Marina Lombó (La Cavada, 1950) no ha tenido un aterrizaje sencillo como consejera de Educación, Formación Profesional y Turismo. La primera dirigente del PRC que asume estas competencias en Cantabria tiene enfrente a buena parte de la comunidad educativa y se ha ganado la animadversión de las principales organizaciones sindicales docentes. El intento de suspender con un par de días de antelación las vacaciones escolares del mes de noviembre a causa de la pandemia, una decisión que tumbó la Justicia al considerarla “poco fundamentada”, provocó un terremoto en el ámbito educativo que sigue teniendo sus réplicas. Si las relaciones hasta ese momento habían sido tensas, a partir de entonces se abrió una espita que complica mucho la legislatura. Cerca de 8.000 docentes y 90.000 alumnos en la comunidad autónoma están viviendo el curso más difícil de la historia por la COVID en un ambiente de enfrentamiento casi total, con acusaciones hacia la máxima responsable de “falta de negociación”, “imposición sin diálogo”, “menosprecio al profesorado” o “actitud dictatorial”. Sin embargo, Lombó descarta su dimisión: “Me acusan de autoritaria, pero yo ahí no voy a entrar. No voy a valorar esos calificativos ni voy a definir sus actuaciones”, insiste durante una entrevista en la que alaba el trabajo que se está haciendo en los centros y destaca el valor de maestros y profesores: “El personal docente es la mejor inversión que puede hacer Cantabria para el futuro”, asegura.
Debemos comenzar con un primer balance del curso y de la incidencia de la pandemia en la comunidad educativa. ¿Cómo se está sobrellevando la COVID en las aulas de Cantabria?
Es un curso excepcionalmente atípico, pero si me hubieras preguntado en septiembre, cuando comenzaron las clases el día 7, aunque teníamos la certeza de que habíamos organizado el comienzo de curso muy ordenadamente y con los medios suficientes para que las cosas funcionaran bien, había una gran preocupación de cómo se iban a aplicar de una manera efectiva todas esas medidas. Transcurrido este primer trimestre, diría que lo hemos sobrellevado con una gran satisfacción porque las aulas han recogido el producto de lo que estaba pasando fuera, el reflejo de la sociedad, pero de manera muy controlada. El mayor éxito que hemos tenido fue organizar el corredor educativo junto con Salud Pública, que nos ha permitido reaccionar cuando surgía un problema tanto en las aulas de convivencia estable como en los casos de contactos estrechos. Creo que francamente la comunidad educativa puede estar muy satisfecha porque se ha garantizado la seguridad de los alumnos. Estoy muy orgullosa de cómo han respondido los docentes y los equipos directivos, pero quiero poner un énfasis especial en las familias y en los estudiantes. Al inicio del curso las familias estaban muy temerosas de incorporar a sus hijos a los centros escolares. Incluso se apuntaba a un cierto nivel de absentismo de aquellas familias que tenían realmente miedo. Eso se ha trabajado mucho, familia a familia, y ha quedado reducido a la mínima expresión.
En ese sentido, es sorprendente cómo ha cambiado la percepción y la forma de abordar el virus a lo largo de la pandemia. En los meses de marzo, abril y mayo se produjo un cierre total, con un final de curso muy complicado no exclusivamente en España, sino en toda Europa de forma casi unánime, y sin embargo esta segunda ola ha transcurrido con todos los centros educativos abiertos y una sensación general de seguridad en las aulas. ¿Cree que hubo una cierta precipitación en la primavera pasada y se pudo organizar de otra forma el final del curso o en aquel momento era inviable porque no sabíamos lo que se sabe ahora acerca de la enfermedad?
