que no pasa el tiempo suficiente no te das cuenta de que ya la estás ejerciendo y es en lo que estás trabajando. Pero vamos, que empecé a hacer cosas por mi cuenta mientras hacía la carrera, y ahí fue cuando me di cuenta de que sí que se podía vivir de esto. Antes de eso sabía que me gustaba y pensaba que ojalá algún día pudiese dedicarme a ello... Pero fue antes de terminar la carrera cuando empecé a tener trabajo de esto y todo se clarificó. Tuve mucha suerte porque ni siquiera tuve que pasar por una época de buscar un trabajo mientras tanto.
Viene a Santander con ‘La misma mierda por última vez’, pero lo compagina con su trabajo en otras plataformas como YouTube o Twitch. ¿Prefiere tratar al público de tú a tú?
A ver, las actuaciones en directo me gustan bastante, pero la verdad es que en las mías hay poca interacción con el público. No soy un especial seguidor de la comedia en la que el espectador participa porque me da igual si los que tengo en la primera fila son pareja, si están bien avenidos o en qué trabajan... Entiendo mi monólogo como una especie de película que yo proyecto. Preparo algo, considero que es gracioso y es lo que llevo.
Para una persona que puede obtener un feedback tan directo sobre sus chistes desde las redes sociales, ¿no es demasiado fácil obsesionarse con los números o con qué funciona mejor?
Creo que por mucho que nos guste decir que hacemos las cosas para nosotros o que tenemos que hacer cosas que nos hagan gracia a nosotros primero, es innegable que tenemos que estar pendientes de lo que opinen los demás y, de vez en cuando, echar un ojo a los comentarios que hacen sobre nosotros o sobre nuestro trabajo porque si no acabas estando completamente alejado de la realidad. Pero igual que digo esto, te digo que tampoco te puedes obsesionar con los números porque es absurdo y no se trata de una competición de popularidad y, si lo entiendes como tal, vas a tener un problema. Poniendo un ejemplo, si tu cuenta en redes es un barco, tú solo te tienes que preocupar por que no se hunda, no de que vaya a toda velocidad... En mi caso, creo que sé qué teclas podría tocar si quisiese que mi cuenta triplicase seguidores igual que sé que no sería un contenido que me gustaría.
¿Se considera influencer?
Pues... A ver... [Titubea]. Supongo que sí porque tengo bastantes seguidores y entiendo que esa es la definición de influencer, pero no hago campañas de maquillaje, ni subo vídeos de probando gominolas japonesas ni nada de eso.
Lo dice con la boca pequeña... ¿es una palabra denostada?
Sin ninguna duda, y tampoco me extraña. No sé qué me daría más vergüenza: si votar a la Falange o ser influencer. Hay palabras que por determinados motivos ocupan un lugar en el imaginario colectivo que no mola. Es como el guardia civil, que el que lo es lo dice de aquella manera. Es que el oficio de influencer nadie se lo cree. Es un trabajo porque obtienen dinero a cambio de un esfuerzo pero es innegable que no es difícil. Básicamente se graban durante todo el día y tienen que gestionar un poco lo que suben. Es un trabajo que tiene algo de organizativo pero que también tiene una capa de ego asquerosa. No creo que tenga nada que ver con llevar dinero a casa como tal, sino que más bien es contestar a un mail en el que te ofrecen que digas que sí a una marca de relojes y te grabes un vídeo entre hoy y el próximo miércoles. ¡Y ya está! A cambio te dan la pasta. No creo que sea tan complicado, y por eso tiene tan mala fama.
Los cómicos tenemos más dinero del que algunos esperan pero muchísimo menos del que otros se creen
¿Y qué hay de la precariedad? ¿El mundo del humor también es precario?
Los cómicos tenemos más dinero del que algunos esperan pero muchísimo menos del que otros se creen. Si vives de la comedia en España puedes llegar a vivir muy bien, lo que no puedes es llegar a vivir tan bien como un influencer. De ahí viene mi odio absoluto [ríe]. Son cifras que nunca te van a volver millonario salvo que seas, imagino, que un Broncano o gente así que tendrán palas de dinero. Pero sí que puedes llegar a vivir bastante bien. Si no tienes una gran ambición económica, si básicamente estás contento con poder comprarte lo que quieras dentro de unos límites, es un curro bastante guay.
