La M.O.D.A.: “Nos importan más las letras que cantaban nuestras abuelas que la obra literaria de un poeta”
David Ruiz (Burgos, 1986) se sigue resistiendo a denominarse 'artista' a pesar de pertenecer a uno de los grupos de rock con mayor presencia en el panorama musical. Él es el cantante y uno de los guitarristas de La Maravillosa Orquesta del Alcohol, también conocida como La M.O.D.A., una banda formada por siete jóvenes que estarán en Escenario Santander los próximos 4 y 5 de noviembre presentando su último álbum, llamado 'Nuevo cancionero Burgalés'. “La filosofía del grupo es hacer cosas que nos motiven y nos salgan de dentro. Luego, si a la gente le llega no se puede pedir más”, indica el músico con optimismo a elDiario.es. Y, precisamente, por conservar siempre esa premisa y a pesar de haber tenido que trabajar muy duro dando “muchos, muchos conciertos”, han logrado un público fiel que respalda cada uno de sus pasos incluso cuando dan una vuelta de tuerca como la de este disco. No obstante, a pesar de los cambios y tal y como dice una de sus canciones, no cabe duda de que La M.O.D.A. nunca, nunca se olvida de donde viene. “Todo el mundo tiene derecho a la cultura, viva en una ciudad grande o en un pueblo pequeño”.
En ‘Nuevo cancionero burgalés’ dejan claro que son un grupo de rock diferente y sin miedo a innovar. ¿Cuál está siendo la respuesta del público?
Que a la gente le ha llegado, ha conectado y le ha gustado. Hemos conseguido llegar a un público que no era el habitual. Nos ha pasado de ver en los conciertos o recibir mensajes de gente mayor que no suele ir a conciertos, madres y padres, o gente que te dice que ha podido escucharlo con sus abuelos… Nos están pasando cosas muy bonitas y la música al final no debería tener edad ni barreras. Luego, también teníamos dudas con cómo lo iba a recibir la gente fuera de nuestra tierra y si iban a pensar que era algo muy centrado en Burgos, pero cada uno tiene un Burgos en su universo particular y donde nosotros cantamos Burgos cada uno puede poner su sitio. Ha sido muy guay recibir mensajes o charlar con gente que nos dicen que en su pueblo de Huelva su abuela cantaba ‘La Molinera’ pero con estas frases cambiadas. La música tira muchas barreras y las personas tenemos muchas cosas en común a pesar de venir de sitios distintos. Este disco no era una demostración de que lo nuestro es la hostia, sino de compartir, que para nosotros es lo bonito de la música popular: que tú me enseñes cómo lo cantaba tu abuela y yo te enseñe cómo lo cantaba la mía. Todos sacamos algo y hay un enriquecimiento tremendo en esa diversidad que tenemos en este país.
Llevan más de una década de carrera en los que han logrado hacerse un nombre en la escena musical pero, mirando atrás, ¿cómo han gestionado el cambio de tocar en salas pequeñas a llegar a grandes escenarios?
Al final ha sido un trabajo del día a día de 11 años, así que ha sido un crecimiento natural, muy poco a poco. No hemos tenido un salto de repente, hemos llegado aquí gracias al boca a boca y de tocar muchísimo. Tocando era como te dabas cuenta de que ibas a una ciudad y la primera vez había 20 personas viéndote, luego volvías y había 35, a la tercera ya había 60... Ha sido muy progresivo todo y en los 11 años que llevamos hemos trabajado en el grupo, pensado en el grupo, ensayado, tocado o actuado prácticamente todos los días. Aun así, no deja de sorprendernos y hacernos ilusión porque es increíble pensar que tenemos algo que soñábamos cuando éramos niños. Estamos muy contentos con lo que nos ha tocado vivir.
Pero, ¿no hay shock emocional en levantarte un día y pensar que van a tocar ante 12.000 personas, como les pasó en el Wizink?
Realmente el número de gente que haya, refiriéndome al público, tampoco es tan importante. Y ya sé que suena a respuesta de futbolista [ríe] pero nos impone lo mismo tocar en el Wizink que tocar en los pueblos como hemos tocado en Burgos en 2019 o este verano, o como tocar en una sala pequeña. El hecho de ponerte ahí a tocar tu música para otra gente tiene algo especial independientemente de el número de personas que te escuchen, pero más allá de eso, sí que impone ver a tantas personas juntas, ¡aunque la magia está en todos lados, repito! Además, el hecho de que seamos siete hace que la felicidad se comparta y que los momentos más difíciles también se puedan aliviar entre más gente.
Precisamente, y aprovechando que ha mencionado su gira por los pueblos le quería preguntar si esta es una forma de denunciar la 'hipercentralización' que hay en la cultura...
