Si hay algo que ha traído positivo la pandemia , y quizá es lo único, es haber colocado en el foco mediático los problemas de salud mental. Precisamente el haber despertado de forma conjunta sobre lo que es la depresión o la ansiedad ha generado que asuntos que antes se dejaban pasar ahora tengan una importancia mayor, y eso es lo que está ocurriendo en los centros educativos, que reclaman ayuda ante el aumento de casos relacionados con esta problemática.
Norberto García es director del Instituto de Educación Secundaria (IES) Montesclaros, en Reinosa, y además es miembro de la Asociación de Directores de IES de Cantabria (Adiescan). Él, que lleva diez años como director y que ha estado otros 25 como jefe de estudios, reconoce que los casos actuales son “demasiados”: “Antes estas situaciones eran muy minoritarias, pero ahora se está generalizando de una manera muy preocupante”.
Y es que la pandemia parece haber sido la causante de que los adolescentes estallen en trastornos emocionales que, o bien sus familias, o bien los propios profesores, terminan poniendo en conocimiento de su centro de estudios. “No sé si antes había menos casos o si simplemente se comunicaban menos, pero ahora son las familias las que piden ayuda a los institutos porque su hijo está triste, tiende al aislacionismo, no se relaciona o le ven depresivo...”, explica García a elDiario.es.
El procedimiento en este caso es sencillo, a priori, y consiste en que el orientador del centro intervenga para después derivarle a Salud Infanto-Juvenil, dependiente de Sanidad. La cuestión es que aquí los institutos se están encontrando con dos problemáticas, y es que pese a que los casos se perciben de forma clara, tanto los orientadores como el sistema de salud pública no están funcionando como deberían.
En el caso de los primeros es por pura saturación, aunque en algunos casos ni siquiera cuentan con la formación específica como para evaluar al menor ya que los orientadores pueden ser psicólogos pero también pedagogos: “Están sobrepasados, y están dando prioridad a estos casos por encima de las cuestiones escolares... Así que tienen la sensación de que no llegan a todo”, relata el director del Montesclaros.
No obstante, el segundo caso el problema es mucho más profundo, ya que la Salud Infanto-Juvenil tiene plazos que pueden llegar a superar los dos meses desde que el centro solicita la primera visita a un psicólogo o psiquiatra. “Estamos hablando de depresión, ansiedad y déficit de atención, pero también de anorexia, bulimia, autolesiones y conductas autolíticas incluso con amenazas de tentativas de suicidio”, asevera García para explicar la importancia que tiene actuar rápido en algunos de los casos.
Y la urgencia que requieren algunas intervenciones es lo que está generando inquietud en los responsables de estos centros de enseñanza, donde reconocen que estas situaciones “traspasan” las fronteras educativas: “Debemos tener una conexión con el ámbito sanitario mucho más cercana y hay que tomar decisiones ya”, advierte.
Por ello, la propuesta que hacen es la de contar con la figura del psicólogo escolar que liberaría a los orientadores de esta tarea que no les corresponde y que, además, podría ofrecer a los menores un primer contacto con un especialista en salud mental antes de que comience la espera con los especialistas de la sanidad pública. “Se produce en los centros y se detecta en los centros, así que lo vemos claro: necesitamos psicólogos que estén aquí, al menos en centros grandes o donde más casuísticas haya”, sentencia el profesor y director.
Por su parte, desde la Consejería de Educación del Gobierno de Cantabria indican a este periódico que ya están constituyendo un grupo de trabajo coordinado por un inspector de la Consejería para la redacción de una 'Guía de prevención, detección e intervención ante casos de ideación suicida en el ámbito educativo', además de una formación dirigida a los equipos directivos y orientadores sobre “prevención secundaria y terciaria”.
Asimismo, han preparado para el 3 de febrero junto a la Fundación Botín un webinar en abierto para el personal de los centros de Cantabria sobre prevención primaria que continuará en abril, aunque dirigida específicamente a orientadores, tutores y equipos directivos. Además, tal y como han apuntado, se prevé una acción similar dirigida a las familias.
Sin embargo, aún está prevista una reunión de la Consejería con la Asociación de Directores y Directoras de Educación Secundaria (Adiescan) en la que, previsiblemente, se volverá a tratar la cuestión del psicólogo escolar así como la elaboración de un protocolo de actuación que ya existe en otras comunidades como Castilla y León, Extremadura o la Comunidad Valenciana.