Hacer un picnic y que estén cazando a tu lado: ¿Hasta dónde llegan los derechos de los cazadores en los cotos?
El Concejo de la Mesta indicaba en el siglo XIII que se podía entrar con el ganado en fincas que no eran de tu propiedad aunque el propietario no quisiera. El motivo de esta norma no era otro que el peso que tenía el ganado ovino en la economía de la época, pero lo cierto es que tampoco implicaba riesgos más allá de que las ovejas comiesen el pasto de tu terreno.
Ahora, ocho siglos más tarde, también pueden invadir tu propiedad, aunque esta vez con armas y perros en vez de ovejas. ¿El motivo? La legislación española en cuanto a los cotos de caza y el hecho de que estos constituyan un colectivo al que Ecologistas en Acción tacha de “muy agresivo, que pelea mucho por lo que ellos entienden que son sus derechos”.
Precisamente, es esta asociación ecologista la que en varias ocasiones ha denunciado la mala ubicación de estas supuestas delimitaciones para cazar: “La actividad cinegética permite a una persona con un arma ocupar cualquier espacio, incluso privado y sin el consentimiento de un particular”, explican a este periódico.
Así, estar paseando por el campo o haciendo un picnic en un lugar relativamente alejado de la ciudad puede convertirse en un riesgo a pesar de que la intención del cazador no sea herir personas: “La ley indica que nunca puede haber menos de 200 metros entre un coto y una edificación, y tampoco se puede disparar en dirección a esas zonas de seguridad. La cuestión es que tú puedes disparar sobre una colina y que el tiro caiga donde menos imaginas”, explican desde Ecologistas.
De igual manera, y tal como denuncian desde este colectivo, en la actividad cinegética están permitidas armas de hasta el calibre 308 (utilizado en el Servicio Militar) que tienen un alcance de varios kilómetros. Y sí, existe el mecanismo de las zonas de seguridad para evitar que eso ocurra, pero estas no están bien atadas: “Cuando quitas las zonas de seguridad de un coto, es decir, donde no puedes cazar, te das cuenta de que hay muchos cotos que prácticamente no tienen ningún sitio en el que poder cazar legalmente respetando distancias, carreteras o edificaciones. Es que prácticamente no tienen espacio para cazar sin saltarse la ley”, subrayan desde el colectivo.
Ver exactamente cuáles eran esos espacios 'aptos' para la caza y cuáles no fue el motivo que llevó a Ecologistas en Acción, a la Asociación para la Defensa de los Recursos Naturales de Cantabria (ARCA) y a la Universidad de Cantabria a crear una cartografía sobre cuál es la situación de la comunidad: “Ese mapa debería tenerlo la Administración, pero en este tema no se facilita nada la información. En otros países, todas estas informaciones son públicas porque les ayudan a desarrollar las medidas preventivas, aquí parece que es lo contrario”, explican.
Constituir un coto
Para crear un coto de caza, la Administración determina que hay un espacio en el que hay animales y en el que, además, hay un gran número de parcelas particulares sin edificaciones próximas. Después, y como la normativa exige avisar a los propietarios, se realiza una publicación en el Boletín Oficial anunciando que se constituirá un coto, y si el particular no lee la publicación y pasa el plazo de alegaciones, se constituye.
“Debería existir la posibilidad de que un propietario diga que quiere excluir su terreno de la actividad cinegética, pero esto es heredado de otras épocas en las que la caza estaba muy ligada a determinadas clases sociales, y ahora en el siglo XXI debería reconsiderarse”, señalan.
De esta forma, proponen como solución que la Administración sea más exigente y ponga más trabas: “Estaría bien que decidiesen dejar de poner cotos en zonas en las que saben que no se va a poder cazar y, en caso de que haya problemas con las poblaciones, excepcionalmente, podrían autorizar alguna batida muy concreta”, indican.
No obstante, en Ecologistas en Acción expresan que a pesar de tratar de oponer resistencia “generalmente” cuando se quiere constituir un coto se hace “a no ser que haya una polémica muy grande y se lo planteen”. Ocurre algo similar con la práctica de la caza cerca de personas o en lugares próximos a edificios: “Creemos que los cazadores pueden intuir que no hacen las cosas bien pero muchas veces hacen lo que quieren porque, entre otras cosas, nadie lo denuncia. Y, aunque se denuncie, la mayoría de las veces estas no van a ningún lado”, revelan.
“El 92% de las armas que hay en España están en manos de particulares”
El ámbito deportivo abarca dos formas de tener armas: la primera es el tiro deportivo, que exige unas normas de seguridad muy estrictas y que debe practicarse en espacios cerrados y controlados, y la segunda, que es la caza y que permite ir a cualquier sitio con un arma en la mano.
Así, se podría decir que en España es relativamente sencillo tener un arma: “Es tan fácil como que ahora mismo el 92% de las que hay en España están en manos de particulares, y de ese 92%, el 80% le pertenecen a cazadores”, cuentan desde Ecologistas. Y es que para comprarse este objeto solo es necesario contar con una licencia que ronda los 100 euros, “y a partir de ahí ya puedes tener un arsenal en tu casa”.
Y se refieren a “arsenal” porque ese 80% de armas que pertenecen a cazadores están en el 0,7% de la población española, lo que implica que una pequeña parte de los españoles concentran muchos de estos instrumentos. Además, resulta curioso como existen ciertas limitaciones sobre algunos objetos como escopetas, que solo se permite tener cinco, o ballestas, donde también se permiten cinco, y que después con los rifles no haya un máximo posible: “Al final estás más limitado por tu capacidad económica que por lo que te prohíbe la ley. Si quieres, puedes tener un arsenal de armas”, lamentan desde la organización.
Por otro lado, cabe resaltar que en España muere una persona por un arma de fuego relacionado con la caza casi cada semana. De hecho, hay casi tantos accidentes producidos por armas de fuego como accidentes de tráfico. De igual manera, tampoco se conoce con exactitud cuántas personas cazan en el país porque, a pesar de que se sabe el número de licencias de caza que hay, no todos tienen por qué cazar: “Se sabe que buena parte de la gente que accede a esta licencia es solo para tener un arma en casa”, finalizan.
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