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OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

Los urgenciólogos, “al límite”: “Hablan de hospitalización y UCI, pero las urgencias siguen disparadas”

Las urgencias hospitalarias han sufrido muchos cambios durante la pandemia. Hubo un momento en la que la gente trataba de no acudir por miedo a infectarse con el virus en su visita al hospital. Sin embargo, y a pesar del descenso de 2020 y de parte de 2021, estos últimos meses han sido una vuelta progresiva a la normalidad a la que hay que sumar el virus: “En enero de 2022 hemos recibido unos 400 pacientes de patología convencional más que en el mismo mes del año anterior, y a eso hay que añadirle los más de 2.000 que vienen por COVID”, asegura Luis Prieto, presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencia y Emergencias de Cantabria (SEMES).

Por este motivo, y teniendo en cuenta que han tenido que sumar las bajas por coronavirus del propio personal sanitario, Prieto declara que están “al límite”, así como en un estado de agotamiento continuo “físico y mental”: “Un servicio de urgencias está acostumbrado a que un día llegue un accidente múltiple con 15 víctimas, pero la pandemia ha sido así día tras día”, asegura a elDiario.es.

Asimismo, el médico de Urgencia Hospitalaria se queja de una circunstancia que ha ocurrido con la pandemia y que ha provocado que se invisibilice el trabajo de esta área. “Hablan de la tasa de contagios, de la tasa de hospitalización y de la tasa de ingresos en UCI, pero en ningún sitio se habla de la tasa de asistencia en urgencias, y seguimos disparados”, indica el facultativo.

No obstante, achaca esa bajada en los ingresos hospitalarios a que tanto ómicron como la vacuna han generado que la gente con COVID ahora tenga síntomas menos graves, algo que, en su caso, no ha hecho disminuir el número de personas que acuden a urgencias con la infección: “La gente sigue teniendo tos, fiebre o dificultades para respirar, y sigue acudiendo a nuestro servicio para que le exploremos, le hagamos una analítica o le hagamos una radiografía de tórax porque, al final, eso se termina haciendo en los servicios de urgencias”, cuenta el especialista. Así que, pese a que esos pacientes no resulten ingresando, el servicio de urgencias ya se ha hecho cargo de su problema.

Precisamente, sobre el aumento de esas patologías convencionales, también llamadas no COVID, Prieto considera que se debe a descompensaciones de patologías crónicas que no están bien controladas por la Atención Primaria: “Estamos viendo a muchos pacientes que no tendrían que ser de urgencias, pero entiendo que si la gente llama a su médico y no le dan cita, o le dan para dentro de 15 días, a algún sitio tendrán que ir”, sentencia.

Aunque, realmente, esa carga excesiva de pacientes no se debe tanto a aquellos que van a urgencias sin que sea algo necesario, sino a la falta de personal y de espacio además de los problemas administrativos: “Hemos tenido que hacer auténticos encajes de bolillos para mover vacaciones, e incluso muchas veces hemos tenido que doblar turnos y hacer más guardias de las esperadas. Además, con la COVID ha habido que doblar áreas para atender, además de al paciente convencional, a aquel que tiene coronavirus o la sospecha de tenerlo, ya que deben estar separados del resto, y esto ha supuesto un problema de espacio importante”, afirma el urgenciólogo.

Sobre los problemas administrativos, como por ejemplo a la hora de notificar los positivos para coger las bajas laborales, Prieto considera que los gestores “deberían haber sabido cómo resolverlos”, ya que ha repercutido en los servicios de urgencias: “Hay algo que tienen que entender, y es que cuando los pacientes no reciben atención, terminan aquí”, asevera el médico.

Las repercusiones y una solución a largo plazo

Y es fácil de adivinar que esta saturación ha terminado por tener unas consecuencias que el representante de los urgenciólogos cántabros dirige directamente hacia dos áreas: el poco tiempo que se dedica a los pacientes y a los residentes de Medicina. Sobre el segundo punto, el presidente de SEMES Cantabria considera que el verdadero problema es que en España no existe una especialidad de urgencias, por lo que cualquier profesional de cualquier especialidad puede terminar trabajando en esta área.

“Todo esta formación la venimos cubriendo desde hace años con nuestro tiempo libre , y ahora, con la carga asistencial que tenemos se ha descuidado. Y esto va a suponer un problema del relevo generacional a largo plazo porque están saliendo unas cuantas generaciones de residentes que entiendo que no están teniendo los conocimientos necesarios”, indica Prieto. De esta forma, la única solución que contempla como factible es que España acepte la creación de esta especialidad en urgencias “al igual que ocurre en el resto de Europa”.