Quiero destacar como algo muy positivo lo que hicimos en los últimos días de curso, cuando reabrimos para aquellos alumnos que se tenían que preparar para examinarse de la EBAU. Aquello nos dio la seguridad como Administración de que estábamos preparados para poder reabrir las aulas a partir del mes de septiembre. Vimos que la organización funcionaba, que los centros habían sido capaces de adaptarse. Utilizamos 25 centros para llevar a cabo una EBAU que fue histórica, con ninguna incidencia reseñable con 3.000 alumnos repartidos por Cantabria cuando generalmente se centraliza en un solo punto en la Universidad de Cantabria. Hubo muchísima resistencia, pero aquella experiencia nos permitió comprobar que el día 7 de septiembre podíamos abrir las aulas. Hubo mucha presión para posponer la apertura de los centros escolares. Algunas comunidades autónomas aceptaron retrasar el inicio del curso. Nosotros hicimos esa apuesta porque confiábamos muchísimo en que la comunidad educativa iba a responder favorablemente.
Puedo comprender la reacción que se produjo cuando suspendimos las vacaciones escolares, pero desde luego lo que no comprendo es la proporcionalidad
Lleva al frente de la Consejería de Educación desde hace un año y medio, y en ese tiempo le ha tocado tomar quizás las dos decisiones más complicadas que le corresponden a su cargo: primero cerrar las aulas y mandar a los niños a casa en el mes de marzo, y luego en el mes de noviembre cancelar el periodo no lectivo previsto en el calendario escolar como consecuencia de la pandemia. ¿Se arrepiente de algo?
Mira, la decisión de cerrar las aulas fue muy difícil para la Consejería, porque no sabíamos cómo íbamos a poder responder a las necesidades de las familias y lo vivimos con una gran preocupación, pero asumimos esa responsabilidad. La otra decisión, puedo comprender la reacción que se produjo cuando suspendimos las vacaciones escolares, pero desde luego lo que no comprendo es la proporcionalidad. Quiero decir que estábamos hablando de algo que Salud Pública recomendaba, y que en cierta forma sigue recomendando, como es mantener poca movilidad y contacto social de los ciudadanos. Se puso encima de la mesa que unas vacaciones escolares como esas incitan a todo el mundo a la movilidad, porque es lo habitual. Puedo entender la reacción, pero no la proporción. No estábamos hablando de un cierre y de un confinamiento de tres meses como el que se produjo en primavera, sino de un cambio en unas vacaciones escolares de un periodo a otro. Lo he dicho otras veces y lo reitero: no comparto la desproporción de la respuesta que se dio en aquel momento. Pero esa decisión no fue difícil para mí. Lo difícil fue cerrar los colegios el día 14 de marzo y el tenerlos que abrir después. Mi gran preocupación como consejera ha sido recuperar la actividad presencial el 7 de septiembre y que pudiéramos recuperar la confianza y la seguridad tanto de las familias como de los docentes. Esa ha sido mi gran preocupación.
El intento de suspender las vacaciones escolares no habrá sido la decisión más difícil que haya tenido que tomar durante la pandemia, pero sí ha sido la más controvertida y sufrió un varapalo judicial que obligó a la Consejería a dar marcha atrás porque se consideró que no estaba fundamentada convenientemente. Además, parece que ha sido un antes y un después en sus relaciones con las organizaciones sindicales, que han pedido reiteradamente su dimisión y le acusan de mantener una actitud “manipuladora e irresponsable” o incluso “dictatorial”. ¿Hay forma de reconducir esa situación a lo largo de la legislatura?
¿Que si hay forma de reconducir la situación? Yo solo voy a modificar mi forma de actuar si considero que me he equivocado. Por mi parte, no voy a pedir a nadie que modifique ni su forma de pensar ni de comportarse. Quiero decir que si los sindicatos piden mi dimisión, yo lo respeto. Cuando entran en calificativos y me acusan de autoritaria, yo ahí no voy a entrar. Mi vida es muy larga, mi trayectoria profesional es muy larga, y esa palabra no ha existido nunca en mi forma de actuar dentro de la Administración. En cualquier caso, no voy a entrar a valorar esas palabras ni voy a definir sus actuaciones. Forma parte de la negociación. Lo que sí puedo decir es que inmediatamente hemos seguido convocando mesas y foros de negociación, que es a lo que yo como consejera estoy obligada. También hay decisiones que tengo que tomar como consejera independientemente de la negociación. ¿Que lleguemos a acuerdos? Eso es otra cosa. Una cosa es el diálogo y otra cosa es llegar a acuerdos, sobre todo cuando se parte de ideas que o se recogen o no hay acuerdo, como ocurre a veces. Seguiremos trabajando. No hay una semana en la que no tengamos un tema que negociar encima de la mesa. Y en muchos de estos temas hemos alcanzado acuerdos. Tendremos que seguir hablando con independencia de lo que piensen las organizaciones sindicales de mí como persona o como consejera.
