“Estamos agotados”, comienza explicando la coordinadora COVID y directora del Colegio Nuestra Señora de las Nieves de Guriezo, María Maciel. Y es que ella, al igual que los más de 300 docentes que desempeñan esta labor en Cantabria desde que arrancó el curso -e incluso antes, teniendo en cuenta las labores organizativas-, confiesa que las dos horas semanales liberadas para realizar esta función se quedan “muy cortas”. “En un solo día puedo estar más de dos horas y media acompañando a niños con posibilidad de tener coronavirus a esperar a que lleguen sus padres a buscarles”, indica.
Pero, además de ese acompañamiento de los menores hasta que llegan sus tutores, ¿qué hace un coordinador COVID? Pues su trabajo es amplio, ya que son un nexo entre el centro y los coordinadores intermedios (aquellos que trabajan para Educación y contactan directamente con Salud Pública), por lo que su labor empieza por gestionar y notificar todas las incidencias que surjan relacionadas con la aparición de casos, ya sea de alumnos o del personal.
Además de eso, son los encargados de asegurar la disposición de los materiales higiénico-sanitarios así como de velar por el cumplimiento de los protocolos que aparecen en los planes de contingencia. Aunque además de haberse vuelto “expertos en desinfección”, también tienen que ser el apoyo de la familias a la hora de resolver dudas, sobre todo en el caso de los posibles casos COVID. De igual manera, hacen de rastreadores desde el momento en el que un menor da positivo y tienen que seguir cuáles han sido los últimos movimientos del mismo (va al comedor, en transporte escolar...), y elaborar el listado de sus contactos estrechos.
No obstante, el verdadero 'papeleo' viene cuando hay que confinar un aula, ya que además de las gestiones pertinentes, hay que dar la información a todas las familias. “Aquí no lo damos únicamente a las familias del aula confinada, sino a todo el colegio. Queremos que haya transparencia total y que la información parta siempre del centro y no se enteren por los medios de comunicación”, explica la directora del colegio de Guriezo en conversación con elDiario.es.
Sin embargo, lo que les quita tiempo en su día a día es lo que María Maciel explicaba al principio del reportaje, y eso son los síntomas compatibles con coronavirus. “Ante la posibilidad de que un alumno tenga COVID, ya sea por tos, dolor de estómago o cualquier otra cosa, somos los que estamos con ellos hasta que los recojan. Tenemos que llevarlos a la sala COVID, cambiarles la mascarilla, decirles que se laven las manos, y esperar. En cuanto llega la familia hablas con ellos para explicarles los pasos y después tramitas la PCR y hablas con los coordinadores intermedios. Hay días, y más ahora con el frío, que hay que repetir este proceso con cinco o seis niños”, cuenta la docente.
Y eso que su colegio no es de los más grandes de Cantabria, ya que 'solo' tiene 181 alumnos. Pero la polémica viene por todos lados ya que los centros más grandes, aquellos que tienen más de 18 clases o unidades, disponen únicamente de tres horas semanales para esta función, algo que “ni de lejos” se cumple. “Es un trabajo continuo y sin descansos, los casos se presentan un sábado a las 09.00 horas como un jueves a las 21.00, es como estar siempre de guardia desde el 7 de septiembre”, revela esta coordinadora COVID.
La solución que presenta es la misma que ofrecen los sindicatos: una compensación económica continua -al igual que el trabajo que desempeñan, que no es puntual-, y una liberación horaria que les permita que, al menos, en horario lectivo puedan centrarse en su trabajo como coordinadores sin descuidar la docencia.
Jesús Aguayo, el portavoz del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de Cantabria (STEC), insiste en que “en muchos casos tiene que haber una liberación total de las labores docentes para que se dediquen única y exclusivamente al trabajo COVID”. “Hay compañeros que están desbordados, hay semanas que trabajan más de 50 horas cuando su jornada laboral está estipulada en 37 horas y media, es una locura”, explica.
La respuesta de la Consejería
Desde la Consejería de Educación, conscientes de la situación que atraviesan los coordinadores COVID y de lo “insuficientes” que habían sido las horas estipuladas “en algunos casos”, han anunciado varias medidas. Por un lado, el reconocimiento de 120 horas de créditos de formación, que consiste en que cada seis años los docentes pueden solicitar un suplemento en el sueldo si acreditan que han realizado 100 horas de formación, es lo conocido como sexenio.
Sobre ello, el sindicalista Jesús Aguayo advierte que el “regalo” de esas 20 horas extra “no sirve para nada”. “Para acreditar el sexenio necesitas 100 horas, y las 20 no son acumulativas, así que no valdrían para nada, además de que no nos parece bien que se dé esa poca importancia a la formación”, apunta.
Además, Educación ha propuesto la ampliación de las horas de coordinación COVID, aunque únicamente en los centros catalogados como A y B, es decir, aquellos que en Infantil y Primaria tienen 21 o más unidades, y que en Secundaria tienen más de 550 alumnos. Este criterio, según apuntan desde Educación, supondría la ampliación de horas de coordinación en unos 70 centros de los 304 de los que dispone la comunidad autónoma.
Por último, la Consejería ha anunciado que repartirá los fondos adicionales (el 30% de la masa salarial) entre los coordinadores COVID, los coordinadores TIC y los tutores. Sobre ello, el STEC también se muestra en desacuerdo, ya que mientras la subida anual de la masa salarial suponía un suplemento que permanecía para siempre en las nóminas de los docentes, “el reparto de los fondos adicionales supondrá una gratificación excepcional en la nómina”.
“El fondo de la cuestión es que una persona no puede trabajar 60 horas a la semana durante mucho tiempo y haciéndolo bien, y eso no se soluciona con una paga gratificadora. Hay que reconocerles el esfuerzo que están haciendo, pero no así”, concluye Aguayo.