Radiografía de la donación de sangre en Cantabria: cuánto ha influido la pandemia o por qué solo dona el 3%

Blanca Sáinz

20 de febrero de 2022 20:28 h

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Cantabria sufrió en el año en que estalló la pandemia una bajada del 4% de las donaciones respecto a 2019. Una caída que no es baladí pero que no supuso un problema significativo en la Sanidad autonómica. Sin embargo, 2021 no solo ha supuesto una recuperación sino también un crecimiento con un aumento en las donaciones del 11%: “Podemos decir que salvo por las medidas de seguridad contra la COVID que aplicamos en el proceso, volvemos a estar en la normalidad”, asegura el director del Banco de Sangre de Cantabria y hematólogo José Luis Arroyo.

No obstante, no siempre fue así. En 2020 el confinamiento domiciliario repercutió en las donaciones a pesar de que ir a extraerse sangre fuese considerado como un servicio esencial y, posteriormente, en 2021 también ha habido “bajones” a los que el médico especialista prefiere no dar demasiada importancia: “Esto antes de la COVID también ocurría al menos una vez al año. Hay momentos puntuales en los que se juntan varios días de mucha lluvia, las navidades o el inicio del verano y la gente dona menos. Y esos días pueden coincidir con días en los que los hospitales han tenido varios trasplantes de órganos y se han complicado por lo que han necesitado más sangre de la normal. Ahí observaríamos si se mantiene durante unos días y lanzaríamos el mensaje de que necesitamos sangre”, advierte.

Aun así, el director del Banco de Sangre insiste en que no ha habido ningún momento “crítico” ni en 2020 ni en 2021 debido a que los donantes “siempre, siempre” responden: “Nunca nadie se ha quedado en Cantabria sin una transfusión”, asevera Arroyo con orgullo. Y no es de extrañar que se muestre orgulloso puesto que las medidas implantadas a raíz de la pandemia han podido dificultar que la gente se anime a acudir a los lugares de donación. ¿El motivo? Las citas previas y los cuestionarios sobre la COVID que pueden dejar a mucha gente fuera.

“Los protocolos han ido cambiando a medidas que iban apareciendo más evidencias científicas, y si antes pedíamos que el donante nos avisase durante los 15 días siguientes si tenía síntomas, ahora eso ha cambiado a 3 días. Así todo, no ha habido ningún contagio atribuido a la donación y a fecha de hoy no hay evidencia de que el coronavirus se pueda transmitir por la sangre”, indica.

Solo el 3% de la población 'objetivo' dona en Cantabria

El Banco de Sangre establece unos criterios para que una persona pueda donar entre los que se encuentra, por ejemplo, la edad ya que solo pueden practicar la extracción aquellas personas de entre 18 y 65 años. De esa población 'objetivo' en Cantabria solo el 3% dona, es decir, 12.000 personas. Un número bajo, pero que el médico también achaca a que “quizá” la mitad de las personas no son aptas para la donación.

Sin embargo, Arroyo señala que la pandemia sí que ha afectado a que nuevos donantes se incorporen al banco, algo que hasta 2019 solía situarse entre las 2.000 o 2.500 incorporaciones y que en 2020 bajó hasta las 1.620. Por su parte, en 2021 hubo un ligero repunte que aumentó las altas hasta los 1.700, pero sigue siendo insuficiente.

Como posibles motivos, sobre todo en el caso de los jóvenes, podría estar ese cuestionario previo a la donación en el que se pregunta sobre el comportamiento sexual del donante así como si consume drogas. Algo que Arroyo considera una obligación para evitar riesgos: “Tenemos que proteger al donante y tenemos que proteger al receptor y a través de esos filtros es la forma de evitar que se puedan transmitir enfermedades infecciosas”, relata.

De esta forma, y a pesar de analizar cada una de las donaciones, recuerda que solo analizan algunas enfermedades que tienen más riesgo durante las transfusiones como la hepatitis o el VIH: “Los hábitos de vida son importantes de saber porque pueden estar asociados a mayores riesgos de tener una enfermedad infecciosa que quizá ni la persona sabe que tiene”, asevera.

Sin embargo, y en el caso de las drogas, recuerda que las más peligrosas respecto a las infecciones son aquellas que se consumen por vía parenteral (pinchadas), pero que también pueden suponer cierto peligro para el receptor: “Tú puedes tomar drogas, no decir nada y que mañana ponga tu sangre a un recién nacido. Y lo que para ti no supone ningún problema puede matar a un recién nacido porque no dejan de ser productos tóxicos...”, declara.

La donación por aféresis, la tarea pendiente

Y aunque la más conocida y realizada es la donación de sangre tradicional en la que se extraen hematíes, plaquetas y plasma, lo cierto es que los bancos de sangre cada vez están haciendo más hincapié en la importancia de la donación por aféresis.

Este proceso, como cuenta Arroyo, consiste en sacar la sangre con la ayuda de una máquina que “elige” el producto sanguíneo que se quiere y devuelve al cuerpo lo que no. “Si en una donación normal obtengo hematíes, plaquetas y 280 mililitros de plasma, en una donación por aféresis no me quedo con hematíes ni con plaquetas pero saco 600 ml de plasma”, argumenta.

Pero tiene dos inconvenientes. Por un lado, la duración ya que mientras la donación tradicional dura alrededor de 10 minutos, en la aféresis sube hasta los 40 o 50 minutos. Y por otro, que solo se realiza en hospitales, algo que cambiará desde el próximo 1 de marzo, cuando las unidades móviles incorporarán la máquina necesaria para realizar el proceso.

Mientras tanto, la diferencia entre ambas extracciones sigue siendo abismal, y mientras en 2021 se realizaron 20.600 donaciones de sangre, las de aféresis solo ascendieron a 2.150, algo que para el hematólogo “debería comenzar a cambiar”. Pero, ¿cuál es el motivo por el que este tipo de donación es tan importante? Pues es la obtención de plasma, un compuesto sanguíneo que, además de utilizarse para transfundir a los pacientes, se utiliza para producir medicamentos.

“Algunos de los medicamentos más conocidos solo se pueden obtener a través de plasma que se transforma en ellos. Entonces, nosotros enviamos el plasma de Cantabria a laboratorios farmacéuticos y nos lo devuelven en forma de inmunoglobulinas o albúmina”, indica Arroyo. El problema, es que desde la comunidad solo se produce un 30% de las inmunoglobulinas que se necesitan por lo que los hospitales terminan por comprárselo a farmacéuticas que, a su vez, han comprado el plasma en países en los que se paga por donación, como Estados Unidos.

“Nuestro plasma es mucho más barato y además lo podemos donar todos los meses... Tenemos que ser capaces de mejorar nuestra autosuficiencia en derivados plasmáticos en los próximos años: ese es el gran objetivo del Banco de Sangre”, concluye Arroyo.