¿Hay solución ya para los dos días no lectivos que quedaron pendientes después de la marcha atrás y que se tienen que recuperar?
Ese es un tema que llevé a la mesa hace unos días como objeto de la negociación. No hemos llegado a un acuerdo. Los sindicatos solo exigen que no sean a final de curso, que era nuestra oferta, y plantean una fecha en febrero que ya en la negociación del calendario se les dijo que no procedía, y seguimos sin tomar una decisión definitiva. Lo que provocan las organizaciones sindicales de esta forma es que sea una decisión unilateral de la consejera... Es verdad que luego preguntan, y yo me comprometí a informarles antes de que sea oficial. Nuestra propuesta fue deducir esos días del final de curso, pero estamos abiertos a buscar otras dos fechas que sean viables.
También hay un conflicto abierto con los coordinadores COVID de los centros por un problema evidente, y que la propia Consejería de Educación reconoce explícitamente, y es el exceso de trabajo como consecuencia de la evolución de la pandemia y los necesarios protocolos de seguridad para evitar contagios. ¿Qué solución plantea para ellos? ¿Van a tomar medidas?
La figura del coordinador COVID surgió como otra medida más dentro del protocolo sanitario para garantizar que íbamos a ser ágiles de cara a la gestión de la enfermedad dentro de las aulas. Cuando se planteó, se incluyeron tres horas semanales de coordinación que evidentemente supusieron la liberación de horas de trabajo lectivo y el refuerzo en algunos casos de mayor número de docentes para cubrir esta incidencia. Son situaciones muy individualizadas, no son de un carácter general para todos los centros. En estos meses hemos visto que en determinados centros, sobre todo los que son muy grandes, esas tres horas que se asignaron al coordinador COVID son insuficientes y hemos ido buscando soluciones. Ya he anunciado que en aquellos centros de tipo A y B, que son los más grandes, íbamos a incrementar ese número de horas. En algunos casos conlleva además un refuerzo de docentes y en otros no es necesario. Además, hemos propuesto que, dado el esfuerzo que vienen realizando, de ese 0,3% de la masa salarial que tiene un margen de negociación para momentos de gratificación y productividad, se destine una parte importante para esos coordinadores COVID, pero ahí tenemos también una discrepancia grande con las organizaciones sindicales...
Una docente me contaba hace unos días que está siendo un curso complicadísimo, con una tensión añadida porque tienen que estar pendientes de que los niños lleven bien puesta la mascarilla, que eviten el contacto, que se mantengan los grupos burbuja, con cuarentenas cuando se detectan casos positivos... y me insistía en lo frustrante que supone luego salir del colegio y encontrarse en el parque o en las terrazas de los bares a esos mismos niños con sus padres sin todas esas prevenciones que sí se tienen en el colegio. ¿Cree que ese nivel de rigurosidad que se exige a los docentes la están practicando luego las familias en su día a día para evitar los contagios? ¿No falta un poco de pedagogía en este sentido?