Es una manera de dar visibilidad al mundo rural, de expresar que todo el mundo tiene derecho a la cultura, viva en una ciudad grande o en un pueblo pequeño, y es una manera también de llevar la música donde no suele llegar. Para nosotros es muy importante y es de las mejores cosas que hemos hecho y de las mejores experiencias que vamos a vivir con el grupo. Los conciertos se petan en los pueblos, la verdad es que el público que va se vuelca muchísimo y nos lo agradece un montón. ¡Eso no está pagado!
La única autocensura que tenemos es no querer hacer sufrir a la gente que nos quiere
Se consideran un grupo independiente...
No tenemos discográfica y eso quiere decir que tenemos que hacer de todo, para lo bueno y para lo malo, y eso conlleva muchísimo trabajo extramusical que quema y cansa porque a ti lo que te gusta es hacer canciones. Sin embargo, esa independencia también te da la libertad de saber que tienes el poder de decisión y que tú marcas las pautas de lo que quieres hacer y cuándo. Pero tampoco nos consideramos ni mejores ni peores que los compañeros que están en discográficas porque cada uno tiene sus circunstancias y su vida. Nosotros hemos elegido esto también un poco forzados porque nadie nos hacía caso cuando empezamos y, claro, luego ya habíamos aprendido a funcionar así. Estamos a gusto, así que vamos a seguir de esta manera.
Pero entiendo que ya han recibido ofertas por parte de discográficas...
Sí, sí. Nos han hecho ofertas pero cuando empiezas así te das cuenta de que estás a gusto aunque implique más trabajo. Es como el que tiene un local de bocadillos y de repente viene una multinacional grande a ponerle el logo, pues igual lo piensa y se da cuenta de que es mejor tirar así. Igual es un negocio familiar que se ha ido de las manos y que nunca esperaba que fuese a llegar a tanta gente pero ahí sigue. Así todo, tampoco le damos tanta importancia al lugar en el que estamos ahora. No nos creemos guais.
Les he escuchado decir: “Antes te robaba la discográfica y ahora te roban las plataformas”. ¿Es complicado vivir de la música?
Suena un poco fuerte pero ha habido muchos casos en los que las discográficas han timado a los grupos y al final el que pone el trabajo y las canciones es el grupo. Creemos que no es justo que unos señores que están con su traje en un restaurante caro de Madrid se lucren del trabajo de los músicos. En Spotify es un poco lo mismo y te pagan cantidades ínfimas por cada escucha. Al final la banca siempre gana… Si eres un gigante de la música igual te llevas más, pero si eres una banda pequeña es muy complicado. No es un reparto justo, lo pensamos nosotros y lo hemos hablado con muchos compañeros, y es un poco la pelea de siempre porque, a la vez, tú quieres que la gente te escuche y tienes que pasar por esos aros pero al final siempre tienen ellos la sartén por el mango.
Vivimos en la era del consumo rápido, ¿estamos tocando techo?
Vivimos en la época de las stories y de los diez segundos, me canso y paso a lo siguiente. Pero a pesar de eso preferimos quedarnos con que se escucha más música que nunca y con que el acceso a la música es más fácil que en toda la historia. Hace unos años solo la gente que tenía mucho dinero podía escuchar toda la música que quisiera porque tenía que comprarse discos y ahora hay más música que nunca, mucho más variada y hay mucho público con ganas de escuchar. Lo que queremos es que la música siga siendo importante para la gente, y que la escuche en el móvil, en el altavoz, con los cascos, en YouTube, en vinilo o como sea, pero que la escuche.
¿Les han cuestionado alguna vez que sean un grupo 100% masculino?
Nos lo han preguntado alguna vez y lo que contestamos, que es la realidad, es que esto surgió porque nos juntamos los colegas que tocábamos instrumentos. No lo pensamos en ese momento y sí que es verdad que, por suerte, todo está evolucionando mucho y eso también nos ha hecho reflexionar. Miras el panorama y te das cuenta de que hace diez años casi no había mujeres tocando. Ahora, gracias a que los tiempos evolucionan, podemos estar viendo a bandas que nos flipan y con las que tenemos buena sintonía, como Las Ginebras. Ahí, al mirar esa comparación todavía hemos sido más conscientes de que no ha sido casualidad que hace un tiempo solo hubiera señores encima de los escenarios. Así todo, cuando nosotros empezamos éramos seis chicos y una chica. Mucha gente no lo sabe porque fue al principio y no nos conocía ni Dios [ríe]. Creo que no le dimos vueltas a eso porque éramos los que éramos y ya estaba, pero aun así es cierto que estaba muy desequilibrado. ¿Y por qué pasa eso? Pues está claro que porque vivimos en una sociedad machista en la que parece que el papel del hombre es encima del escenario y el de la mujer, debajo. Nosotros no lo veíamos así y no nos fijábamos en que Bea era la única mujer porque para nosotros fue muy natural. Lo triste es que haya habido tantas mujeres a las que no hayan dejado tocar o que no hayan visto tanto interés en su entorno por que ellas tocaran. Pero vamos, como dice la canción de Aiko: “Niños 'furbito' y niñas lo que sea”.