Me gustaría conocer su opinión sobre la incursión de la mujer en la comedia. ¿Por qué sigue habiendo menos mujeres cómicas?
Creo que eso era un poco antes y es indudable que nunca ha habido tantas mujeres en comedia como ahora, y quizá sea atrevido decir que superan a los hombres pero debemos estar bastante cerca. Otra cosa es que en medios generalistas sigamos viendo las mismas caras de siempre, y también es entendible porque si el mundo antes era más machista, tiene sentido que las mujeres jóvenes que están empezando ahora tarden más en tener puestos de relevancia porque se les está empezando a dar oportunidades ahora. Lo que también es cierto es que la comedia tiene este tópico merecido de que si se sube un tío a un escenario a contar cualquier cuñadez es el puto amo, y si sube una tía no tiene ni puta gracia y es una lesbiana. Pero más allá del tópico, creo que eso ya no es así para nada. Machismo hay, claro, pero considero que es raro encontrarse con situaciones de clarísimo machismo en estratos de comedia bajo. Ya no te digo más arriba, que igual te dicen que te pongas este vestido porque estás en 'Zapeando', pero por lo que yo conozco, el que diga que hay un machismo brutal, miente. Lo cual no quita que habrá siempre babosos y asquerosos.
¿Y hay menos público femenino en los shows?
'Estirando el Chicle' ha demostrado que sí que hay público LGTBI y femenino viendo comedia. Antes, la comedia se veía como algo más masculino, más de tu padre o de la pareja que va a cenar a 'La Tagliatella' y se le ha ocurrido al novio ir después, o la novia se lo ha regalado a su novio porque sabe que le hace mucha gracia Leo Harlem. En cambio, creo que ahora sí que hay mujeres que se meten en Atrápalo a pillar entradas para 'Estirando el Chicle', Carmen Romero o Inés Hernand. Ya no es algo de tíos, o de boomers o de padres. Pero, volviendo a la pregunta, en mi show en concreto es entendible que haya más hombres que mujeres por mi contenido y porque apela más a un público masculino. Así todo, cada vez veo más mujeres y me gusta. Está bien que todo no sea un bosque de nabos.
No entiendo la crítica en que las mujeres hablen de pollas porque, ¿qué quieres que te diga? Igual nosotros llevamos hablando toda la historia sobre coños y tetas
¿Quizá a los hombres les siguen yendo a ver hombres y a las mujeres les siguen yendo a ver mujeres?
Como fan de comedia me interesa el trabajo de muchas cómicas pero puedo entender perfectamente que si las mujeres ahora han empezado a tener visibilidad en comedia ha sido porque han empezado a hablar de temas que eran tabú porque había una predominancia masculina. Entonces, han dado un golpe sobre la mesa y no es tanto que las mujeres empiecen a ser graciosas, que por supuesto que lo son, sino que empiecen a hablar de temas de los que nosotros ni siquiera podemos hablar porque los desconocemos. Supongo que llegará un momento en el que habrá un equilibrio y se hablará de seres humanos independientemente de quién te lo cuente, pero de momento estamos en la fase de que las mujeres hablen de cosas de mujeres. Y está bien. No entiendo la crítica en que las mujeres hablen de pollas porque, ¿qué quieres que te diga? Igual nosotros llevamos hablando toda la historia sobre coños y tetas. Aparte de que, como espectador, me interesa lo que tengan que decir de las pollas. Sin duda.
¿Realmente en su humor no hay filtros, tal y como parece?
Siempre suelo decir que no hay temas de los que no hablo, y seguramente es mentira porque siempre hay un filtro mental, aunque sea mínimo, a la hora de escribir. Una cosa de la que yo no hablo es de política, y no es tanto por una cuestión de no quererme mojar sino porque creo que embadurna todo mucho y pervierte un poco las cosas que quieres decir. Esto no quiere decir que no me interese la política o que no consuma este tipo de comedia, pero creo que es algo que no me gusta hacer porque creo que perjudica el mensaje final de lo que estoy intentando decir. No es un tabú pero sí una de las áreas que suelo esquivar. Pero, por lo demás, si el chiste es gracioso, ¿por qué no lo vas a decir?
¿Prefiere ser equidistante?