He empezado diciendo que las aulas lo que recogen es lo que pasa fuera en la sociedad. Realmente, los niños no se contagian en las aulas. Ha habido poquísimos casos secundarios, prácticamente no han existido. Yo creo que esto ha ido evolucionando y lo que te dice esa docente es real, pero creo que nosotros tenemos que seguir siendo exigentes. Por el hecho de que haya incumplimientos, aunque no sean con carácter general, nosotros no podemos rebajar nuestra exigencia. Entonces sí que el problema se nos achacaría al ámbito docente. Creo que lo que hace esa docente es muy ejemplarizante y me parece que la evolución de las familias en este sentido ha sido muy positiva a lo largo del curso. Han ido viendo y reconociendo el valor de lo que se está haciendo en los centros escolares. Y esa exigencia les está dando la garantía de que mandan a sus hijos a un sitio muy seguro. Actitudes individuales cuestionables... ¡qué te voy a contar! Aquí tenemos las manifestaciones de la hostelería con personas que estoy segura que lo hacen muy bien, y otras actitudes de las personas en la calle que dejan mucho que desear. Pero en lo que respecta a la comunidad educativa, no podemos bajar la guardia en los centros escolares. A pesar de lo que veamos fuera, tenemos que mantener esa actitud ejemplar.
La pandemia obligó también al sistema educativo a adaptarse de un día para otro a la formación a distancia. El final del curso pasado puso contra las cuerdas a muchos. ¿Estaríamos preparados ahora para una situación similar que obligara a un confinamiento estricto como el que vivimos en marzo?
Estamos mucho más preparados que en marzo o abril, cuando trasladamos prácticamente a los docentes una responsabilidad individual. Hoy, colectivamente, estamos mucho más preparados. Los centros tienen más medios tecnológicos. Firmamos un convenio con el Estado, aunque estamos todavía sin recibir los dispositivos, pero que nosotros hemos seguido dotando día a día. Siempre que se detecta una necesidad, intentamos responder. Dentro del protocolo se estableció la obligación de detectar qué alumnos carecían de medios y qué medios teníamos que adquirir. Todos los días nos llegan peticiones. Las cuarentenas hacen que un alumno o un docente puedan necesitar algún material, y desde luego estamos muchísimo más preparados. Hemos valorado recientemente de forma positiva cómo ha funcionado todo un centro cerrado como el instituto Ocho de Marzo, que tuvo que aplicar la formación online.
¿Y cómo están funcionando las sustituciones en un contexto sanitario tan complejo como el actual?
Se está notando mucho, pero no solo por la COVID. Hay bajas por muchos motivos. Lo que sabemos es que hay muchas, muchísimas. Vamos cerca de 1.500 sustituciones en lo que va de curso. En Infantil y Primaria se hacen automáticas, de un día para otro. Ese creo que ha sido otro de los grandes éxitos. Cuando hablas con los directores de los centros en privado, creen que algo así no ha pasado nunca y que es lo mejor que hemos podido hacer. ¿De qué sirve contratar a un montón de docentes a principio de curso si luego no sustituyes las bajas con inmediatez? Sobre todo donde hay grupos burbuja, claro. Creo que eso está funcionando muy bien. Esas sustituciones suponen una inversión tremenda, pero creo que teníamos que hacer ese esfuerzo.
¿Qué aprendizajes de la gestión en esta pandemia cree que se deberían seguir aplicando cuando recuperemos una cierta normalidad?
El tema de las dotaciones digitales ha venido para quedarse. También, la importancia de la formación. Nos ha hecho valorar más la relación entre la escuela y las familias. Ha habido muchos docentes que en el tiempo del confinamiento nos manifestaron que habían conocido a muchas familias en ese momento. Esa necesaria interacción fue útil. Creo que podemos sacar cosas buenas de todo esto. Ha sido difícil. El modelo actual dota de autonomía a los centros educativos y cuando se vieron en una situación tan complicada vieron que tenían que tomar uno a uno una decisión a la que no estaban acostumbrados. En aquellas situaciones complejas querían que se tomaran desde la propia Consejería. Es comprensible totalmente, pero si tienes una autonomía tienes que ejercerla también en los momentos de dificultad. Hubo muchas tensiones sobre la forma de pasar de curso, las evaluaciones, la compra de materiales... Pero hemos ido aprendiendo, hemos trabajado juntos y hemos encontrado soluciones. Ha sido un trabajo conjunto de la comunidad educativa.