Para cierta gente nos hemos pegado varios tiros en los pies por no hacer lo mismo en cada disco
¿Hay autocensura de algún tipo en La M.O.D.A.?
Musicalmente respecto a no tocar algún estilo, no. De hecho, solo hablando del ámbito musical, para cierta gente nos hemos pegado varios tiros en los pies por no hacer lo mismo en cada disco. Nos decían que sabiendo un poco la fórmula que funcionaba debíamos hacer lo mismo, pero nosotros siempre hemos intentado hacer cosas que nos llenen sin repetirnos ni perder nuestra esencia. Se trata de reconocernos en lo que hacemos pero no aburrirnos, no estancarnos y no hacer el mismo disco dos veces. Hemos sacado los discos que hemos querido, algunos son más fáciles de escuchar que otros pero en general creo que nuestra propuesta es fácil de escuchar para todo tipo de públicos. También hemos hecho discos más difíciles como ‘Ninguna ola’ que nos ha traído un montón de críticas. Pero creo que en las letras igual sí que nos autocensuramos más.
¿Ahí entra más el miedo a que su público les rechace?
Pues más que al público me refiero más bien a mi madre, a mi abuela… Esa es la única autocensura que veo en nosotros: no querer hacer sufrir a gente que nos quiere. Está muy guay lo del artista, lo del poeta y lo del no sé qué. Pero cuando sacas una canción, la primera persona que te llama es tu madre y se preocupa. Recuerdo de muy pequeño ver una entrevista de Xoel López, que acababa de sacar un disco de Deluxe y contaba que le había llamado su madre preocupada nada más escuchar el disco preguntándole si estaba bien. Uno tiene que superar muchos miedos y hay muchas veces que lo que piense el público en general te afecta menos y lo ves más lejano, pero esa gente con la que vives o que está en tu entorno, ahí hay algo que, sin querer, pesa un poco. En este camino es una barrera más que hay que intentar ir superando, y la meta es llegar a no autocensurarnos en las letras pero no por el público, sino por la familia. A ver si poco a poco nos deja de condicionar.
Se inspiran en autores como Benedetti, Jack Kerouac, Antonio José o Federico Olmeda… ¿Siempre tienen la idea de aportar algún contexto a las canciones?
No queremos ser los típicos chapas, más bien todo lo contrario. Creo que eso se corresponde más con una etapa anterior en la que estábamos más metidos en la literatura, pero creo que la evolución del grupo va más hacia la cultura popular y, de hecho, nos interesa más y lo hemos demostrado en este último disco. Nos importan más las letras que cantaban nuestras abuelas y bisabuelas que la obra literaria de un poeta. Aun así, tanto Antonio José como Federico Olmeda no escribieron las letras de los cancioneros sino que las recopilaron. Pero, volviendo a que ahora vamos más hacia la cultura popular, está claro que lo que has leído aunque sea de pasada en clase -porque no somos súper lectores y creo que mucha gente se llevaría una decepción si supiese que no tenemos ese bagaje cultural- te influye. Lo que nos interesa cada vez más es expresar de una forma directa y sencilla, y que sea entendible por todo el mundo, sentimientos más complejos o emociones y ser lo más naturales posible. Quitar artificios e ir por el camino que llevamos, y por eso nos ha ilusionado tanto hacer este disco con estas letras que han sido tan importantes para la gente y que han perdurado porque estaban en su día a día y en una vida que , por lo que se presume leyendo y por lo que te han contado en casa, bastante dura. Esa es la música y las letras que nos interesan.
Le acabo de preguntar por la presencia de otros tipos de arte en la música pero, ¿qué piensa de que la música también lleve consigo mensajes políticos?
Cada uno tiene que hacer lo que le dé la gana mientras sea sincero y honesto consigo mismo. Si alguien quiere hablar directamente y sin tapujos, que lo haga, aunque también hay muchas maneras de hablar de las cosas y no solo diciendo lo evidente se habla de esos temas. Hay muchas maneras de transmitir y hablar de conceptos o de ideas. Entonces, lo único que tiene que haber es libertad y sinceridad. Ya desde el punto de vista personal sí que creo que la música y el arte en general es una plataforma privilegiada para hablar de muchas cosas importantes, de desequilibrios, desigualdades e injusticias. No hay nada peor que intentar imponer tu manera de ver las cosas a los demás, así que que cada uno haga lo que quiera, que ahí estarán las letras y la obra de cada uno para que luego se pueda juzgar.
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