No, no es eso. Es que si haces chistes de política estás posicionándote de una forma en la que parece que no te puedes mover y siempre tienes que disparar desde esa trinchera. A mí me interesa más tener la figura de que nadie está a salvo y todo el mundo es idiota. La comedia también es un ejercicio de superioridad porque, muchas veces, cuando te ríes de algo te ríes por sentirte superior al motivo por el que te estás riendo. Y a mí eso me gusta. Me gusta ser la figura que traiciona a absolutamente todos. Independientemente, está claro que yo tengo mi opinión política.
Tienes que hacer los chistes que tú consideres si estás dispuesto a asumir las consecuencias. Luego, como consejo particular, considero también que más te vale que sea gracioso...
Se sentó en el banquillo por un chiste, ¿eso asusta a la hora de seguir haciendo más?
Pasas por muchos estados diferentes cuando pasan polémicas de este estilo porque te planteas qué estás haciendo, qué quieres hacer, qué seguridad económica puede tener lo que estás haciendo, si es sostenible en el tiempo... Muchas cosas. La conclusión a la que he llegado después de pasar por muchas fases muy diferentes es que tienes que hacer los chistes que tú consideres si estás dispuesto a asumir las consecuencias. Luego, como consejo particular, considero también que más te vale que sea gracioso... No siempre que te ríes de algo implica ridiculizarlo, y no siempre los chistes implican algo. Los chistes son palabras, y lo que no puede ser es que persigamos palabras en un mundo en el que ocurren actos atroces. Primero hay que preocuparse de otro tipo de cosas, y luego ya si quieres analizamos semánticamente por qué este chiste es perjudicial para unos u otros.
Da la sensación de que, como sociedad, estamos pasando por una etapa en la que todo nos ofende. ¿Quizá cómicos como usted han servido de cabezas de turco?
Me da mucha pena que no se asuma la figura que tiene el cómico de, no solo entretener, sino también de herramienta social que permite hablar de aquellas cosas que están en la calle pero no han llegado al mainstream por el tabú. Hay una persecución, y ya no solo por las autoridades, sino por el propio público que es capaz de decirte que no deberías hablar de esta cosa que resulta que es súper importante y está hablando todo el mundo de ella. Los chistes son una forma de incluir a la gente en una realidad social. Si tú estás hablando de algo es porque estás teniéndolo en cuenta. Si haces un chiste sobre una minoría lo estás poniendo en el foco y eso no puede ser malo.
Es importante demostrar que, que tú digas determinadas cosas en la ficción no te convierte en alguien malo
¿Le sorprendió el despido de 'Yu, no te pierdas nada' y la cancelación de algunos shows después de la denuncia?
Sí. Me pareció descabellado y muy exagerado. Podría haber entendido que existiese una versión moderada de esto, hasta cierto punto, pero el nivel de locura fue tan grande que me cogió por sorpresa. Creo que tiene que ve con el país en el que vivimos y un montón de cosas que a mí sí me parecen relevantes porque reflejan la cantidad de complejos que tenemos y la mentalidad buenista.
Separa al David cómico del David persona. ¿Qué diferencias hay entre ellos?
Supongo que las necesarias para que el otro pueda seguir existiendo. Si fuese un puto loco todo el rato el primer perjudicado sería mi yo profesional porque, si resulta que esa persona que está defendiendo que en la ficción se pude decir lo que quieras, en la vida real está diciendo barbaridades, tendrían razón aquellos que dicen que hay personas que se escudan en el humor para decir cosas machistas, racistas u homófobas. Y mi defensa es la contraria: soy una persona con muchísimos errores y seguramente con actos de machismo, homofobia y racismo en mi día a día, como tenemos todos. Pero se trata de intentar ser mejor en la vida real y de que en la ficción nadie meta la pezuña, que no haya ninguna autoridad moral porque es un territorio que hasta la fecha era libre, y nadie debería legislar en eso. Así debería seguir siendo todo, y también es importante demostrar que, que tú digas determinadas cosas en la ficción no te convierte en alguien malo. Aunque también te digo que prefiero ser alguien que parezca un hijo de puta y luego no serlo tanto, que alguien que parezca buena persona y luego sea un hijo de puta. Eso es en lo que muchas veces se convierte esta gente que en internet se dedica a ser buenista hasta que, paradójicamente, siempre acaban siendo lo contrario a lo que promulgan.