La disponibilidad económica en un área tan sensible como la educación siempre es insuficiente, pero en plena crisis sanitaria, supongo que todavía más. ¿El presupuesto del año que viene da respuesta a esas necesidades básicas al menos? ¿Dónde echa de menos contar con mayor dotación o qué queda de esa planificación en las cuentas de 2021?
A mí como como consejera me encantaría tener el doble, pero creo que es un buen presupuesto. Hemos hecho un presupuesto realista, donde el año pasado tuvimos un incremento de 24 millones y este de 27 millones más. Y va destinado prioritariamente donde más se necesita, y es que creo que el personal docente es la mejor inversión que puede hacer Cantabria para el futuro. Incrementar 20 millones el capítulo destinado a nuevos docentes es una gran inversión. Insisto: nunca va a parecer suficiente. A medida que surgen dificultades hay que tomar decisiones que no son gratis y te hacen gastar más dinero, pero creo que es el mejor presupuesto que ha tenido esta Consejería con diferencia, como no lo había tenido nunca.
Me hubiera gustado que una ley tan importante como la de educación, con aspectos muy positivos, hubiese tenido mayor consenso. Necesitaríamos estabilidad. Pero independientemente de que el PRC no haya apoyado la ley, vamos a cumplirla en todo su sentido
Está en la rampa de salida la nueva Ley de Educación, la conocida como Ley Celáa. ¿Qué opinión le merece como consejera?
El poder legislativo está para algo y yo formo parte del poder ejecutivo. Ya he dicho que aplicaremos la ley cuando sea efectiva, como no puede ser de otra manera, y haremos todas las adaptaciones necesarias. Nos espera un año de una intensidad tremenda, más allá del COVID.
¿Pero qué problemas le ve a esta norma, que ha contado con el voto contrario del PRC en el Congreso?
Me hubiera gustado que una ley tan importante como esta, y que tiene aspectos muy positivos, hubiese tenido un mayor consenso. Creo que la época que tenemos por delante es compleja y necesitaríamos todos una cierta estabilidad. Desde luego, insisto: independientemente de que desde el PRC no hayamos apoyado la ley, nosotros vamos a cumplir la ley en todo su sentido.
¿No se van a buscar atajos para evitar la aplicación de algunos de sus aspectos más polémicos, como ya están anunciando algunas comunidades autónomas gobernadas por el PP?
No, no, no. Yo creo que eso es un artificio político, porque no es real. Me explico. El año pasado, las instrucciones para la matriculación de los alumnos las publicamos el 13 de enero. No sé cuándo las hace la Comunidad de Madrid, pero en fechas similares. Así que decir que van a adelantar la matriculación... Es simplemente ruido político que no ayuda a nada, pero no es una realidad. Una vez publicada la ley, todos tendremos que cumplirla. Supongo que haya una transitoriedad para que los plazos se cumplan como todos los años. La propia ministra lo ha reconocido hace unos días. Esto no es ningún problema. Vamos a trabajar por cumplir con las mismas fechas que todos los años, pero no es un tema político para sortear la ley. Es un tema de organización. Y el que diga lo contrario es que quiere utilizar a la educación para generar ruido político.
Sin embargo, sí existen otra serie de decisiones que ha anunciado la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, como ampliar los años de los conciertos en vigor, que tienen una repercusión real y que vulnera el espíritu de ley con un objetivo básicamente económico...
Sí, está claro. No va a ser nuestro caso. Nosotros tenemos los conciertos que tenemos, y están en vigor, y cuando entre en vigor la ley revisaremos lo que tengamos que revisar. Actuaremos en función de lo que diga la ley.
Ese es uno de los puntos donde más ruido político existe, en torno a la escuela concertada. ¿Cree de verdad que hay en la ley algún riesgo para ese tipo de educación? Y en cualquier caso, ¿no cree que ha llegado el momento de revisar el sistema y potenciar la educación pública?
