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Génova fracasa en su segundo intento por formar una candidatura única

Ignacio Diego y María Dolores de Cospedal conversan durante la Junta Directiva del PP de Cantabria.

Rubén Vivar

Las espadas siguen en alto en el PP de Cantabria. La mediación de la dirección nacional no está dando por el momento sus frutos y la posibilidad de lograr un acuerdo entre Ignacio Diego y María José Sáenz de Buruaga para llegar el 25 de marzo al Congreso Regional con una candidatura de consenso es a día de hoy bastante remota. Otra cosa es que Génova dé un golpe de mando e imponga una lista única, una opción que no es descartable y que colmaría las aspiraciones del todavía presidente y de sus afines.

Desde que hace una semana estallara la guerra entre los partidarios de Diego y de Buruaga -con las declaraciones de Eduardo Van den Eyende como detonante-, la brecha entre ambos no ha hecho más que crecer, hasta tal punto que su relación parece irreconciliable y ya ni siquiera se molestan en disimularlo.

Los dos dirigentes populares, que durante doce años han sido uña y carne, viajaron en la mañana de este lunes a Madrid para reunirse con el flamente coordinador general del PP y responsable de Organización Electoral, Fernando Martínez-Maillo, quien se ha hecho cargo de la situación tras la primera reunión que tuvo lugar el pasado viernes y en la que también participó la reelegida secretaria general, María Dolores de Cospedal.

Diego y Buruaga viajaron por separado y volvieron de igual forma, cada uno por su lado. La secretaria autonómica del PP se trasladó a la capital en coche y regresó justo a tiempo para acudir al pleno ordinario del Parlamento, que como de costumbre comenzó a las 16.00 horas. Antes de sentarse en su escaño, atendía a los medios de comunicación y reconocía abiertamente que “no se han producido avances” en esta segunda reunión.

Por su parte, Diego llegó al antiguo Hospital de San Rafael dos horas y media más tarde, procedente de Madrid en tren. A diferencia de su compañera, no se detuvo a atender a los periodistas que le esperaban y entre dientes se limitó a sonreír y asegurar que el encuentro había ido “muy bien”. Justamente lo contrario de lo que había afirmado Buruaga. Hasta la fecha Diego solo se ha manifestado a través de una carta pública dirigida a los militantes y a los medios en la que expresaba su deseo de que haya una lista de integración.

Pese a los reiterados llamamientos a la “responsabilidad”, los esfuerzos de Martínez-Maillo por avanzar en esa lista única han sido nuevamente en balde. El motivo, según ha dicho Buruaga, es que ella y Diego no tienen el “mismo concepto de integración”. De hecho, ha asegurado que trabajará “hasta la extenuación” para conseguir esta lista de integración, pero sin que ello signifique “una burla”, “una traición” o “cercenar el mandato de cambio” recibido por la militancia y miembros de la organización.

Ronda de contactos

Después de trece años al frente de la formación conservadora en Cantabria y de un resultado en las últimas elecciones poco gratificante, Diego está dispuesto a dar un paso a un lado, pero quiere que Buruaga haga lo mismo. Es decir, que no encabece la lista. El expresidente de Cantabria está dolido. Se siente traicionado por quien ha sido su mano derecha durante años y ahora quiere 'morir matando'. Si Buruaga no accede, presentará batalla.

Por el contrario, la número dos del partido ya ha anunciado públicamente su candidatura y ha recogido varios cientos de avales, por lo que no está por la labor de difuminarse en una lista de integración, aunque sí a dar cabida a varios de los simpatizantes de su rival.

Así, a diez días de cerrarse el plazo para conocer quiénes aspirarán a tomar las riendas del partido, las posturas entre ambos bandos están muy distanciadas, y a menos que Génova dé un golpe en la mesa e imponga una lista única, las diferencias se dirimirán en las urnas. Por el momento, Fernández Maíllo se ha comprometido a citar a los cargos orgánicos y públicos “más relevantes” del PP de Cantabria, una demanda de Diego a la que ha accedido Buruaga.

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