Yo puedo opinar sobre lo que ocurre en Cantabria, donde vienen conviviendo ambos modelos de una manera normalizada en torno al 70/30. Evidentemente, nosotros, como Gobierno, apostamos por la enseñanza pública, pero no dejamos de reconocer que hay un consenso de que hay concertada y hay pública y que conviven pacíficamente. En el tiempo que llevo al frente de la Consejería de Educación tengo comprobado que más de un 98% de las familias han escolarizado a sus hijos en la primera opción que han solicitado. Más de un 98%. No la segunda o la tercera opción, la primera. Es una polémica artificial. No hay ningún tipo de fricción en nuestra comunidad y eso no tiene por qué cambiar. Hablo de lo que conozco, claro, de lo que pasa en Cantabria.
Hay un aspecto de la ley, que tiene que ver con la no segregación por sexo en los colegios, que afecta directamente al concierto del Torrevelo-Peñalabra, que ya fue muy polémico en su momento. ¿Cómo se va a actuar en este ámbito? ¿Se van a tomar decisiones al respecto?
A ver cómo termina el texto de la ley. El Torrevelo tiene una sentencia favorable del Tribunal Constitucional que avaló su modelo y tiene un concierto que está en vigor. Si la ley cambia, como parece, evidentemente nosotros estudiaremos ese concierto y qué medidas debemos tomar al respecto.
El presidente, Miguel Ángel Revilla, anunció esta semana la incorporación al currículo de Cantabria de una asignatura sobre la Unión Europea en Secundaria. ¿Es algo en lo que venía trabajando la Consejería de Educación o ha sido una propuesta que surge del propio presidente?
Da igual. La Consejería de Educación, a la vista de la entrada en vigor de la nueva ley, ya había empezado a trabajar en la adaptación de los currículos. Además, llevamos un tiempo trabajando en la adaptación del currículum sobre la historia de Cantabria. Nos parecía muy importante poner en valor la comunidad autónoma. Sobre eso veníamos trabajando intensamente. El anuncio que ha hecho el presidente va a hacer que incluyamos una especialización más en el currículum sobre la Unión Europea. Incorporaremos esta temática que, claramente, es de interés de futuro para nuestros alumnos.
¿Y qué espera de lo que queda de legislatura? Porque... ¿espera acabar la legislatura o las reiteradas peticiones de dimisión le han hecho replantearse las cosas en algún momento?
Sí, sí, sí. Espero acabar la legislatura. Si nuestro presidente considera que puede seguir confiando en mí, y si todo el equipo que tengo sigue con el mismo compromiso que tiene hasta ahora, espero seguir. Yo no soy nadie sin el equipo que trabaja conmigo y que, en esta época de dificultad, ha permitido que salgan las cosas adelante. La comunidad educativa es muy importante. Pero es muy, muy, muy importante el personal de esta Consejería. Funcionarios y equipos directivos han realizado un esfuerzo tremendo en estos meses para en cada momento tomar decisiones valoradas y meditadas. Sin ellos hubiera sido inviable.
¿Y qué pide para este segunda mitad de la legislatura que tiene por delante?
Lo que pido es poder hablar de otras cosas, cuando llegue esa maravillosa vacuna que al menos nos da esperanza de poder superar esta situación tan difícil. Poder hablar de temas importantes para la educación, no solamente hablar de COVID. Esto ha sido una experiencia que hemos tenido que gestionar, pero hay muchas tareas pendientes para mejorar el sistema educativo de Cantabria. En este tiempo de dificultad hemos seguido apostando y trabajando por hacer proyectos que nos permitan desarrollar la innovación, nuevos centros integrados de Formación Profesional de cara al futuro, en trabajar en la especialización, en mejorar el transporte para que ningún alumno tenga la imposibilidad de realizar sus estudios, seguir haciendo centros educativos que nos permitan mejorar, como el conservatorio de Torrelavega o los nuevos institutos proyectados... Todo eso es seguir trabajando por mejorar la educación y es lo que quiero seguir haciendo en lo que queda de legislatura. Y creo que es fundamental seguir apostando por los docentes, por su formación y por la estabilización de las plantillas. En esa línea seguiremos trabajando.